Todo es extraño [Terminado]

9

Aún estaba atontada, al salir de la habitación, decidió ir a darse una ducha, necesitaba despejarse.
Se dirigió al baño, cuando por el pasillo, se cruzó con su abuela.

—¿Estás bien?— le preguntó con una amable sonrisa.
—No— contestó ella secamente —¿Qué era el monstruo que atacó a mis padres?

A la abuela se le borró lentamente la sonrisa de la cara.

—Era un wampus— dijo finalmente.

Ingui aún seguía pensando por qué le dijo que Kinoi era uno de ellos.

Su abuela sabía qué su niegas quería una explicación respecto a la conversación que tuvueron antes de que se marease, así que prosiguió.

—Los wampus son personas que nacen con la maldad en el corazón, tienen forma humana, pueden aparentar ser amables para no llamar la atención al enemigo, pero cuando lo tienen en el bote, se transforman en lo que son en realidad y les atacan—suspiró— no sé si sabrás que tienen un tercer ojo con un símbolo— Ingui asintió— su símbolo representa a qué tipo de clase pertenecen, a una alta o a una inferior, pero no sólo eso— negó la abuela con la cabeza—
ese ojo puede convertir a cualquier humano en uno de ellos y ese es su propósito, dominar el mundo convirtiendo a los humanos en un ser monstruoso como ellos.
—Cómo sabes que Kinoi es uno de ellos— dijo Ingui fríamente.
—La herida que le producido la bala, se curó por si sola, yo sólo le quité el trozo de metal— suspiró — los wampus, sólo mueren si les atacas al corazón.

Ingui se estaba mareando otra vez, pero esta vez aguantó.
Hubo un silencio incómodo hasta que su abuelo llamó a su mujer.

—¡Nelia!,¿puedes venir por favor?— gritaba desde el salón.
Su abuela se dio la vuelta, pero antes de irse añadió:

—Aléjate de él— y se encaminó hacia el salón.

Ingui se quedó en el sitio sin mover ningún músculo pensativa, hasta que alguien le tocó el hombro, era Kinoi.

—¿Te ocurre algo?— preguntó con el ceño fruncido.
—No, nada—dijo ella—voy a darme una ducha— lo miró de reojo— no tengas tanta confianza conmigo— apartó la mano de Kinoi de su hombro.

Él no contestó, ella suspiró mientras se masajeaba la sien.

—Espérame en mi habitación— le ordenó.

Kinoi obedeció sin rechistar y ambos se separaron en el pasillo.
Las cosas para Ingui se estaban poniendo más extrañas.