Capitulo 22

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Debo de estar muerto. Debo de haber muerto y estoy en el jodido cielo...
- ¿Tienes planes para esta noche?
- Mmm... No.- Estábamos desnudos, tirados en el suelo, Dani estaba sentada con la espalda acomodada en la pared, yo estaba entre sus piernas, con la cabeza en su vientre, mis dedos perezosos acariciaban su pierna derecha, ella me acariciaba el pelo, y nunca jamás había estado así. Y mucho menos, lo habría disfrutado tanto como con ella. Después de susurrarle al oído, la pasión nos sobrevino, y tras cerrar el pestillo, nos desnudamos y le hice el amor contra la pared, y en la mesa, y en la silla, y en el suelo... Y solo de pensarlo, mi miembro empezaba a despertar de nuevo.-
- No hagas planes.
- ¿Por?
- Regálame la noche.
- Te regalaría mi vida.- Me pilló de sorpresa mi declaración, y ella me acarició el hombro, con cuidado de no hacerme daño, por que era el que había tenido lesionado.- ¿Qué vamos hacer?
- ¿Sobre qué?
- Sobre nosotros.- Se removió incómoda.-
- No lo se.
- Déjalo. Cásate conmigo.- Sonrió despacio.-
- Me encantaría. Pero no puedo.- Un dolor se instaló en mi pecho.-
- Seguimos igual, entonces.- Me levanté y busqué los pantalones.-
- Hugo. Por favor.
- Ya sabes lo que siento. Ya sabes lo que quiero.
- ¿No puedes conformarte por ahora con esto?
- No. O todo nada.- Ella hizo una mueca de dolor. Se levantó también y se acercó a mi, completamente desnuda. Era todo un espectáculo. Me acarició el brazo, y se colgó de mi cuello.-
- Me aborrezco, aborrezco ser tan egoísta. Pero moriría si no volviera a estar contigo. Te necesito.
- Déjalo y ven conmigo.
- No puedo. Aun no.- Iba a volverme y darle la espalda, pero me agarró de nuevo con fuerza, sus ojos grandes y verdes estaban inundados en lágrimas.- Confía en mi. Se que es difícil, que no entiendes por que estoy con él, si no le quiero... Pero por favor, confía en mi. Yo... Ojalá pudiera contártelo, pero no puedo, tengo miedo de que... No puedo seguir hablando.
- Daniela, no. No lo entiendo. Es un Gilipollas, que no te trata como mereces. Que no te hace feliz, dime, ¿por qué?
- Lo sabrás. Pero aun no.
- ¿Cuándo?
- Cuando no tenga nada con lo que pueda chantajearme.- No estaba preparado para esa respuesta. Tragué saliva, y la furia me encendió la piel por dentro.-
- ¿Te chantajea?.- Asintió.- ¿Con qué?
- No puedo decírtelo. Debes confiar en mi.
- Déjame ayudarte. Déjame cuidar de ti.- La abracé contra mi pecho, fuerte. Sentí como tembló, entre mis brazos. Cabrón enfermizo... Debí suponerlo, debí suponer que ese mierda sería capaz de hacer cualquier cosa, para que no le deje. ¿De qué podría tratarse? ¿fotos íntimas? ¿vídeo? Negué con la cabeza, mejor no pensarlo.-
- De acuerdo. Confío en ti. Pero no podemos alargar esto mucho. Tarde o temprano, se enterará de que nos vemos a escondidas. Será peor.
- Lo se. Pero...
- Ya, no importa. Te he dicho que confío en ti. No tienes que decir nada más.- Ella sonrió agradecida y me abrazó. Le besé el pelo, repetidamente. Y tras separarme se lo di en la frente. Me miró con los ojos brillantes de emoción.-
- Me encanta que me beses en la frente.
- ¿Ah, si? ¿Solo en la frente?.- Me dio un codazo riéndose.-
- Me hace sentir especial.- Algo tan insignificante, la hacía vibrar de emoción.-
- Es que lo eres, querida.
- ¿Querida?.- Arqueó una ceja.-
- Muuy, querida. Por mi, señorita Lozano.
- Señor Padilla, ¿debería aprovechar su buen humor para pedir un aumento?.- Ahora fuí yo quién rió escandalosamente, recordando cuando Dani, de recién llegada tuvo la gallardía de pedirme un aumento. Su descaro, creo que fue lo primero que me gustó. Su manera loca de vivir la vida. Mi Daniela. Mi morena motera. Sonreí pegado a sus labios, y le dí un pequeño azote en el trasero desnudo.-
- Deberías vestirte. Antes de que te de un "aumento".
- No estaría nada mal...- Se volvió y siguió hablando mientras yo me ponía la camisa.- ¿Entonces, serás mío esta noche?
- Toda la vida, nena...- Me quedé pasmado, al volverme, su espalda marcada quedó a la vista.- Eso...
- Te voy a preparar una sorpresa. Pero no me tires de la lengua, no pienso decir nada.
- Daniela...
- No, ni hablar. Una sorpresa, es una sorpresa.
- Dani.
- No tendría gracia. Eso si, necesito que me des media hora libre. ¿Te importa?.- Al ver que yo no le contesté, se volvió para mirarme. Me miró asustada.- ¿Qué pasa, Hugo?
- ¿Qué pasa? Tu espalda...- Ella se ruborizó y bajó la cabeza avergonzada.- Oye, no. No a caches nunca la cabeza. ¿Me has oído?
- Lo siento.
- ¿Que...? ¿qué son, latigazos?.- Negó con la cabeza.-
- Fue con el cinturón.- Apreté la mandíbula, Dios, las ganas de buscarlo y pegarle una paliza, eran... Terribles.-
- Te maltrata, ¿verdad?
- Si. Pero solo a veces. No siempre. Suele enfadarse cuando algo no le sale como él había previsto.
- ¡Eso no es escusa!
- Cálmate, Hugo. Estoy bien.
- ¿Como puedes...? ¿como puedes ni siquiera tolerarlo? ¡Es un hijo de puta!
- Hugo. Por favor. Ahora eres tu quien estás dando voces.- Me lo imaginé quitándose el cinturón, y golpeándola.-
- ¡Cabrón de mierda! ¡bastardo!
- Te quiero.- La furia frenó de golpe. La miré emocionado, casi temblando por la furia que había sentido anteriormente. Y ahora, paz. Felicidad. Armonía. Calidez.-
- Joder...
- Vaya, no era la reacción que esperaba...
- No, no es eso. Me encanta oírlo. Yo siento lo mismo, ya lo sabes. Pero es que acabas de decirme... Y yo... Verlo, es...- No encontraba palabras, no podía apenas hablar.- Joder, Dani.- La agarré de la nuca y la atraje hacia mi, abrazándola.- Te quiero, no puedo saber y ver que te maltrata y no hacer nada. Ahora mismo, solo puedo pensar en pegarle la paliza de su vida. Lo mataría. Sería capaz de matarlo, Dani.
- Chhss... Tranquilo, Hugo. He aprendido a manejarlo, son antiguas. Las marcas son antiguas.
- No me mientas. Ayer, anoche cuando... Tenías moratones y arañazos en los muslos.- Se soltó del abrazo y siguió vistiéndose.- ¿No dices nada?
- ¿Y qué quieres que te diga?
- La verdad. Siempre.- Ella pensó y suspiró.- ¿Como te lo hizo?.- Ella chasqueó la lengua en señal de desaprobación, pero finalmente, tras abrocharse la blusa y montarse en sus zapatos de Manolo Blahnik, habló, despacio, casi susurrando.-
- Intento evitar tener intimidad con él. Ni siquiera duermo con él en el mismo cuarto. Pero a veces, cuando bebe y toma drogas... Se cuela en mi cuarto, e intenta intimar.
- ¿Te obliga?
- No siempre, ni con frecuencia. Solo lo ha hecho una o dos veces, claro, yo me resisto. Por eso los moratones, y arañazos.- ¿Un matrimonio que duerme separado? ¿un violador y maltratador? Es lógico, que no quiera dormir a su lado. Tengo tantas preguntas... Y las más importante, ¿por qué cojones lo sigue aguantando? ¿Tan grave es, con lo que la chantajea? Pero le he dicho que confiaba en ella, si ella no me lo quiere contar, no puedo hacer nada. Empecé a sentir náuseas.- ¿Estás bién? Estás... Pálido.
- Si. Si. Claro. Conmigo, siempre has querido, ¿verdad?
- Por supuesto. Contigo siempre ha sido diferente.
- ¿No te habré...? ¿No te habré hecho daño, no?
- No. No, Hugo. Contigo siempre ha sido consensuado. Placentero, y muy, muy satisfactorio. No debes preocuparte, por favor.
- Ya...
- Prométeme que no harás nada. Vamos, Hugo, prométemelo.
- Dani.
- Dame tu palabra. Ahora.- Apreté los labios e hice una mueca.-
- Te doy mi palabra. Yo nunca te haré daño.
- Lo se.
- Yo nunca lo haría.
- Lo se.
- Yo te amo. Te amo, Daniela. No puedo imaginar por lo que estás pasando. Esperaré ansioso a que me lo cuentes.
- Cuando no haya peligro, lo haré.
- Prométeme ahora tu algo.
- Dime.
- Si alguna vez, es demasiado. Te sientes desbordada, o crees que puedes estar en peligro, llámame inmediatamente. Estaré allí para ti.
Prométemelo.
- Te lo prometo. Lo haré.- Tras besarnos y abrazarnos, Dani se fue. No le di media hora, le di el resto de la tarde libre. No se lo que estaría planeando, miedo me da. Se fue ilusionada, y yo le sonreí antes de que se fuera, contrayéndola contra la puerta, besando sus labios con rabia y deseo, con ansia y anhelo. No se había ido y la echaba de menos. No pude concentrarme en nada. No podía parar de pensar en lo poco que me había revelado. Lo mataría con mis propias manos. Pero no puedo hacer nada, se lo he prometido. No quiero fallarle y faltar a mi palabra. Tras dos vasos de bourbon, puse todos mis esfuerzos en concentrarme, pero solo durante media hora, luego volví a estar aturdido. Ensimismado. Ni siquiera oí entrar a Cris.-
- ¡Eh, capullo! Vuelve a la tierra...
- Perdona. Estaba distraído.
- No hace falta que lo jures.
- Dime. ¿Quieres algo?
- Si. Creo que... Ya se como el alemán sabía tanto de la empresa.
- ¿Ah, si? ¿como?
- Ten en cuenta, que son solo especulaciones. Aun no...
- Dilo.
- Alguien de aqui.
- ¿Un empleado?
- O alguien que se haya hecho pasar por alguno de los empleados.
- Pero... ¿Cómo? Hay guardas, siempre tenemos guardas, fichamos cuando entramos, tenemos un pase especial, sin el pase no podemos entrar.
- Por eso creo, y espero, que a alguien le hayan robado el pase.- Asentí.-
- Estás haciendo un buen trabajo, Cris. Sigue investigando. Haz lo que tengas que hacer.
- Sabes que para mi no es un trabajo. Lo hago por ti. Por que eres mi amigo. Siento lo de antes.- Le hice un gesto con la mano, indicándole que no pasaba nada. Se levantó de la silla.- ¿Te vienes al BMB?
- Esta noche no.
- Vale, como quieras. ¿Nos vemos el domingo para el partido?
- Claro. Así conocerás a Canela.
- Uy si, que excitante...- Se marchó de mi despacho entre risas, y me contagió. Mi iphone empezó a vibrar y yo sonreí como un bobo a la pantalla.-
- Señorita Lozano, ¿desea un aumento?.- Dije con voz ronca y sensual.-
- Oh, si... ¿cómo lo has adivinado?.- Ella usó el mismo tono de voz que yo, pero Dios, su voz era infinitamente más sensual y excitante, mi polla se removió prisionera en el pantalón.-
- Joder, acabas de hacer que me enpalme.
- La noche promete...mmm...
- Para. No sigas tentándome.
- Estoy deseando de que me folles de nuevo. Duro. Fuerte. Quiero gritar tu nombre tan alto, que se entere todo el mundo.
- Eres... Diabólicamente retorcida.
- Y tu eres sexi, atractivo... Y tienes un po...
- ¿Donde estás?.- Interrumpí a propósito, que hablara mal, me ponía muy cachondo. Y ya estaba empalmado, no quería tener que hacerme una paja cual adolescente.-
- Estoy terminando. ¿Has acabado?
- Si. Estoy esperándote. ¿Dónde vamos?
- Ah... Enseguida lo sabrás.- Y me colgó. Sonreí al iPhone y me lo guardé en el bolsillo. Me serví otro vaso de bourbon y diez minutos después Dani abría mi puerta.-
- ¿Señor Padilla? Vengo a por mi aumento...
- ¿Me voy desabrochando la bragueta?.- Su risa, que melodía tan preciosa y celestial.-
- Mejor esperamos.
- ¿Y eso?.- Llevaba un antifaz negro, de esos de los que alguna gente se pone para dormir.-
- Para ti.
- ¿Para mi? No suelo usarlos.
- Es una ocasión especial...
- ¿Qué estás planeando? ¿es algo sexual?
- Me temo que no. Venga. Vamos. Deja que te la ponga.- Se acercó a mi y me puso el antifaz.- Levanta, ven conmigo. Yo te guiaré.
- ¿Enserio tengo que salir del despacho con esto?
- Si. No hay nadie ya en la la oficina, Hugo.
- No me gusta estar privado de visión.
- Pues te aguantas.
- ¿Dónde vamos?.- Estaba totalmente desorientado, si bien nos montamos en el ascensor, solo se que subimos, pero no que planta.-
- Sube un pequeño escalón, venga ya estamos. ¡No! No te lo quites aun. Espera un segundo.- Sentí una puerta abrirse y una brisa de aire fresco me dió en la cara.-
- ¿Estamos en la azotea?.- Me dejó solo allí, de pie, oí el ruido de un mechero y poco después su mano en mi brazo de nuevo. Una corriente eléctrica me noqueó como siempre que me tocaba. Su mano ascendió lentamente hacia mi hombro, y podía sentir su respiración detrás de mi.-
- Voy a quitarte el antifaz.- La oscuridad se hizo luz y me quedé helado con lo que vi. La azotea de la oficina parecía otra. Cables de pequeñas bombillas la iluminaban, en el centro, una mesa para dos, perfectamente organizada, cubertería, servilleta, copas, velas...-
- Dios mío, es... Es precioso, Dani. ¿Cómo..., en tan poco tiempo?.- Ella se encogió de hombros sonriente.-
- Me acordé de que no hace mucho me dijiste; que querías tener una relación normal, salir a cenar, al cine... Si no podemos salir a cenar juntos a un restaurante, habrá que buscar otra manera...- Yo la abracé con fuerza y la besé en los labios.- Si confías en mi, yo haré que funcione. Tienes que creer en mi.
- Lo haré. Esperaré. Mi dulce y tentativa secretaria...- Me hizo sentar, y cenamos tranquilamente como si fuéramos una pareja más. Comimos langosta, y bebimos vino. Nos dijimos que nos queríamos varias veces, nos besábamos y acariciábamos a la menor oportunidad, y después nos tumbamos en el suelo. Dani había puesto una colcha naranja, con muchos cojines. Nos tumbamos y tomamos más vino, charlamos, sobre todo charlamos, de todo y nada. De nosotros, de lo que sentimos. Terminamos desnudos al aire libre, haciendo el amor desesperadamente.-
- Te necesito. Necesito estar dentro de ti.
- Y yo necesito que lo estés...- Mientras ella gemía y se retorcía entre cojines, yo mordisqueaba sus pechos, su cuello, su vientre, su clítoris. Succioné con avidez, hasta que sentí como su cuerpo se tensaba con el orgasmo. Tras darle unos instantes para recuperarse, me colé entre sus piernas, y en su interior, con un gruñido que me liberó.-
- Dios, Dani. Eres exquisita.- Empecé a balancear las caderas, despacio al principio, más rápido después. Gemíamos y jadeábamos sin parar, disfrutando de nuestros cuerpos, disfrutándonos. Sentí algo especial, que no había sentido otras veces, quizás el hecho de saber que ella también siente lo mismo que yo, no se, pero era... realmente especial. No había cabida para nada más, solo estábamos ella y yo, desnudos, piel con piel, besándonos y amándonos.

TENTACIÓN SIN LÍMITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora