Lautaro casi me obligó a irme de la casa de Dante, después de haberlo tirado al suelo por la piña que le dio, me agarró a mí y muy enceguecido por la bronca me llevó hasta mi auto y me indicó que manejara hasta mi casa, antes me preguntó si me sentía bien y cuando se aseguró que lo estaba, se subió a su auto para seguirme.
Fue extraña su reacción, no lo conocía enojado y supe entonces que nunca debería hacerlo enojar porque no iba a ser bueno, Dante podía dar fe de eso con el labio que le literalmente le rompió, y si yo hubiese tenido esa fuerza también le hubiese hecho sangrar el labio, pero no la tenía, sólo había tenido suerte que Lauti me defendiera.
Bajamos ambos del auto y él parecía más calmado, lo hice entrar y como nadie estaba en la planta baja, nos quedamos en la cocina.
— ¿Segura estás bien?
—Sí Lauti, no me lastimó.
—Pero te apretó fuerte ¿no? —preguntó y yo asentí, me lastimó con la fuerza que sacó del enojo que por alguna razón le había causado, sin motivo alguno de reaccionar con razón. —qué cobarde que es, poco hombre.
—No sé por qué lo hizo, se ve que le afectamos mucho.
—Lo que sea, pero no es razón para tirarte así, evidentemente le hacen falta un par de correcciones.
— ¿Por quién le habrá molestado más, por vos o por mí? —pregunté con gracia y él negó escondiendo su sonrisa porque estaba enojado.
—Mirá en lo que pensas, tarada.
— ¿Qué? Se puso celoso, es obvio, ahora hay que saber por quién.
—Por vos, obviamente.
—No sé eh, eso es lo que le conviene decir, quizá se enojó porque le gané de mano.
—Yo no lo iba a besar a él si es lo que esperaba, hace rato dejó de interesarme ese tarado, no iba a darle el gusto de besarlo frente a todos por un jueguito. —dijo y se levantó estirándose, le vi la mano y sus nudillos estaban un poco colorados.
—Si te seguís peleando con la gente se te va a esguinzar, ¿querés hielo?
—Nah, me voy a ir antes que me pare la policía y me haga el control de alcoholemia, no quiero ir preso por ahora.
— ¿No te querés quedar a dormir?
—Mmm no, tu papá me da miedito todavía. —dijo y yo me reí acompañándolo hasta la puerta. —después vemos cómo seguimos...
— ¿El beso? —sugerí levantando una ceja y él se rió negando, bajó el porche y me miró antes de acercarse al auto.
—Ya quisieras, pero no pequeña saltamontes, me refiero a tu relación con Dante.
— ¿Voy a tener que seguir con él?
—Es obvio que va a rogarte por perdón...
— ¿Y tengo que ser una tarada y aceptarlo?
—Yo diría, así nos seguimos vengando de él y con más razón.
—Lauti...—me quejé y él se rió entrando al auto. —yo soy la agredida y tengo que ser la boluda que lo perdona.
Era de esperarse que Dante se sintiera arrepentido al respecto, no es como si yo tuviese una bola mágica pero lo tenía a Lautaro que básicamente era lo mismo, él sabía lo que iba a pasar y me indicó lo que yo tenía que hacer, perdonarlo para jugar peor.
No estaba tan de acuerdo con eso, pero me tentaba la venganza porque Dante ya no interesaba, era una estúpido y me había dado cuenta de eso mucho antes de aliar mi plan al de Lauti, por lo que no valía la pena, sin embargo él quería seguir jodiéndole la vida y por increíble que pareciera, me divertía la idea.
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¡Va a ser mío!
Teen FictionTodo el alumnado femenino de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, está de acuerdo con que Dante Molina es el estudiante más lindo de toda la facultad, no sólo tiene el mejor físico y su indudable cara perfecta, es simpático y aten...