La pesadilla no termina.

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Los doctores quedaron impactados y murmuraban lo que había ocurrido en todo el hospital, Gabriela había vuelto a vivir. 

Pasaban las horas y a pesar de que Gabriela ya no estaba con gravedad aún no despertaba. Su madre le besaba las manos constantemente y le decía casi murmurando ''Desde ahora en adelante te daré la mejor vida posible.''  Su padre había ido a trabajar nuevamente y todos notaban lo nervioso que estaba, y con el trabajo trataba de desconcentrarse un poco. 

El director y el profesor que habían ido a visitar a Gabriela había quedado al igual que impactados que los doctores, ellos mismos se abrazaron luego de que la máquina volvió a sonar. Al otro día volvieron al colegio, a dar clases normales, pero comunicando que Gabriela había salido del riesgo vital. 

Algunos compañeros lloraban muy seguido, Helen había faltado a clases y Sam no hablaba desde el día anterior, se notaba muy preocupado, sus amigos le preguntaban que le pasaba pero el solo negaba con la cabeza, no decía ni una palabra.

Gabriela despertó una tarde, el sol estaba radiante y entraba por la habitación donde se encontraba hospedada, su madre le sonrió y ella solo trataba de reconocer el lugar donde se encontraba, a su mente volvían los recuerdos de Anorexia y Bulimia y por un momento creyó que ellas habían sido mas que una pesadilla. 

Se dió cuenta que se encontraba en una habitación de hospital, su madre le tenía tomada su mano y Gabriela le trató de sonreír pero en sus ojos aún se notaba el sufrimiento y la tristeza que poseía. Luego comenzó a ver su cuerpo, el cual, la mayoría estaba cubierto de vendas, pero la sangre estaba marcada en ellas y vió su brazo derecho donde había marcado su lema de vida ''SOY GORDA E INÚTIL''. Después de todo eso era lo que ella era por lo menos para sus compañeros de clase. 

Lágrimas se aproximaban para salir de sus ojos, su madre lo había notado y solo pudo abrazarla delicadamente para no ocasionarle ningún dolor, en ninguna herida, de todas las que tenía. 

-No pienso pisar ese colegio nunca más- Gabriela había dicho esas palabras tan bajito que su madre apenas logró escuchar. 

-Claro que no mi amor- le respondió su madre- ¿Por qué nunca me dijiste lo que ocurría?- prosiguió. 

-No quería preocuparte. De verdad lo siento mamá, lamento haberte causando tanta preocupación y sufrimiento. Lamento haberles mentido todo este tiempo, cuando me preguntaban como estaba- Lágrimas caían sin parar de los ojos de Gabriela y de los ojos de la madre. 

-No lo sientas, la culpa también fue mía y de tu papá. Jamás nos acercamos a tu profesor para preguntar como te comportabas o algo con respecto a la escuela, no lo hicimos- Miró hacía abajo- Pero no te preocupes, nos iremos de este lugar. 

Gabriela había sonreído, le parecía muy bien la idea de irse de aquel lugar donde quedarían tantos recuerdos y pedía a gritos el día en que tuviera que dejar ese espantoso lugar, donde había vivido sus peores pesadillas. 

Luego de un rato su padre llegó y abrazó cuidadosamente a su hija y le besó la frente y le llevó unas rosas, las dejo en una mesita que se encontraba a un lado de la camilla donde Gabriela estaba postrada.

-Hablé con mi jefe para que me transfiriera, y trabajaré en el pueblo vecino- Su padre explicaba a su esposa y su hija- Nos vamos en una semana, amor, quiero que te preocupes de ver una casa en el pueblo-dijo a su esposa. 

-Lo haré- le respondió la madre de Gabriela. 

Gabriela había salido del hospital, le habían dado de alta y volvió a su casa. Siempre se encontraba en su habitación para no empeorar sus heridas, su madre cuando le llevaba comida Gabriela se la rechazaba, y su madre asentía, no la quería molestar. La pequeña de trece años muchas veces recordaba la pesadilla que había tenido en el hospital. Su padre le había contado que había muerto por unos segundos y que luego la máquina volvió a sonar, Gabriela veía su vida actual como ''una segunda oportunidad''  pero estaba desaprovechandola. 

Había llegado el día en que debía irse a un pueblo vecino, dejaría ese maldito lugar. El camión de mudanza ya tenía todos los muebles del, que sería desde ese día,  su antigüo hogar. 

-Vamos cariño- le dijo el papá de Gabriela a ella misma.

-Espera papá- 

Subió corriendo hasta su habitación, aspiró el holor, era un aroma muy dulce. Miró a través de él, había pasado los peores momentos en esa habitación, esa habitación donde quedaron tantos recuerdos, tantas lágrimas y tantas desiluciones, dió un suspiro y caminó hasta la salida de la que había sido su habitación, dando termino al último capítulo de su pesadilla, o por lo menos así lo creía ella. Pero ella no sabía lo que el destino tenía preparado para ella, su pesadilla aún no acababa, solo estaba dejandola descansar. 

El espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora