Catorce.

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No me sentía del todo cómoda dándole la razón a Lautaro, obvio que toda la semana fue un proceso de asumirlo para mí misma, no es como si fuese a ir de inmediato a él para pedirle que me devolviera el favor, pero lo estaba necesitando y no veía a Dante con los ánimos de dar ese paso en nuestra relación, él sólo quería sentirse acompañado y besarme antes que yo quiera llevarlo a otro nivel, sin embargo eso a mí me estaba aburriendo y si no fuese porque quería ganarle al gay, hubiese seguido con mi plan de sólo conseguir tener sexo con el chico más lindo de la universidad. Mis amigas estaban de acuerdo en dejar pasar algunas citas para tener sexo, yo creía que tres eran suficientes, pero con Dante habían pasado más de tres y no pasaba absolutamente nada.

Había cuidado a Dylan el viernes por la noche pasando mi cita con Dante al sábado, tampoco estaba tan emocionada por aquel encuentro, sí tenía las esperanzas que sea el tiempo suficiente para él y podamos mínimamente pasar a algo más que un beso, una caricia demás no iba a ser nada malo, o eso esperaba. Nos encontramos en la playa y después de comer pizzas y hablar de sus problemas, le pedí volver al auto así tomábamos nuestros helados con calefacción, porque hacía mucho frío.

—Puedo ayudarte con eso si querés. —me dijo y yo con una sonrisa le di el pase a que tome mi helado, mordió un gran pedazo y me reí cuando no aguantó el frío. — ¡Ay mierda!

— ¿Se te congeló el cerebro?

—Un poco, mierda que está frío.

—Sí yo me muero del frío, menos mal que está la calefacción porque no soportaría tomar el helado afuera.

—La gente normal no suele tomar helado en invierno.

—No te metas con esa gente, ellos dicen que el helado se toma en cualquier época y estoy de acuerdo, pero en invierno con la calefacción al máximo. —le dije y él se rió acercándose nuevamente a tomar mi helado, a propósito me acerqué también y entre nosotros hubo un pequeño espacio, sólo con los labios porque nuestras narices se rosaban. Fui la primera en apartarme y cederle mi helado.

— ¿No querés más?

—No, te lo regalo.

Se lo terminó de comer y el tiempo que tardó en hacerlo nos mantuvimos en silencio, no fue incómodo porque yo busqué pañuelos en mi bolso y encontré alcohol en gel, mis manos estaban pegoteadas y después de ponerme le ofrecí cuando terminó.

—Cali, te quería agradecer por estar conmigo en estos momentos, en realidad no la estoy pasando bien y me alegra saber que cuento con vos. —me dijo agarrando mi mano para pasarme todo el frío que llevaba por el helado. —me gusta conocerte más.

—Por supuesto que contas conmigo, para lo que quieras.

—Es extraño, pero se siente tan bien que la chica más linda de la universidad me hable.

—Diría que es al revés, las chicas gustan de vos, todas...

—Y los chicos de vos, sos hermosa. —me acarició la mejilla y yo tragué sonriéndole un poco, el frío de su mano sobre mi mejilla templada quitaba lo romántico a la situación. —Yo siempre lo pensé, pero no me imaginaba llegar a conocerte así.

—No lo intentaste tampoco.

— Te veía un poco inalcanzable.

—Dante vos sabes perfectamente lo que sos para las chicas, todas te consideran el más lindo.

—No sé, pero eso no me da seguridad, es lo que te decía de cómo la gente juzga y...

—Entiendo. —le dije poniendo mi mano encima de la suya sobre mi mejilla. No quería volver a la teoría del por qué la gente juzgaba simplemente. —De todas formas pienso que soy afortunada en que estés acá conmigo, hoy.

¡Va a ser mío!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora