Once.

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Mi mamá y mi papá creían que ser adulta y hacerme cargo de las cosas significaba no ir a la universidad el lunes, ellos decían que tenía que tomarme mi tiempo y reflexionar para accionar, pero al fin y al cabo estaban apañando que me retrajera por algo que no tenía sentido. Sabía perfectamente que no fui yo la asquerosa que jugó con eso, y Lautaro iba hacerse cargo muy bien de hacérselo saber a todos.

Estacioné el auto de frente a la universidad y al apagarlo respiré hondo, levanté la vista y me miré al espejo retrovisor, veía a una chica segura y decidida de sus acciones, una chica madura y responsable, sobre todo muy limpia como para hacer la asquerosidad del sábado, por lo que nadie iba a poder juzgarme de lo contrario. Bajé y me puse mis anteojos de sol, me colgué mi bolso en el hombro y cerré la puerta para apretar el botón de seguridad en la llave de mi auto.

Fue fácil caminar en el estacionamiento porque las pocas personas que había no me miraban diferente, y si lo hacían una vez que los pasaba a mis espaldas ya no podía ver si se reían o algo similar, no me importaba pensar en eso porque al abrir la puerta principal, me armé de valor para afrontar la realidad por mí misma. Había un poco de esperanza en mí que todos se olvidaran por lo que habían consumido en la noche, pero si no, estaba bien, yo podía con eso. Thiago, Coco y Aye estaban hablando en el pasillo de los casilleros, así que me acerqué sintiéndome inmune a las inevitables mirada.

— ¡Cali!

—Hola chicos.

— ¿Cómo estás Cali? —me preguntó Thiago un poco apenado. —te mandé un mensaje.

—Sí lo recibí, gracias estoy bien.

—Obvio que estás bien. —me abrazó Aye por los hombros y yo sonreí, tanto ella como Dani habían sido un gran sostén el camino a casa el sábado por la noche, pedirles que me dejaran fue parte del agradecimiento por las grandiosas amigas que tenía. —ella es invencible, nada ni nadie va a derrotar a esta bebé.

—Vos lo dijiste.

—Lautaro es un estúpido, está celoso porque Dante quiere salir con vos.

—Nunca me cayó bien Lautaro, ahora menos. —dijo Coco. —se cree que tiene a todos a sus pies porque las chicas están detrás de él aunque sea gay.

—Sí es un creído, un sexy y egocéntrico pero hermoso gay reprimido. —rodó los ojos mi amiga y nosotros nos reímos, nadie podía negar ningún adjetivo que le estableció.

—No sé si es tan reprimido, pero obviamente es un estúpido.

— ¿Y cuál es el plan venganza ahora? Yo te ayudo. —me dijo Coco y Aye levantó la mano. Thiago era su amigo así que se quedó callado.

—Yo también.

—No voy a vengarme de él, no tengo cinco años, mi coeficiente intelectual da más que eso a comparación del suyo.

—Bueno pero algo hay que hacerle, que se muera de la bronca.

—No. —negué convencida. —No voy a caer bajo como él.

La hora que empezaban las primeras materias comenzó y los chicos se alborotaron un poco en llegar a sus salones así conseguir el mejor asiento, por mi parte no era lo que quería pero tampoco me gustaba llegar tarde para que todos en la sala me vieran entrar, así que me encaminé con ellos a nuestros diferentes salones. Antes de entrar al mío, vi a Lautaro hablar con su amiga mientras se acercaba, me apresuré para que no me viera pero fue un intento fallido cuando escuché mi nombre en su boca y pronto su mano en mi brazo.

—Hey, ¿podemos hablar? —me preguntó girándome, con voluntad propia también lo hice. —Por favor.

—Tengo clase ahora.

¡Va a ser mío!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora