Uno.

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 Miré a mi lado izquierdo a Dani y me animó enfatizando su expresión, de mi lado derecho estaba Aye y cuando la miré, también me incentivó a hacerlo, así que sin dar más vueltas me levanté escuchando las risitas tontas de mis amigas mientras caminaba entre medio de las mesas de la biblioteca, para llegar al mostrador. Respiré hondo y me mentalicé en poner mi mejor sonrisa y buscar mis mejores frases, de todos modos sabía que iba a lograr mínimamente, que me guiñara un ojo.

—Hola Dante. —le dije apoyándome en el mostrador, se dio la vuelta dejando unas fotocopias en el estante y sonrió mostrándome sus perfectos dientes blancos con la expresión ladeada.

—Hola Cami.

—Decime Cali, en serio.

—No me acostumbro, perdón. —sonrió acercándose también al mostrador y como este no eran tan ancho, quedamos cerca uno del otro. — ¿todo bien?

—Sí, ¿vos?

—Bien, cansado, cursé anoche.

—Uh qué mal, todo sea por el trabajo ¿no?

—Sí, más que nada para ayudar a mi papá, necesita unas vacaciones el viejo.

—Así que son buen hijo eh, ¿algo más para agregar a tu lista de chico perfecto? —le pregunté con gracia y él se rió negando.

—Creeme que estoy lejos de la perfección bonita, aunque bueno, físicamente no te tengo tan lejos. —levantó ambas cejas y yo le sonreí cómplice.

—Bueno, gra...

—Hola Dante. —le dijo un chico casi empujándome de mi lugar para saludarlo, la sonrisa de Dante se amplió y yo borré la mía para poner mi brazo por delante del suyo cuando me lo impidió.

—Eh Lauti ¿qué haces? —le ofreció la mano y se la aceptó chocándosela cual saludo de chicos. —No te vi anoche, ¿pasó algo?

—Nada significante, un percance familiar. —se encogió de hombros. — Falleció mi tío. —le dijo con naturalidad y yo abrí los ojos de par en par, Dante se notó igual de sorprendido.

—Uh qué mal, mi más sentido pésame.

—Gracias, igual lo vi dos veces en mi vida pero tenía que hacer presencia.

—Claro, bueno si querés te paso lo que hicimos, no fue mucho igual. —le dijo y yo intenté pasar mi brazo adelante del suyo, pero él me lo impidió haciendo resistencia innecesaria.

—Dale arreglamos y vengo a buscarlos, tenés mi número.

—Sí, antes de las dos porque después piro para casa, te aviso.

—Gracias genio, me salvaste. —le chocó la mano y Dante le sonrió, se fue después de empujarme un poco y yo fruncí el ceño ante su reacción, pero limité a ignorarla cuando él volvió la sonrisa a mí.

— ¿Y éste de qué pozo salió? Bueno no importa, ¿en qué estábamos?

—Mmm...

—En que eras un chico perfecto, cierto. —le dije y se rió dándose la vuelta para buscar las fotocopias y ponerse a hacer más en la maquina.

—No te creas, tengo mis grandes imperfecciones.

—Me encantaría saberlas entonces, algún día podemos tomar algo y así nos conocemos más ¿qué te parece?

—Buenísimo, cuando quieras, me avisas así organizo el día y nos juntamos.

—Dale, te estoy avisando eh. —le advertí alejándome del mostrador y él asintió con una sonrisa.

¡Va a ser mío!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora