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Pasó otra semana y aún no se habían visto.
Ingui de vez en cuando hacía la tarea que le dio Élenor, pero la mayor parte del tiempo la pasaba familiarizándose con su nuevo poder, también de vez en cuando salía para cogerse una tarrina de helado de frambuesa.
Kinoi sin embargo, a lo largo de la semana le pasaron muchas cosas.
Su padre finalmente murió por exceso de alcohol y este se quedó sólo con su perro, pero el perro al ser callejero y no estar educado se escapó, ahora si, estaba completamente solo.
Un día por la noche lloraba desconsoladamente, su rabia aumentaba por cada lágrima que caía sobre su mejilla, se levantó furioso y le dio un puñetazo al armario el cual partió en dos, se miró la mano impresionado, pero aún así, siguió dándole golpes a aquel armario para calmar su rabia, pero al final el armario quedó destrozado y él aún estaba rabioso.
Un ensordecedor pitido inesperado, abarcó sus oídos, este molesto, se los tapó para no oír aquel insoportable sonido.
Se tambaleaba de un lado a otro con los ojos cerrados con fuerza, se chocaba con todo, se dirigía al cuarto de baño aunque fuera para echarse agua en la cara y despejarse.
Cuando llegó, abrió los ojos y se asustó al ver su rostro en el espejo, tenía un pelaje negro oscuro, un físico de lobo con una mandíbula en la cual sobresalían unos colmillos largos acabados en punta, tenía tres ojos, el derecho color amarillo y el izquierdo color azul, el central permanecía cerrado, pero en el había un símbolo, era simple pero difícil de describir.
Asustado y aún furioso, salió de su casa corriendo a cuatro patas atropellando a todo lo que se le interponía en su camino.
Acabó entrando en la casa abandonada donde conoció a Ingui.
La echaba de menos.
Llegó hiperventilando, se sentó en el suelo y se puso su zarpa en la cara apollando su cabeza en ella, seguía afectado por lo sucedido. Alguien entró por la puerta sigilosamente, se le quedó mirando.
-Vaya, vaya.- dijo la sombra que asomaba por la puerta.
Kinoi sin sobresaltarse, levantó la mirada y pudo ver a otro ser como él, pero era distinto, su pelaje era color blanco y sus ojos intercambiaban de color, también tenia el tercer ojo con el mismo símbolo que él.
Este escupió en el suelo.
-Quien eres.- dijo sécamente.
Pero ese ser que asomaba por la puerta no respondió a su pregunta.
-Te veo muy enamorado de Ingui.- dijo acercándose a él, este gruñía de desagrado.
-¿Sabes qué?- hizo una pausa, Kinoi seguía gruñendo.
-Tarde o temprano morirá.- finalizó.
Kinoi se abalanzó sobre la bestia y agarrando su cuello con sus garras lo estampó contra la vieja pared haciendo que este, tras el golpe, gimiera de dolor, a su vez se convirtió en un humano.
Para su sorpresa, era Élenor, su pelo rubio y sus ojos verdes lo demostraban.
La soltó atónito quitándole las garras del cuello y esta pudo huir, pero antes de marcharse añadió.
-Morirá.- y se fue.
Kinoi aún no se creía lo que acababa de ocurrir, pero aún así juró por su vida que Ingui no moriría.

Todo es extraño [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora