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Acabaron las clases e Ingui se dirigía a su casa, pero no se dio cuenta que Kinoi le perseguía.
Al girar hacia un callejón, lo vio de reojo, "¿qué hace?", pensó, giró la cabeza en dirección a donde estaba él , así que Ingui lo vio de lleno.
Kinoi enrojeció.

—¿Qué estás haciendo?— dijo alzando ambas cejas.

Kinoi no supo qué contestar, sólo sabía que algo iba a pasarle, tenía un mal presentimiento.

—Vete a tu casa y deja de seguirme— le ordenó Ingui.
—Yo no...— un grito interrumpió su frase, venía de un piso de aquel callejón donde se encontraban, a Ingui le dio curiosidad y corrió hacia donde provenían los gritos.
Acabó delante de una puerta de un quinto piso, estaba abierta, sin pensarlo, entró, los gritos se oían mas fuertes y angustiosos, "¿qué está pasando?", pensó mientras caminaba silenciosamente por el salón.
Todo estaba desordenado, había armas en la mesa, no era consciente de lo que hacía, se asomó al baño y algo le salpicó en la cara, se miró, también su ropa fue salpicada por ese algo, era sangre, Kinoi estaba detrás de ella.
Aquella bañera estaba repleta de sangre, una mujer desconocida flotaba en ella, ya pararon los gritos, un hacha estaba hincada en la cara de aquella mujer, era una imagen desagradable de ver.
Estaban paralizados, se aguantaban las ganas de vomitar por ver aquella escena.
Lentamente aquel hombre, se levantó del suelo y se dio la vuelta, se impresionó al ver los dos jóvenes paralizados en la puerta, no esperaba visita.
Tenía una pistola en el bolsillo izquierdo delantero del pantalón y no dudó en sacarla para matarlos, así, se quitaría dos testigos del medio, vieron que la cogió con mucha rapidez, apuntó a Ingui, apretó el gatillo, pero Kinoi se puso por medio empujándola al suelo y recibió la bala en el hombro izquierdo.
Un vecino, oyó todo el alboroto y entró para saber qué pasaba, Ingui se levantó del suelo y vio a Kinoi arrodillado, gimiendo de dolor con la mano derecha en el hombro malherido.

—¡Kinoi!— gritó asustada.

Quería salir de allí antes de que alguien más los vieran, lo cogió del hombro bueno y le ayudó a bajar las escaleras de aquel piso. El vecino ya había llamado a la policía, se oía mucho alboroto tras la puerta de la salida, los policías estaban de camino, ellos ya habían salido de allí, por suerte nadie los vio excepto el vecino que entró.
Ingui decidió llevarse a Kinoi a su casa.

—Tranquilo, te curarás— le susurró al oído.
Él le sonrió como pudo.

Todo es extraño [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora