Inicio de una enfermedad.

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Gabriela.

El hecho de irme del lugar donde la había pasado tan mal me hacía sentir bien. El camino a mi nuevo hogar era muy rural, esperaba que donde viviera no fuera tan así. Si no algo mas urbano.

Deseaba que en ese lugar pudiera hacer amigos, y pedía con todas mis fuerzas que no me molestaran por mi contextura física.

Mis heridas aún no cicatrizaban y muchas veces al día miraba el ''SOY GORDA E INÚTIL'' que estaba marcado con cortes en mi brazo derecho. A veces me ardía y otras veces me picaba por la crema cicatrizante.

Mi mamá muchas veces en el camino me preguntaba si me encontraba bien y sin mentirle le respondía que sí, que si lo estaba. Mi padre me hacía reír durante el viaje con algunos de sus chistes, y junto con mi madre cantabamos las canciones que ponían en la radio.

Sentía que todo iba bien y que todo saldría perfecto. Tenía un buen presentimiento acerca de lo que podría ocurrir en mi futuro pero ¿Quién sabría si de verdad todo estaría bien? De todos modos el miedo no se perdía instantaneamente, el trauma quedaba y se prolongaba con la angustia.

Al llegar a la que sería nuestra nueva casa, dimos un tour por alrededor de ella, mi habitación era mucho mas grande que la anterior y tenía un baño dentro de ella. La casa era inmesa, había muchos lugares por donde recorrer y nuestro patio era grande, con mucho pasto y árboles.

El pueblo no era rural, era mas bien como una ciudad pequeña, tenía muchas casas y pequeños edificios, algunos mercados y por las calles se veían muchas chicas y chicos de mi edad, eso me emocionaba.

Estaba ordenando mi pieza, mientras pensaba que ocurriría si me dañaran denuevo, pero con todo mi corazón pedía que no lo hicieran. Desde mi habitación podía ver la calle principal, pasaban algunos autos y se escuchaba como reían los chicos que jugaban y tonteaban afuera, me daban muchas ganas de salir pero no conocía a nadie y socializar me daba mucho miedo.

-Gabriela ¿Puedes ir a ver quien busca? Estoy algo ocupada con tu padre- Habían tocado el timbre.     

-Esta bien, voy- Respondí.

Bajé las escaleras y fui hasta la puerta principal, la abrí.

-Hola, soy Alexander, me puedes decir Alex. Soy tu vecino- Era un chico de mi edad, muy sonriente, atractivo y muy amable. Me sorprendió que siguiera sonríendo luego de observarme, después de todo yo era repugnante.

-Hola, me llamo Gabriela- Sonreí tímidamente- Si gustas pasas, mis padres están arriba-

-Claro, muchas gracias-

Subimos hasta la habitación, él se presentó al igual que mis padres, se notó que entre ellos se habían agradado.

Cuando estaba a punto de irse me invitó a conocer a sus amigos, que también eran mis vecinos. Le pregunté a mis padres si podía acompañar a Alex y ellos asintieron.

Llegamos a una plaza que quedaba muy cerca de mi nuevo hogar y ahí estaba una chica y un chico que miraban a Alex y a mí acercarnos, supuse que ellos eran sus amigos.

-Hola chicos- Alex sonrío como siempre- Ella es Gabriela, nuestra nueva vecina. Gabriella ella es Emilia y él es David-

-Mucho gusto- Dijeron Emilia y David al unisono y todos reímos.

¿Por qué eran tan simpáticos conmigo? Jamás alguien se había comportado así, me sorprendía que no me rechazaran o que no me ignoraran. Me había dado cuenta que me había acostumbrado al rechazo y a la soledad, me sentía incómoda en compañia.

Seguimos hablando y riendo, con ellos olvidaba que en días atrás había estado postrada en una camilla de hospital con un estado grave de salud. Se sentía bien que no me juzgaran por mi contextura. Estaba anocheciendo, era hora de que todos nos fueramos a casa. Mientras iba caminando hasta mi hogar mi mente me comenzó a atacar con alucinaciones que parecían casi reales, Anorexia y Bulimia me perseguían, eso era lo que yo creía. Corrí hasta llegar a casa lo mas rápido que pude pero de pronto me tropecé, veía como ellas se acercaban cada vez mas a mí y cerré mis ojos con todas mis fuerzas, al abrirlos ellas ya no estaban, y pude confirmar que ellas si eran parte de mi mente.

Mi respiración se escuchaba agitada y antes de entrar a la casa decidí descansar un poco, me dí cuenta que la caída había provocado que mi pantalón se rompiera y que mi rodilla sangrara. Sacudí mis ropas, lo que menos quería era preocupar a mis padres pero sería imposible que no notaran que mi pantalón estaba roto y que mi rodilla estaba sangrando, y toqué la puerta, mi madre me abrió.

-¿Qué te ha pasado? ¿Ese niño te hizo algo?- Dijo mi madre algo alterada.

-No mamá solo fue una caída, no te preocupes-Dije tranquila.

-¿Estás segura Gabriela? No me mientas-

-Es la verdad mamá, creeme-

-Está bien, ve a ducharte y baja a cenar-

Subí a mi habitación, quité las ropas que cubrían mi cuerpo quedando completamente desnuda. Entré al baño que se encontraba en mi habitación con la intención de meterme inmediatamente a la ducha pero no pude evitar parar ante el espejo.

Siempre era lo mismo, comenzaba a analizar mi cuerpo, notando cada defecto que existía en mí y las lágrimas salían sin avisar. Mi cara se comenzaba a poner roja tras la combinación de tristeza e impotencia que me daba al no poder ser delgada y bonita. Comencé a golpear desesperadamente las paredes del baño hasta que mis manos comenzaron a doler intensamente, me había hecho moretones notorios.

Abrí el agua helada y dejé que la tina se llenara, me metí sintiendo un escalofrío en todo mi cuerpo y me quedé ahí como una media hora mientras lloraba y el dolor en mis manos se calmaba

Salí de la ducha y me vestí atormentada con una idea que tenía en mi cabeza. Era terrible el sentimiento de saber que tenías fobia a tu propia imagen y podías observar tu reflejo en todas partes, aunque no quisieras.

Al terminar de ponerme el pijama bajé a cenar, mi madre me había servido un plato muy lleno y no dudé en comer toda la comida que estaba depositada allí. Le dí las gracias a mi madre por la comida y corrí hasta mi habitación, me paseaba de izquiera a derecha contantemente por la pieza, mis pensamientos me tenían apretujada y mis miradas se iban frecuentemente hasta el baño. "Sabes que tienes muy claro lo que quieres hacer, hazlo." Había una voz dentro de mi cabeza que me insistia en hacer lo que dudaba hacer. Luego de comer sentía que me volvía mas gorda de lo que era y mas fea de lo que me sentía. No lo dudé mas, fui hasta al baño, me inqué frente al toilet, metí dos dedos a mi boca y vomitémis pensamientos, dejando satisfecha la voz que me atormentaba.

El espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora