Por la mañana me levanté desorientado, en una cama que no era la mía. Tras desayunar, Cris y yo nos fuimos a la oficina. Estaba nervioso, y en parte avergonzado. ¿Qué pensarían de mi mis empleados? Cristian me conocía demasiado bien, y mientras aparcaba en el parking me infundió ánimo.-
- Hugo, relájate. La gente que piense lo que le de la gana, eres inocente, compórtate como siempre, con naturalidad. Como si nada.
- Eso es fácil de decir.
- Hugo, nunca has sido así. ¿Hay algo más aparte de esto? ¿algo que te preocupe?
- No, bueno... No paro de darle vueltas, es imposible que el alemán haya echo esto. No solo.
- Ya, yo también lo creo. ¿Algún sospechoso?
- Si.
- ¿Quien?.- Presioné el botón del ascensor.-
- Cabe la posibilidad de que... tengo una aventura con una mujer casada, es posible que el marido se haya enterado...
- Joder, es verdad. No lo había pensado.
- No se si lo sepa, es solo una suposición.
- Mejor tenerlo en cuenta. Vicente vendrá hoy, ¿no?
- Si, a las una.
- Vale, luego me cuentas. O si puedo me paso por tu despacho.
- Gracias.
- No hay de que.- Llegamos a la planta y vi a mi amigo alejarse a su despacho, mientras yo andaba despacio hasta el mio. Me crucé con varios empleados, ni gestos raros, ni cuchicheos, ni nada. Todo normal, todo como siempre. Buenos días, señor. Que tenga un buen día... Fruncí el ceño, nadie dijo nada ni hizo nada, me asomé al despacho de Dani y comprobé que estaba vacío. Que raro, miré mi reloj, las nueve y media. Me encogí de hombros y me encerré en el despacho. Encendí el ordenador y llamé a Dani, iba a hacerlo con mi móvil, pero luego reculé y la llamé con el fijo de la empresa. No lo cogió. Me intranquilizó. Volví a intentarlo unos minutos después, y sentí como se descolgaba.-
- ¿Daniela?
- Si. Perdona, he... me he dormido. Enseguida estoy ahí.
- Vale, no te preocupes. No pasa nada.- Noté su voz un poco ronca, pero no de deseo, como la que me moría por escuchar el resto de mi vida. Parecía triste, temblorosa, como si hubiera estado llorando.- ¿Te encuentras bien?
- Si. Tengo que colgar. Dame diez minutos.- Algo no iba bien. Estaba rara, nerviosa. Y yo no podía concentrarme en nada. Contesté un par de correos de trabajo, y poco después apareció Dani en mi despacho, tendiéndome mi agenda. Sus ojos estaban enrojecidos e hinchados, sin duda habría estado toda la noche llorando. Su falda beige de vuelo, no revoloteaba con gracia, sus pasos no eran firmes. Todo su cuerpo estaba en tensión.-
- Siento el retraso. No volverá a pasar.
- No importa.- Yo la observaba curioso.- ¿Estás bien?
- Si.
- ¿Has llorado? Tienes los ojos hinchados.
- No he pasado buena noche.-Estaba fría y esquiva conmigo.- Solo eso. Tienes una reunión a las una.
- Cancélala. Tengo otra cita, con Vicente, mi abogado.- Escribió el nombre en la agenda y me miró nerviosa.-
- ¿Por qué, va todo bien?
- Si. Bueno, no se supongo. Le pago una buena fortuna para que así sea. Viene a informarme de como están las cosas con lo del... alemán.
- Ah. Ya.
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Dime.
- ¿Sergio se ha enterado de... lo nuestro?.- Frunció el ceño.-
- No lo creo. ¿Por qué?
- No, por nada. No importa, olvídalo.
- Estoy casi segura. No nos hemos visto fuera de la oficina. Y si se hubiera enterado me hubiera matado en ese mismo momento, a si que no te preocupes, no creo que eso haya pasado.- ¿Me hubiera matado? ¿hablaba enserio?.- Tengo mucho trabajo, estaré en mi despacho, por si me necesitas.
- Bien. No olvides la reunión de las una. Hazle pasar en cuanto llegue.
- Así lo haré.- No conseguí concentrarme, no estaba bien, estaba incómodo y no habría venido a la oficina si no es por Cris. Me dijo que tenía que seguir con mi rutina habitual, que si la cambiaba, sería cuando comenzaran a sospechar y que parecería culpable. Solo por eso es por que había venido esta mañana a la oficina. Bueno, si soy totalmente sincero también había sido para poder ver a Dani. A las doce y media ya me había bebido mi cuarto vaso de bourbon. Nunca había estado tan nervioso. Mi madre me llamó como seis veces, y todas las rechacé. También tenía mensajes de Ali. «Necesito verte. Te quiero. Se que todo es mentira.» Mi pequeña... que ya no lo era, era toda una mujercita, una chica preciosa. La echaba de menos, hacía demasiado que no la veía. «Iré en cuanto pueda. Te quiero pequeña.»
A las una menos diez, vino Cristian.-
- Hola, capullo. ¿Qué tal?
- Mal.- Miró el vaso con el líquido oscuro y luego me miró a mi, mientras se sentaba.-
- ¿No es un poco pronto?
- No.
- Discrepo.
- Discrepa lo que te de la gana.- Miré nervioso el rólex de mi muñeca.-
- Tranquilo, todo va a salir bien.
- ¿Por qué estás tan seguro?
- Por que si.- Llamaron a la puerta y me levanté de un salto.-
- Adelante.- Entró Dani y le seguía Vicente.-
- El señor Márquez está aquí. Pase, por favor.
- Gracias. Buenas tardes, señores.
- Estaré en mi despacho, señor Padilla.
- Gracias, Dani.- Asintió y me guiñó un ojo para darme fuerza. Me hizo sonreír levemente, era su poder. El poder de Dani, el que tenía sobre mi. Mi abogado se sentó al lado de Cristian. Sacó varios papeles de su maletín y los puso sobre la mesa.-
- Me temo que no tengo buenas noticias, Hugo.- Sentí un escalofrío recorrerme la espalda.-
- ¿Qué pasa?
- El señor... Alfred, dice tener pruebas de su chantaje.
- ¡Eso es imposible!.- Mi abogado alzó su palma de la mano, pidiéndome calma.-
- No es solo eso. Dice tener documentos, acreditados y firmados por ti, de otros chantajes y... de estafa.
- ¡¿ Cómo !?
- Hugo, también te acusa de estafa.
- Es imposible. Yo nunca...
- ¿Como es eso, Vicente?.- Preguntó Cris nervioso. Mi abogado negó con la cabeza.-
- Esto no está pasando. Esto...
- Hugo, debo preguntarte; ¿tienes una cuenta en un paraíso fiscal?.- Yo me quedé mirando primero a mi abogado, luego a Cris con cara de circunstancias.-
- No. Claro que no.
- ¿Seguro?
- ¡Joder, si! No tengo ninguna cuenta en ningún paraíso fiscal.
- También ha presentado datos, yo los he visto en el juzgado. Pone tu nombre, es tu firma.
- ¡Te digo que no! Quiero verlo. Quiero ver esos papeles.
- No puedes verlos hasta el juicio.
- Hugo.- Mi amigo me miró muy serio y por un momento, pensé que él también desconfiaba de mi. Pero me dejó helado su contundencia.- Te han tendido una trampa.
- ¿Una trampa?
- Claro. Está clarísimo. Pero tranquilo, no pienso parar hasta dar con el culpable. Vicente, ¿tu si puedes ver los expedientes e informes presentados en el juzgado?
- Si. Solo yo y el propio abogado de Alfred.
- Mañana vuelves a ir al juzgado, y fotografías con tu móvil todo, informes, cuentas, declaración... a todo lo que nos pueda servir.
- Claro, pero sabrá que no es legal...
- Me importa una mierda si lo es. A ese hijo de puta no le ha importado hacer una falsa denuncia, que también es ilegal.
- Vale, haré lo que me pidan, pero no digan nada. Me juego mi carrera.- Ellos hablaban y yo miraba a uno y a otro, como en un partido de tenis. Me había quedado mudo, no me salían palabras. Permanecía inmóvil, sentado en mi silla.-
- Hugo no cree que lo haya echo solo. Debemos buscar a una segunda persona.
- Bien. ¿Qué quieres que haga?.- Me preguntaba a mi, pero yo estaba impasible.-
- Una búsqueda exhaustiva de ese cabrón. Quiero saber hasta su partida de nacimiento.
- De acuerdo.
- Y las fotos. Cuanto antes tengamos esos papeles, antes podremos empezar a investigar.
- Bien. Hasta mañana, pues.- Ni si quiera me despedí de él. Cris le estrechó la mano y cuando la puerta se cerró, vino hasta mi. Cogió mi vaso vacío, fue hasta el minibar y me sirvió otro bourbon. Me dio un apretón en el hombro.-
- Tranquilo, Hugo. Vamos a pillar a esos cabrones.
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TENTACIÓN SIN LÍMITE
RandomUn hombre políticamente correcto, una mujer alocada, una tentación sin límite. Hugo conoce a su secretaria, una joven hermosa que lo vuelve loco desde ese mismo momento. Él no cree en el amor, hasta que la ve a ella. Ella, una motera alocada y dive...