Entregué casi con la mano temblando mi hoja al profesor, la archivó y me dio una lapicera para que firmara su legajo, donde afirmaba que yo había asistido al examen. Escribí demasiado y puse todo lo que sabía como para que perdiera mi hoja o pasara algo con mi examen, por lo que firmar era la mejor opción a comprobar que ya lo había hecho.
Esperaba que estuviera bien, no dormí casi nada por estudiar y en la mañana me desperté más temprano de lo normal, por lo que me puse nuevamente los anteojos de sol para salir y me dirigí al baño a buscar un corrector que me disimulara las tremendas ojeras.
El baño estaba vacío y fue un alivio poder sacarme los anteojos para poder buscar mi corrector, que no estaba siendo fácil de encontrar pero al menos nadie me iba a ver pareciendo una drogada, hasta que la puerta del baño se abrió y me apresuré a dejar de buscar para ponerme los anteojos, pero aunque mi cansancio era notorio tampoco alucinaba y vi entrar al chico mientras se subía sus anteojos a la cabeza.
— ¿Qué haces vos acá? Es un baño de mujeres.
—Y yo soy puto. —dijo elevando una comisura con gracia, miré mal en su dirección porque quería responderle, pero no me gusta herir demasiado los sentimientos de las personas.
—Pero no sos mujer. —murmuré entre dientes mientras seguía buscando el corrector en mi bolso grande, también me puse los anteojos sobre la cabeza porque no me importaba cómo me veía, después de todo él lo dijo, era puto.
—No, pero no tenés absolutamente nada que me sorprenda así que es lo mismo. —dijo y se sentó en la mesada de mármol del lavabo, de frente a mí. —Deberías dejar las drogas, son malísimas.
—No me drogo estúpido. —lo miré peor y él hizo una mueca asqueado. — ¿Qué?
—Tenés unas ojeras terribles.
—No me digas. —dije sarcástica y me acerqué más al espejo para poder ver dónde poner el corrector, él estaba a mi lado y me observó hacerlo unos segundos en silencio, hasta que lo miré sin entender qué hacía mirándome. — ¿Qué querés acá?
—Ustedes se maquillan por todo, los granos, las ojeras, las imperfecciones, algún día les va a desaparecer la cara de tanto maquillaje.
—No me maquillo por todo, sólo porque tengo ojeras. —rodé los ojos volviendo a mirarme al espejo, odiándolo mucho más por tener la piel sin mínima imperfección, él no tenía la necesidad de maquillarse de por sí porque tenía buen cutis. — ¿Vas a hacer pis o algo así?
—No, vine a ver cómo te maquillabas porque estoy aprendiendo para cuando me haga mujer. —dijo y yo me retracté para mirarlo no exactamente por el espejo.
— ¿Querés ser traba? [*]
—No tarada. —me insultó y yo levanté ambas cejas para volver a mirarme al espejo, aunque hubiese considerado demasiado desperdicio en él si decía la verdad, sin embargo de gustos no había nada escrito. —Me enteré que vas a salir con Dante.
— ¿Cómo te enteraste?
—Tenés amigas iguales o peores de estúpidas que vos, me lo dijeron con la intención de hacerse las malas pero a dos pasitos que me les acerqué y por alguna razón titubearon las dos.
—Si yo fuese una estúpida Dante de seguro no se fijaría en mí, y eso lo vemos porque vos sos un estúpido y... no se fija en vos. —hice una mueca, él sonrió negando. —Ya podes dejar de joder, te gané.
— ¿Qué ganaste?
—Salir con Dante, porque obviamente vamos a tener otras salidas y después ya sabes, sexo y puede que otras cosas.
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¡Va a ser mío!
Teen FictionTodo el alumnado femenino de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, está de acuerdo con que Dante Molina es el estudiante más lindo de toda la facultad, no sólo tiene el mejor físico y su indudable cara perfecta, es simpático y aten...