Dejé a Agustín en el aeropuerto y sin poder esperar a que su avión despegara, me volví a mi casa, donde me encontré con lo que realmente quería, mi cama y mi almohada.
No fue fácil manejar la situación cuando lo único que quería era estar debajo de mis sábanas durmiendo y olvidando todo lo que había pasado, porque me negaba a aceptar que Lautaro iba a olvidarse de lo poco que dijo y que había significado un montón para mí, cuando en realidad tenía mucho más para decir y para hacerme mierda porque él mismo admitió que no lo iba a recordar.
Sin embargo hice que se diera cuenta, no le atendí en ningún momento el teléfono y el lunes intenté llegar tarde a todas mis clases para no cruzármelo, sabía que si lo veía sería débil y con dos palabras que me dijera volvería a aceptar que todo tenía que estar bien, por lo que preferí no hacerlo ni aceptar nada.
No me concentré en mis clases, no sabiendo que lo tenía a pocos metros y tenía que evitarlo de la mejor manera posible, pero lo único admirable de ese chico era que cuando quería algo iba de frente, no paraba hasta conseguirlo, y como yo sabía que quería hablarme, haría hasta lo imposible para buscarme. Si no fue mi casa era porque se estaba controlando, porque lo conocía muy bien y no era de los que se quedaban con las ganas de decir lo que tenían atragantado, sin embargo no esperaba que terminara su confesión, ya que ni siquiera me importaba su explicación.
—Estás tan... desconectada, quisiera esperar a que vos me dijeras qué pasa pero te siento así hace unos días, y me preocupa.
—No me pasa nada.
— ¿Entonces cuál es la razón de tu distancia? —preguntó Agus del otro lado del teléfono y contuve el aire por un segundo hasta poder exhalar la frustración que sentía por desperdiciar un hombre como él. —quiero ayudarte, sabés que contas conmigo.
—Lo sé, no me siento bien en realidad, perdón no...
— ¿Cuál es el problema, te peleaste con alguien, es sobre nosotros, tus amigos, tu familia?
—No, no, pero no creo que sea el momento para contarte.
—Está bien, te doy el tiempo que quieras, pero tranquilizate ¿sí? Todo tiene solución.
—Sí, gracias Agus, te llamo más tarde.
—Dale, chau. —me dijo y le corté antes de responderle.
Acompañé a papá a comprar unos repuestos para su auto, el mío necesitaba aceite así que encontramos la forma de pasar tiempo juntos, hace mucho no lo hacíamos y yo adoraba hablar con mi papá, era un hombre muy comprensivo, sensible incluso y sabía siempre qué decirme.
—Ya me lo imaginaba.
— ¿Sí?
—Sí y tu mamá me debe doscientos pesos.
— ¡Papá! —me quejé y él se rió avanzando con el semáforo en verde. — ¿cómo van a apostar por algo así?
—Es que ella decía que solamente eran amigos, pero para mí nunca fue del todo así, pasaba algo y es bueno tener plata extra hija.
—Sí pero no con algo tan... estúpido. —le dije y miré hacia la avenida por mi ventana. —igual no ganaste, de hecho los dos perdieron.
—Tengo ese miedo desde que no lo veo tan seguido y llama a casa y no querés que te lo pasemos.
—Tu miedo se hizo realidad.
—No creo, ustedes son amigos antes de todo ¿no? Eso salvaría cualquier cosa.
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¡Va a ser mío!
Teen FictionTodo el alumnado femenino de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, está de acuerdo con que Dante Molina es el estudiante más lindo de toda la facultad, no sólo tiene el mejor físico y su indudable cara perfecta, es simpático y aten...