Lo imposible.

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Mi mamá me llamó para almorzar luego de darme la mala noticia y yo abrí la puerta de mi habitación y le grité ''¡No, no quiero comer de tu asquerosa comida. Ni siquiera quero verte a la cara!'' y cerré la puerta de mi cuarto de un portazo. Estaba enrabiada, tan enrabiada que en ese momento odiaba a mi madre, odiaba todos los recuerdos que tenía de ella y no tomaba en cuenta que le estaba causando mucho daño.

Narrador. 

Luego del fuerte grito que dió Gabriela, su madre quedó sin apetito y comenzó a llorar desconsoladamente, estaba demasiado preocupada por su hija, había cambiado, había pasado de ser una chica dulce a ser una chica fría y atrevida. 

Elizabeth, la madre de la chica de trece años, quedó llorando y quedó inmune, no se paró de su silla hasta que llegó su amado esposo, el plato de comida no lo recogió y algunas lágrimas cayeron sobre la comida. 

-¡Amor! ¿Qué te ha ocurrido?- Dijo Poul preocupado. 

-Ga...Gabriela- 

-¿Qué pasó con Gabriela?- Dijo el hombre alterado. 

-Me dijo que no me queria ver la cara luego de que le dije que el lunes comienza la escuela- Continuaba llorando y mas aún cuando recordó como su única hija la había gritoneado. 

-Se le pasará, solo recordó lo que pasó en su escuela anterior, solo es eso- 

-¡Últimamente haz estado muy optimista Poul! ¡Basta!, nuestra hija está mal, no es normal lo que le está ocurriendo- Dijo escondiéndose en el pecho de su hombre como pidiéndole disculpas por haberle gritado. 

-Tranquila Elizabeth, trataremos de hablar con ella ¿Ok?- Elizabeth seguía escondida en el pecho de Poul- Amor, mírame- La madre de la chica lo miró directamente a los ojos- ¿Ok? 

-Ok, lo haremos- 

Luego de terminar su conversación Poul logró que su esposa se calmara e hizo que comiera, al terminar subieron y abrieron sin avisar la puerta del cuarto de su hija para poder hablar con ella pero ella estaba encerrada, tenía la puerta con seguro y sus padres no tenían llave de la habitación.  

-Gabriela, abre la puerta, yo y tu madre queremos hablar contigo- 

Gabriela se paró y se sentó en el suelo apoyando su espalda en la puerta de su cuarto. 

-Hablen- Dijo fría. 

-Queremos saber que te está pasando, ya no eres la misma chica de antes amor, ¿qué te sucede?- Dijo sollozando el padre de la chica. 

A Gabriela le dolió escuchar como su padre sollozaba ya que nunca antes lo había hecho y pensó por primera vez que todo lo que estaba haciendo era para mal. No respondió a su padre ya que si lo hacía se les escaparían las lágrimas y su voz se quebraría y espero algunos segundos para por fin poder hacerlo sin ni siquiera saber que decir. 

-No sé, ni siquiera yo sé lo que me ocurre, las personas cambian. Aceptenlo- 

La preadolescente no podía controlar ser tan fría con sus padres y a pesar de que ella sabía que estaba haciéndolos sufrir continuaba haciéndolo. 

-¿Quieres que lo aceptemos así y ya?- dijo Elizabeth- No es tan fácil Gabriela, no lo es cuando estás acostumbrada a convivir con una chica dulce y tierna que cambia de un día para otro. 

-¡Maldita sea! Callate- Gabriela dio un fuerte golpe a la puerta, su madre dió un paso atrás del susto- Siento que te odio mamá, eso es lo que siento ahora, es la verdad- 

La madre de Gabriela comenzó a llorar y su esposo la abrazó fuerte para que ella se sintiera entendida aunque sea por algunos segundos. Quisieron alejarse de la habitación de su hija, no tendría ningún resultado seguir parados afuera de su habitación sabiendo que no sacarían ninguna información sobre su inoportuno comportamiento. 

El espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora