Ocho.

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Tenía una opción y era investigar para jugar limpio, buscar mi propio objetivo sabiendo cuáles eran las debilidades y fortalezas de mi contrincante, para hacer una buena estrategia y dejarlo por el piso. Lo principal era saber si se habían acostado realmente, yo pensaba que sí lo hicieron y por eso él estaba tan seguro y Dante tan inseguro de muchas cosas, eso me llevaba a confirmarlo pero necesitaba una buena fuente y Thiago era una, pero no cursó hasta el viernes y yo estaba ansiosa por acosarlo, ya que de todos los mensajes que le había enviando ninguno fue la pregunta más que confirmarle de vernos durante la mañana o por la tarde en algún café, mientras tanto soporté la mirada amenazante de la española y un profesor saliendo inseguro de un aula por haber tenido sexo con el estúpido, lo que me hacía dar bronca que tuviera tanto sexo por semana, ni lo que yo a veces podía tener en el mes con un mismo chico y él podía con diferentes constantemente.

Me salteé una aburrida clase de matemática porque era revisión de un tema que yo había entendido y me fui a la biblioteca para hablar con Dante sobre nuestros disfraces, faltaban dos días para la fiesta y no teníamos confirmación del local.

—Creo que si no te llaman para esta tarde, vamos a tener que ir por la segunda opción.

—Sí, pero el príncipe ese no es de Blanca nieves, es el de Rapunzel, no tienen nada que ver uno con el otro.

—Al menos a vos te va a encajar perfecto el de príncipe.

—A vos también. —me sonrió apoyándose en el mostrador, acercándome más también lo hice.

—Vos sos lo más parecido a un príncipe que vi.

—Qué triste entonces lo poco que viste.

—Muchos se la pueden creer, pero a que lo sean realmente son pocos. —le dije y sentí caer en mi cara un liquido que al entrar inevitablemente en mi boca me di cuenta que era agua, anonadada con ello me aparté hacia atrás y traté de secarme rápidamente.

— ¡¿Pero qué es eso?! —preguntó Dante secándose también de lo que había salpicado en su cara, levanté la vista y Lautaro estaba con su botella de agua mirando inocentemente desde la baranda.

— ¡Lautaro!

—Uh perdón, se me resbaló. —hizo una mueca y yo grité histérica mientras intentaba secarme la cara con mi remera toda mojada.

— ¡Estúpido de mierda, ¿Sos tarado o qué?!

—Bueno fue sin querer...

— ¡Sí claro, lo hiciste sin querer!

—Se me resbaló en serio, no fue mi intención. —me dijo haciéndose el inocente mientras bajaba las escaleras, lo fulminé con la mirada y contuve las ganas de pegarle y gritarle todo lo que se merecía escuchar, sin embargo no quería demostrar nada frente a Dante porque él sólo se desesperaba por aparentar.

—Tené más cuidado la próxima Lauti, ¿qué hacías arriba?

—Buscaba algunos libros, igual en serio Cali, disculpame que no me di cuenta de agarrarla antes.

— ¡Estúpido! —escupí con bronca y agarrando mi bolso del mostrador me fui directo a la puerta escuchando a Dante llamarme.

—Uy, se enojó.

— ¡Cali esperá!

Haciendo caso omiso a su llamado, me apresuré a salir antes que los estudiantes cambiaran sus turnos y empezaran a rondar por toda la universidad, el mismo enojo me hizo casi volar hasta el auto y subirme enceguecida de la bronca, arranqué rápido y cuando salí de la universidad el semáforo me hizo frenar de golpe, bufé pegándole fuerte al volante de manera que la bocina se hizo escuchar. Realmente ese chico era un tarado, no sabía cuántos años tenía pero más de veintitrés no, lo cual lo convertía en un inmaduro que no sabía qué hacer si no llamaba la atención, cual nene de dos años. Había un límite y definitivamente Lautaro no lo conocía, tenía tanto miedo de perder la guerra que solito estableció que no sabía de qué agarrarse para intentar ganar, lo que provocaba en mí mucha más bronca y fuerza para ganarle con Dante, si era posible que hasta nos viera tener sexo y ser el primero en los asientos de nuestro casamiento.

¡Va a ser mío!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora