Tan sólo un poco de tranquilidad.

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Narrador:

El padre de Gabriela estuvo esperando a su hija una hora afuera de la escuela, pero ella nunca salió. Decidió hablar con el director del establecimiento educacional, él reviso en el libro de clases si Gabriela había asistido y sí, si lo había hecho.

-Lo mas probable es que Gabriela se haya escapado de la escuela. Usted sabe, a esta edad los chicos son muy rebeldes- Decía con mucha tranquilidad el director.

-Mi hija no es de escaparse de la escuela- Dijo Poul sabiendo que últimamente se podía esperar todo de su hija.

Paul salió de la oficina del director, había perdido todo su buen humor charlando con él y decidió buscar a su hija por todo el establecimiento.

Gabriela se veía rendida, no hacía ruido, no se movía. Es más. Creía que ahí mismo moriría. Pero de pronto escuchó unos pasos cerca de la puerta y con los pies botó unas escobas al suelo para llamar la atención de quien fuese que estaba ahí.

-¿Alguien está ahí?- Dijo el padre de Gabriela sin resivir alguna respuesta pero le llamó mucho la atención que hubiera ruido allí, esa parte del colegio parecía abandonada.

A Gabriela le había parecido escuchar una voz muy familiar pero no sabía quien podía ser, estaba semi inconciente, habían golpeado hasta su cabeza.

Poul quiso abrir la puerta de donde venían los ruidos pero estaba cerrada con candado, corrió donde el director a pedirle alguna herramienta para romper el candado, pero le respondió que no tenía ninguna, pero que tenía muchas llaves, que provara con algunas.

Poul volvió a donde se suponía que estaba su hija. El candado decía "llave 45". El padre de Gabriela buscó la llave 45 entre el conjunto de llaves pero no estaba. Se la habían robado.

Tanta era su desesperación que llamó a un cerrajero que llegó en veinte minutos y cuando pudieron abrir la puerta los dos quedaron impactados, el cerrajero se llevó la mano a la boca y de los ojos de Poul salían algunas lágrimas. Estaba sorprendido con lo que veía; su hija acurrucada en el piso, inconsiente, cubrida con polvo, con su boca parchada y sus extremidades atadas.

Llamó a emergencias y llegaron rápidamente, sacaron a la hija de Poul en una camilla y luego la subieron al automóvil de emergencias mientras que Poul los seguía en su auto.

Cuando llegaron al hospital, Elizabeth ya estaba esperando a su pequeña, Poul le había dado aviso de la situación.

Elizabeth se vio sorprendida al ver que su marido tenía los ojos rojos, de inmediato supo que su esposo había llorado y lo abrazó fuertemente y le dijo al oído "Seamos fuertes y ayudemos a nuestra hija a superar todo lo que le está sucediendo", luego Elizabeth le dio un beso en la frente a Poul y fueron a la sala donde se encontraban sanando a Gabriela y esperaron a que despertara para saber lo que le había ocurrido.

-Mírala Elizabeth, es tan hermosa. Me encantaría que ella pudiera decir lo mismo- Dijo Poul a su esposa.

-Algún día lo hará Poul, solo hay que tener paciencia-

Poul miraba con una dulzura impresionante a su hija, ella era su mundo. Él aunque no lo demostraba estaba sufriendo porque su hija ya no era la misma de antes y jamás volvería a serlo, eso era lo que mas le dolía.

Elizabeth trataba de pensar lo mas optimista posible. "Las cosas pasan por algo" decía para ella, asegurando que a su hija le estaban pasando cosas malas porque en un futuro recibiría cosas mejores. Pero a pesar de todo el optimismo que estaba en ese momento en Elizabeth, sabía que ya era demasiado, era mas de lo que una niña de trece años podía soportar. Pero no quería llorar e hizo todo lo posible para no hacerlo porque iba a preocupar a su marido y quería procurar no hacerlo. Elizabeth sabía que Poul estaba saturado y angustiado por todo el sufrimiento por el cual pasaban y sobre todo su hija.

El espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora