Gabriela.
Otro día de escuela, me encontraba cansada. No había dormido mucho en la noche, había tenido pesadillas. En mis pesadillas constantemente aparecía una niña, una niña que tenía sus brazos empapados con sangre, se había cortado, pero no podía ver su cara porque la mantenía abajo, ella lloraba y su pelo le tapaba gran parte de su rostro.
Hice lo que hacía todos los días antes de ir a la escuela. Me miré en el espejo, tenía unas ojeras horribles. Cada vez que me miraba en el espejo la rabia se apoderaba de mí.
-Gabriela, baja a desayunar, se te hará tarde- Gritó mi tía desde el primer piso, me desconectó de mis pensamientos y lo agradecí, no quería comenzar mal mi día.
Desayuné, aún sin tener ganas de hacerlo, después de todo era casi mi única comida diaria, el desayuno y la cena era lo que me mantenía en pie. Tampoco quería ocasionar problemas en una casa donde solo era recibida.
Me llevaron a la escuela, me bajé después de despedirme de mis tíos y entré al colegio sin miedo, esta vez me sentía segura. Mis compañeros de salón me saludaban y me sonreían y yo les sonreía de vuelta.
Fui a mi casillero y cayó una pequeña hoja desde adentro.
''Hola, la verdad es que no te conozco, solo sé que te llamas Gabriela. Pero el fin de esta nota no es decirte que no te conozco ni mucho menos, pero me asusta como estás.
Sé que la pasaste muy mal tiempo atrás, te vi llorar un par de veces aquí en la escuela. Quise acercarme para consolarte para darte aunque sea algo de apoyo, pero fui cobarde, tenía miedo de que me molestaran a mi también.
Gabriela, no soy nadie para decirte que hacer con tu cuerpo y sé que estás haciendo algo muy malo con él. Estás muy delgada y me preocupas.''
¿Delgada? ¡Por favor! ¿Qué clase de broma era esa? Arrugue la nota y la boté en el basurero mas cercano. No quería que siguieran bromeando conmigo.
¿Y si quizás esa nota era en serio? No, no podía ser, mi cuerpo seguía siendo grueso al igual que antes. Fui hasta el salón y saludé a algunos compañeros. Todos estaban siendo muy simpáticos conmigo y eso me sorprendía y al mismo tiempo me agradaba.
Pero no entendía porque no habían sido así antes conmigo, yo seguía siendo la misma a como había sido un tiempo atrás ¿Por qué cambiaron tanto sus actitudes con la misma persona?
Habían tocado el timbre de inicio de clases, el profesor García había llegado, nos saludó con ánimo como siempre, y yo con mis compañeros respondimos a su saludo de la misma manera.
Pasaron cinco minutos luego de que el profesor García había comenzado su clase y tocaron la puerta.
-Disculpe por llegar tarde profesor- Decía Sam- ¿Puedo entrar?-
-Pase señor Samuel, que sea la última vez-
Sam al entrar me miró y me sonrió, yo no tenía compañía y se sentó a mi lado. Yo me sonrojé. Le tomaba mucha importancia a cada acto que el hacía.
-Necesito que con su compañero de puesto hagan un informe. Investiguen sobre la llegada de Cristobal Colón a América, me lo deben entregar el miércoles de la próxima semana- Dijo el profesor García antes de terminar su clase.
-Si quieres puedes ir a la casa de mis tíos estos días para que podamos avanzar en el informe- Le dije a Sam.
-Claro- Sam me sonrío.
-Mañana nos vamos luego de la escuela ¿te parece?-
-Sí ¿Debo llevar algo?-
-No, no te preocupes mis tíos tienen todo lo que necesitamos- Le sonreí.
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El espejo.
Teen FictionMuchas adolescentes viven día a día odiándose, sintiendo que son feas, unas porquerías que no deberían vivir pero ¿Qué pasaría si esos malos pensamientos fueran muy lejos?