Treinta y siete.

14.1K 1.3K 591
                                    

 No escuché con claridad lo que dijo después que el valor se me impregnara en la sangre, estaba totalmente cegada y confiada en mi objetivo, no se me iba a escapar de las manos como alguna que otra vez, porque no sólo pensaba besarlo, hacerlo cambiar de opinión requería de muchas cosas y el sexo era la mejor opción para hacerle dudar hasta de su nombre.

Era favorable que estuviera tan entregado, o al menos eso parecía y pude notarlo cuando abrió los ojos segundos después que lo besé. No se inmutaba, pero la energía que me trasmitía su mirada no me hacía dudar del pase que me estaba dando a hacer lo que yo quería. Su beso fue otra demostración de eso, ya que no dudó en responder de la manera más intensa que seguramente conocía.

Me sentí confiada y con su permiso entré nuevamente en el juego, donde lo besé suavemente y bajé mis labios a su mentón, pronto empecé a dejarle pequeños chupones sin marcarlo por todo su cuello e hice un camino de besos hasta detrás de su oreja. Retenía el aire y eso me encantaba, porque pudo liberarse cuando yo me aparté un poco y bajé con mi cuerpo para levantar su camiseta, lo que le hizo cerrar los ojos.

—Cali...

—Relajate, no pienses que soy yo.

—Es imposible.

Para mí no lo era, si quería pensar que era yo muchísimo mejor, pero mi objetivo no estaba ahí si no en hacerlo recordar por un rato lo que era estar con una mujer, después de todo él me había enseñado a no tener prejuicio en el sexo y quería saber qué tan buen maestro era, dijo que no se negaría a una mujer y pronto lo confirmaría, porque cuando toqué con mis manos su pecho desnudo y se estremeció, fue un valor aumentado para impulsarme a besarlo, desde su cuello hasta llenar de besos todo su cuerpo tenso para llegar a la V que se marcaba en su pelvis y que tanto me gustaba en los hombres, él tenía el privilegio de presumirla.

Se levantó un poco para sentarse y apoyarse en el respaldar de la cama, mientras que con mis manos yo bajaba su pantalón y me enorgullecía de haber estimulado una erección que ansiaba tocar sin piedad en su crecimiento. Su respiración era agitada y cuando llegué con mis labios al borde de los bóxers, emitió un gemido muy alentador para mí ya que me permitió bajar con valor la tela así podía encontrarme con lo último que me faltaba conocer de su intimidad.

Mi corazón estaba casi en mi garganta pero supe manejarlo cuando con mis manos toqué su miembro, y la comparación fue inevitable porque nunca antes había tocado uno mejor, hasta quería reírme de pensar en el de Dante y lo estúpida que era por haberme conformado con eso.

Mi primera estrategia fue buena, ya que gimió y disfrutó lo justo mientras que yo hacía lo mismo, había sido una fantasía hacerle olvidar su nombre, desde que empezamos a llevarnos bien en mi mente siempre estuvo esa posibilidad, concretarla parecía un sueño y con su desesperación por lo que estaba haciendo me conformé y me sentí satisfecha de haber acertado el primer paso, porque su confianza se volvió mucho más segura cuando nuevamente volví a sus labios a sentir su aire entrecortado y sus manos no dudaron en querer desnudarme.

Me subí a horcajadas de él con su erección punzante en mi entrada, sólo una tela nos separaba y no pude ser capaz de correrla o sacarla porque el ambiente se volvió más denso para ambos. Su rapidez para sacarme hasta el corpiño me dejó asombrada y emocionada al mismo tiempo de tenerlo con hambre de besarme el cuello hasta mis pechos, donde no dudó en hacerme gemir por la habilidad que tenía con sus manos y pronto su boca. Se sentía caliente su boca sobre mí estimulando con sus manos todo mi cuerpo, con sus toques reaccionaba de una manera sobrenatural y extraña para mí, ya que me tensaba hasta el alma.

—Lauti...—gemí casi con dolor cuando ingresó dos dedos dentro de mí, desesperada por contenerme oculté mi cara en su cuello y me sentí entre las nubes por el placer que me daba y parecía ser suficiente, pero no lo fue porque en un segundo me dio la vuelta y acostándome en la cama se subió encima haciéndome abrir las piernas.

¡Va a ser mío!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora