Capítulo III Propuesta rechazada

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Caminaba por un prado de colores violetas, era primavera y el aire estaba cálido. No sabía a dónde me dirigía, pero mis pies descalzos parecían saberlo. Poco a poco, mientras avanzaba, la pradera empezó a tener más y más piedras en el suelo hasta que llegué a un lugar lleno de enormes rocas, seguí hacia adelante con mucho cuidado. Me detuve cuando había llegado a un círculo rodeado de rocas filosas y tan brillantes que podía ver mi reflejo en ellas. En el centro había varios círculos y espirales dibujados y en medio de éstos, cuarenta diamantes muy brillantes. 

Del cielo un rayo de sol iluminó uno de los diamantes, al hacerlo millones de reflejos de colores brotaron de su centro y fueron tocando cada diamante, de uno en uno hasta que todo el lugar quedó iluminado con colores diferentes. De pronto todo dejó de brillar, el ambiente se volvió frío y tétrico, en un parpadeo sombras oscuras y fantasmales empezaron a rodearme, poseían manos largas y huesudas con garras filosas, ojos rojos como las llamas del infierno y colmillos ensangrentados, alcé mis ojos al cielo y contemplé un pequeño haz de luz. Asustada desplegué mis alas y de un salto surqué los cielos a toda velocidad, poco a poco dejé detrás de mí todos los demonios que me perseguían; estiré mis brazos hacia adelante para ganar mayor rapidez, en el momento en el que iba a llegar al haz de luz, una fuerte mano me tomó con rudeza de la raíz de mis alas impidiéndome volar y las arrancó con un solo movimiento. 

Empecé a caer muy rápido, movía desesperadamente mis brazos y mis pies, el suelo se aproximaba y me desesperaba más con cada momento. Solté un grito cuando mi espalda chocó con el suelo y toda la oscuridad me envolvía, me sentía sofocada y desesperada. Vi como mis alas cayeron frente a mí y miles de voces roncas, filosas, agudas y burlonas repetían una y otra vez « Es el precio que has de pagar, has amado has odiado. Es el precio que has de pagar».

Desperté sobresaltada. Me faltaba el aire como si nunca hubiese tenido oxígeno en los pulmones, me senté en la cama aún aturdida por la pesadilla, me sequé el sudor de la frente y me levanté de la cama. Vi el reloj de mi mesa de noche, 3:55 am. Caminé hasta mi baño, me quité la ropa y me sumergí en la tina después de llenarla de agua.

Tenía tiempo sin que las pesadillas me atacaran al dormir, y eso significaba que algo iba mal. Después de cinco minutos, salí de la tina y me quedé dormida en mi cama en ropa interior. A pesar de que afuera hacía un horrible frío, mi habitación parecía estar dentro de una caldera hirviendo.

— Tienes cara de zombie —dijo Alex mirándome cuando me senté con ella en la cafetería.

— No pude dormir anoche —dije sin ánimos. Tomé mi hamburguesa y empecé a comerla con desgano.

— Anoche debiste haber venido. Ganamos, y luego fuimos a celebrar en casa de uno de los...

— Buenos días chicas. ¿Puedo sentarme? — sentí un escalofrío recorrer mi espalda como unas espinas heladas clavándose en cada una de mis vertebras. Por favor, hoy no. Bajé mi mirada y me concentré en mi comida.

— Hey, Aiden. Adelante, siéntate. ¿Qué tal terminó todo anoche? — dijo Alex sonriendo. Alex es la clase de chica que le cae bien a todo el mundo, es alegre, graciosa y muy bonita. Realmente desconocía el por qué no estaba rodeada de amigos, Alex es como Cara: es de esas chicas que no puedes evitar querer o incluso envidiar.

—Hmm lo mismo de siempre. Todos en la gran fiesta, alcohol, música a todo volumen, llega la policía, todos salen huyendo, termino llevando literalmente arrastrado a Luke...—soltó una leve risa burlona. Me estremecí, probablemente era el sonido más vivo que había escuchado en años, era tan natural que me provocaba cosquillas en todo el cuerpo—. ¿Cómo estás, Perry? —dijo mirándome, alcé mis ojos de mi comida y miré sus ojos verdosos, que combinaban a la perfección con su piel blanca y su cabello largo y oscuro. Inmediatamente me percaté que me había quedado como una idiota mirándolo y un color rojo carmesí inundó violentamente mis mejillas.

La Guardiana de Atlantis | INLUSTREM #1 Copyright ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora