Cuarenta y tres.

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Seguía queriendo llevar a cabo el acuerdo con Lautaro, sin embargo fue difícil el momento previo a que estuviese con Agustín y usáramos su regalo, no había duda que me hubiese encantado usarlo con él, pero rechazó todas mis insinuaciones en forma de broma el viernes por la noche cuando fuimos al cine a ver una película totalmente aburrida, pero soportable para pasar el tiempo juntos y emborracharnos como lo solíamos hacer antes de cagarla bien alto.

Fue todo muy normal y dejamos intacto el legado de amigos, por lo que al día siguiente cuando fui en busca de Agustín y lo llevé a recorrer hasta quedarnos viendo las ballenas en el puerto, no sentí como si estuviese engañando a Lautaro y eso fue bueno, no como él que eso nunca lo sintió con todos los que se había acostado en la semana y fui testigo de escucharlo recordar sus nombres.


La cama del hotel se sentía la gloria, porque Agustín me llevaba a conocerla a su forma, estaba amigada con ella pero no la veía siempre con quien quería. Fue genial disfrutar la plenitud del hotel hasta el día siguiente que desayunamos y nos sirvieron como reyes, sin contar que la actitud de él ya me hacía sentir reina.

— ¿Todo va bien con tu chico de acá?

—Qué vergüenza que recuerdes su existencia.

— ¿Por qué?

—Viajaste por mí, a verme sabiendo que existe ese chico.

—Pero estás acá y conmigo, es lo que me importa. —dijo tranquilo, pero yo no lo vivía así internamente porque alertó en mi cabeza sobre el paradero de Lauti, exactamente dentro del culo de Dante. — ¿crees que te vas a poner de novia con él o sólo es histeriqueo?

—Era histeriqueo, pero no pasa más nada, o sea ya cortamos eso.

— ¿Estás segura?

—No, pero voy a estarlo. —le dije y él se rió agarrando su taza de café. —No quiero que sientas que juego con vos, es difícil encarar otra relación pero me gusta.

—Cali vos sola te confundís, yo te dije que entre nosotros siempre va haber buena onda, y aunque no tengamos sexo va a estar todo bien, siempre.

—Sí bueno pero vos ya no estás para joder así, y yo quiero que cuando estoy con vos, mi cuerpo y mi mente lo estén también.

— ¿Tu mente no está?

—Sí que lo está, haces que esté. —le dije y él sonrió satisfecho.

Quise presentárselo a Lauti sin que Agustín se diera cuenta que era él mi problema, pero no quiso saber nada de juntarnos ni siquiera con Víctor y yo lo respeté, no tenía por qué conocerlo si no lo deseaba, pero me parecía extraño, porque antes quería hacerlo y hasta había insistido al respecto, de todos modos fue mejor no juntarnos con ellos porque me llevó a cenar en la noche y volvimos al hotel a que nos diéramos una buena despedida, sin saber cuándo era el próximo encuentro.

Quise presentárselo a Lauti sin que Agustín se diera cuenta que era él mi problema, pero no quiso saber nada de juntarnos ni siquiera con Víctor y yo lo respeté, no tenía por qué conocerlo si no lo deseaba, pero me parecía extraño, porque antes qu...

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