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Una vez que estaban en el jardín Ingui apartó su mano de la de Loens bruscamente.
-Qué me querías decir.- le dijo seriamente.
-Joder, qué cambio tan radical.- se quejó Loens mirándola disgustado.
Esta no le dijo nada y este rodeó sus ojos.
-Quiero que aceptes esto.- le dijo mientras que buscaba algo en el bolsillo.
Ingui miró su bolsillo curiosa, pero este no sacó nada, la miró.
-Cierra los ojos.- le ordenó.
-¿Para qué? Dame lo que me tengas que dar.- le dijo Ingui cruzándose de brazos.
-Ciérralos.- volvió a decirle.
Esta finalmente los cerró pensándose lo peor, pero no fue así, Loens cogió su mano y pudo notar que le colocaba un anillo.
A Loens no le dio tiempo a decirle que ya podría abrir los ojos, cuando Ingui, ya los había abierto contemplando detenidamente el anillo que le había colocado.
Era de plata, pero lo que más destacaba era la pequeña perla negra en forma de luna menguante.
-¿Por qué me regalas esto?- le preguntó aún observando el anillo.
-Es un regalo de bodas.- respondió este con una sonrisa tierna.
Ingui al verlo con aquella sonrisa tan sincera se sorprendió, no conocía esa parte de él.
-No tenías por qué hacerlo.- le contestó esta perpleja.
Este suspiró mientras sonreía, la cogió de la cintura y la estrechó entre sus brazos.
Le había dado un abrazo.
Ingui no sabía cómo reaccionar, no se esperaba que actuara así. Tímidamente le abrazó dejando sus brazos en la espalda y este la abrazó un poco más fuerte hacia él, haciendo que sus cuerpos estuvieran un poco más cerca.
-Ingui, te quiero.- le susurró al oído.
A esta le dio un escalofrío que recorrió todo su cuerpo e hizo que su cuerpo temblara de una forma inesperada.
La soltó mirándola a los ojos, la besó.
Gobernó el silencio en esos segundos, hasta que Loens se quedó perplejo.
-Lo- lo siento... Ya sé que me he pasado con el beso, pégame si es necesario.- dijo este disculpándose por lo que acababa de hacer.
"Me ha besado" pensó Ingui.
-Hagamos como si no hubiera pasado nada.- contestó esta dándose la vuelta.
Este asintió.
Entró dentro de la casa dejando a Loens plantado en el jardín, los alfileres le pinchaban un poco la piel a medida que avanzaba, pero pudo aguantar hasta que llegó al despacho donde la anciana la aguardaba.
Se subió encima del taburete y sin decir nada, la anciana prosiguió con lo suyo.
Una vez que había terminado de ponerle el ultimo alfiler, le dijo que se quitara el vestido con cuidado e Ingui se fue a la misma esquina donde se lo puso para tener intimidad.
Se colocó su pijama y le entregó a la anciana el vestido para que lo terminara, estaba dispuesta a salir para ir a coger los antídotos, pero la anciana la paró antes de irse.
-Espero que seáis felices.- le dijo con una sonrisa.
Esta se paró delante de la puerta apollando su mano en el tirador de esta.
-No quiero que mi nieto esté triste.- finalizó.
Ingui miró a sus pies y sin contestar salió de allí.
Subió las escaleras que daban al segundo piso y se dirigió rápidamente a su habitación a recoger los antídotos.
Bajó las escaleras en busca de su abuela y una sirvienta se interpuso en su camino.
-Señorita Ingui, le esperan para cenar.
Al mirarla pudo comprobar que era una de las sirvientas que estaban en el gran salón cuchicheando de lo que pasaba dentro de aquella casa.
-Gracias.- contestó esta y se dirigió al salón dando de lado a la mujer.
Entró, los presentes se quedaron mirándola.
-Pensaba que no ibas a venir.- dijo Jake levantando la vista del plato.
-Ver para creer.- contestó esta dirigiéndose al asiento que había al lado se su abuela.
Jake se dispuso a reír.
-Bueno, estamos todos.- dijo Josef.
Se dispusieron todos a comer, Ingui tenía hambre después de no salir apenas de su cuarto, así que se comió todos los platos que le ponían ante ella.
Sólo se oían los sonidos de los cubiertos chocar contra los platos, algo incómodo, pero no le molestaba.
-Mañana es el gran día.- dijo Jake.
"Ya tenía que sacar la conversación" pensó Ingui.
-Sí, irá toda la familia.- contestó la mujer de este.
-Estoy nervioso.- dijo también Loens sin quitarle la vista al plato.
-No será para tanto.- contestó Jake.
-Y tú Ingui ¿estás nerviosa?- le preguntó la mujer de Jake.
-No.- contestó bruscamente.
Siguieron comiendo, tras la respuesta de Ingui no hablaron más y ella lo agradecía.
Una vez que vio que se dispusieron a mantener otra conversación aprovechó y disimuladamente mientras que las sirvientas quitaban los platos y se armaba más ruido aprovechó para tenderle en la mano a su abuela uno de los antídotos.
-¿Qué es esto?¿de dónde lo has sacado?- exclamó esta en voz baja para no llamar la atención.
-Es el antídoto.- le contestó esta con una amplia sonrisa.
La abuela la besó en la frente en muestra de agradecimiento.
-Dáselo antes de que se den cuenta que ha desaparecido.- le advirtió Ingui seriamente.
Le devolvió el beso tras lo dicho y se fue del salón, ninguno de los que habían ahí se dieron cuenta de su ausencia excepto su abuela que la miraba con gran felicidad.

Todo es extraño [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora