Asalto VII: Desde el exterior.

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Las horas habían pasado, el sol se colaba resplandeciente entre las montañas que rodeaban al Reino de Aberdroth y a las puertas del reino se encontraban cuatro figuras conversando entre ellas, una era bastante pequeña, otras dos eran de una altura similar pero sin embargo la cuarta era gigante e imponente. 

—¿Qué hora es? ¿5:00 a.m?— Preguntó risueño el azabache quién se frotaba los ojos para tratar de despertar pues aún el sueño estaba apoderado de su ser. — Quién madruga...— Trató de responder Charlie ante el cuestionamiento de Blue más sin embargo fue detenida por el hombre de la espada.— Evita ser comido por los Huargos...— Dijo completando la frase de la oji verde con un tono brusco.

Ambos adolescentes se vieron a la cara con una mezcla de sorpresa y miedo, más sin embargo las palabras de la pequeña mujer hicieron que volviesen en si.— Vale chicos, es hora de partir... recuerden que la prioridad de este viaje es recolectar información suficiente sobre el paradero de Giulianno y Green, si pueden encontrarlos mejor aún. — Hizo una pausa. — Pero recuerden, sus propias vidas valen más que cualquier información que pudiesen obtener, cuídense las espaldas unos con los otros y nunca se separen si quieren sobrevivir. Y más importante aún... vuelvan con vida ante mi.— Dijo lo último con un tono tan sombrío que se hizo un silencio espectral en la zona y eso sumado a que los aldeanos aún dormían a esa hora y el silencio era aún mayor causo un escalofrió que recorrió toda la espalda del chico de ojos azules. 

— Vale mamá, lo entendemos.— Exclamó Charlie a la par que Blue asentía con la cabeza ante las palabras de la chica del cabello violeta. — Si, mi señora.— Dijo casi con un susurro Laven, quién fue el primero en dar media vuelta y comenzar la cruzada, atravesando las puertas del reino, más atrás Blue y Charlie le siguieron mientras se despedían con la mano de Charlotte.

— Solo espero, que estén bien todos... — Dijo Charlotte mientras veía marchar al trío.

El Reino de Aberdroth se encontraba situado en una cuesta montañosa río arriba, bajando por la caída de agua se encontraba el Bosque de las mil noches, en donde se dice que hace algún tiempo un hechicero malvado lo encantó para que aquellos viajeros que pasaran la noche en las estadías del mismo, nunca pudieran salir de este, algunos kilómetros más allá se encontraba las Llanuras de Haidemhalt, tierras pertenecientes al reino vecino desde las cuales podrán tomar el verdadero rumbo hacia su destino. 

Ahora habían llegado al Bosque de las mil noches, un lugar oscuro y sombrío con árboles tan espesos que a penas se colaban pequeños rayos de luz entre las hojas de los robles las cuales además tenían un tono negruzco que aumentaba la penumbra. 

— Ustedes son nuevos en este asunto, hay tres reglas básicas de supervivencia en el exterior, nunca separarse, luchar unidos, y no morir.—  ¿No morir? Esa era la idea, el simple hecho de haber oído eso de parte de aquel que asemejaba un guerrero con años de experiencia causó una risa estruendosa por parte del pelinegro la cual fue silenciada con golpes con el codo por parte de Charlie quién temía que la imprudencia de Blue colmará la paciencia de Laven. 

Entonces un pequeño crujido se escuchó, casi insonoro, solamente capaz de ser escuchado por el oído de un animal con los sentidos super desarrollados. Laven fue el único en darse cuenta, hizo una pausa y extendió el brazo abriendo la palma de su mano indicando a los jóvenes que detuviesen el paso.

— Bien, aquí vienen... Aim.— Dijo en un susurro que al principio extrañó al pelinegro el cual incrédulo ladeo la cabeza con objetivo a la peli violeta buscando respuestas pero antes de que pudiese si quiera abrir la boca de entre la espesura de los árboles saltaron pequeñas criaturas, como de al menos un metro y medio o poco más, de color negro y con cuernos de apariencia bastante disgustante y con una tonalidad de voz desagradable. — ¡Blue, cuidado!— Exclamó Charlie al ver al ejercito de pequeños duendecillos que se abalanzaba sobre ellos. 

— Accheleratto...  — Susurró Laven quién desenvainando su espada desapareció de la vista de ambos jóvenes para luego aparecer desde lo alto de los árboles, moviéndose agilmente entre estos, cortando a los duendecillos causándoles a penas un rasguño a cada uno de ellos y todo esto en a penas fracciones de segundos, finalmente aterrizó frente a los chicos quienes aún sin entender que sucedía o en que momento se había movido el guerrero simplemente se exaltaron y retrocedieron unos pasos.

Laven extendió su brazo izquierdo del cual se corrió la manga larga que la cubría dejando ver una extremidad mecánica.— ¡Bisphorana!— Exclamó y de un momento a otro los duendecillos que aún ni terminaban de caer al suelo para atacar al grupo explotaron desde  el interior causando un festival de entrañas y sangre cayendo de todos lados sobre los chicos quienes trataban de evadir tales asquerosidades.

— ¡Vale, vale! ¿¡Se puede saber que diablos hiciste?— Exclamó el pelinegro exaltado y asustado pues aún no procesaba lo que acaba de ocurrir a su al rededor. — Magia de velocidad, magia explosiva... nada que explicar, venga, sigamos.— Respondió Laven a la pregunta histérica del joven para luego hacerse paso entre la sangre y vísceras que quedaron como resultado de esa masacre. — Aim. — Exclamó Charlie ladeando la cabeza de lado a lado observando los restos de cadáveres. — Son pequeños duendecillos del bosque de cuya característica es el canibalismo, atacan presas grandes y cuando estas escasean o simplemente no aparecen se comen entre ellos, sinceramente son seres repudiables.— Dijo mientras pateaba una cabeza de Aim que se encontraba desprendida de su cuerpo.

Ahora Laven se encontraba varios metros a distancia de ambos jóvenes quienes trataban de seguirle el paso pero aún así el guerrero se movía a una velocidad impresionante. — Este tío no me gusta para nada.— Dijo el azabache a su compañera.— A mi tampoco me agrada, pero si mamá confía en el es por que debe ser bueno. 

La conversación fue interrumpida por la gruesa voz del hombre de la espada.— Estamos cerca, a tres kilómetros se encuentra la salida de este bosque, luego estarán las Llanuras, aquí no podremos descansar como bien sabrán, esta oscureciendo así que recomiendo que apuren el paso. 

Luego de aquello el hombre volvió a caminar a su paso apurado mientras los chicos trataban de seguirle, Blue cada vez se molestaba aún más, ese hombre le había salvado poco tiempo atrás, incluso era mucho mejor en cualquier medio que él y aunado a eso estaba caminando en el frente, como si fuese superior a él.

— Charlie...— Susurró Blue, la chica quién se mantuvo en silencio durante un rato pues incluso para ella este bosque era terreno desconocido ladeo la cabeza hacía el joven quién se mantenía cabizbajo y extrañada preguntó. — ¿Pasa algo? ¿Blue?— El joven comenzó a temblar. — La idea es buscar a mi familia, ¿No es así? ¿Por qué ese tipo esta liderandonos? A él no le interesa en lo más mínimo todo esto, solo sigue ordenes, no lo tolero...— Hizo una pausa.— No lo tolero, no lo tolero, no lo tolero... — Se repitió a si mismo varias veces esa oración, Charlie preocupada respondió. — Venga, calma hombre, son ordenes de mi mamá, solo esta para protegernos...— 

— ¡No lo tolero, maldita sea! ¡No necesito que nadie me cuide!— Ya sea por envidia, celos, o simplemente molestia moral Blue salió disparado corriendo a velocidades impresionantes con el afán de superar al hombre de la espada en el recorrido, incluso siendo un acto infantil pues aún así eso no cambiaría las posiciones de ninguno, Blue sobrepasó a Laven quién solo suspiro ante la terquedad del chico que además, siguió de largo para perderse en la oscuridad del sendero negro del bosque.

—   Oh dios, este maldito idiota...— Exclamó Charlie arqueando una ceja ante tal acto de estupidez, pero segundos después su cara cambiaría al oír un grito y acto seguido ver el cuerpo de Blue venir volando desde lo profundo del sendero, el joven termino chocando con un par de árboles y derribandolos. 

Laven simplemente desenvaino su espada mientras Charlie salía disparada hacia el chico para averiguar que había pasado y de que manera y frente a ellos, una figura negruzca y obesa así como monstruosa empezó a venir desde el otro lado del sendero. 

La noche estaba cayendo, y quedaban pocos minutos para que el sol se escondiera. 

La Cruzada: El chico de las Estrellas.Where stories live. Discover now