- Mmm... que gustito...
- ¿Te gusta?
- Dios, si. Es jodidamente bueno.
- Tiene una boca muy sucia, señorita Lozano.- Le dije fingiendo estar ofendido, ella me respondió salpicándome agua. Yo sonreí y le di un pequeño tirón en el dedo chico del pie. Tras hacer el amor como locos en el gimnasio, contra la pared, nos sumergimos en el jacuzzi del baño de la planta de arriba. Estábamos uno frente del otro, desnudos, enterrados en espuma con olor a lavanda. Yo había alardeado de lo bien que se me daba hacer masajes, y en eso estaba, haciéndole una demostración.-
- No se, dígamelo usted, señor Padilla.- Hizo un movimiento obsceno con la lengua, chocándola contra su moflete, me hizo reír a carcajadas.- Pareces muy joven cuando ríes...
- ¿Me estás llamando viejo?- Sonó como si estuviera ofendido, y maldita sea, lo estaba. El tema de la edad me preocupaba un poco. Si bien no le sacaba muchos años, era casi seis años mayor. Ella acababa de cumplir los veinticinco y yo ya pronto estaba por cumplir los treinta y uno. No era mucho, pero aun así me preocupaba.-
- No, pero me gusta verte relajado. Se te ve más feliz.
- Bueno, es el efecto que tu tienes en mi.-Me sonrió en respuesta y se movió en el agua, derramando por los lados una parte considerable. Se puso de espaldas a mi y echó su espalda en mi pecho. Suspiré y la agarré por la cintura para pegarla más a mi. Me encantaba esto. Tan normal y cotidiano, y tan raro para mi... Lo malo sería volver a la realidad, habíamos creado una especie de burbuja privada, que sin duda, explotaría el domingo cuando ella se fuera para volver con su "marido". Le acaricié el vientre con mi mano, intentando grabar la sensación del tacto de su piel en mis manos.-
- ¿Qué ocurre, Hugo?
- Nada.- Mentí.-
- No mientas. Tienes el cuerpo tenso, tu corazón late acelerado. Cuéntamelo.- Respiré hondo antes de hacerlo.-
- No puedo evitar pensar en lo que pasará después. Te quiero. Te quiero conmigo, para mi. Después de esto, se me va a hacer muy difícil dejarte marchar.- Ella asintió.-
- Si, a mi también me va acostar separarme de ti. Pero pronto va acabar todo. Muy pronto.
- ¿Lo dejarás?
- En cuanto tenga en mi poder algo que él no debería tener, le pediré el divorcio.
- No te lo dará.
- No le quedará más remedio que dármelo.
- Si, dentro de de cinco años...
- No tengo prisa. Y no creo que a ti te importe, ¿verdad?
- Pues igual si, listilla.
- No veo por que, tontito.
- ¿Tontito?
- No te desvíes. ¿Por qué debería importarte que no quiera darme el divorcio, si al final la ley le obligará?
- Por que hasta que tal cosa suceda, nosotros no podremos casarnos.- Sentí la tensión en sus hombros y en su espalda, vale, parece que no entraba en sus planes.-
- ¿Cómo casarnos? ¿quién ha hablado de boda?
- Bueno, no hablo de inmediato, hablo en un futuro.
- Ya pero...
- ¿No te casarías conmigo?
- Por supuesto que si, pero es que... No tengo una bonita visión del matrimonio. Los meses que llevo casada han sido un auténtico infierno.
- Pero yo no soy él, yo nunca te haría daño, nunca te obligaría a hacer algo que no quisieras.
- Ya, pero... no se.
- Te lo prometo. Te prometo que pase lo que pase, nunca te haré daño.- La abracé fuerte junto a mi y besé su pelo mojado.-
- Tengo que confesarte que me da un poco de miedo. Su reacción, cuando lo haga. No se de lo que pueda ser capaz.
- No estarás sola. Yo lo haré contigo.
- ¿Serías capaz de hacer eso?
- ¿Acaso lo dudas?.- Chasquee la lengua.- Tu me has pedido que confíe en ti, y yo voy a pedirte lo mismo. Confía en mi, Dani. Nunca me he sentido así. Nunca he sentido nada parecido. Eres un soplo de aire fresco, eres mi luz en la oscuridad, eres todo lo que necesitaba aun sin saberlo. No pienso alejarme de ti tan fácilmente.
- Eso es precioso.
- Simplemente es lo que siento. Y ahora que se que tu sientes algo por mi, no pienso rendirme. Y tampoco voy a esperar eternamente.- Apreté la mandíbula.- Odio saber que estarás con él, odio saber que tendrás que volver a la casa de ese cabrón maltratador. Pero confío en ti. Solo espero que no te demores demasiado.
- Es lo que más deseo. Salir de allí. Pero no es fácil, debo tener paciencia.
- ¿Me lo contarás alguna vez?
- Cuando todo acabe lo haré. Pero no te va a gustar...- Mi mente trabajaba a mil por hora, pensando en que podría ser, pero nada en claro. No contaba mucho, y sin detalles era imposible averiguar con que diablos la estaba chantajeando.-
- Su padre es bueno. Una vez, vino a traerle unos papeles a la casa, vio como me pegaba.- Tragué saliva y la apreté de nuevo junto a mi.- Después de eso, se encerraron en el despacho y los oí discutir.
- López nunca ha sido un mal hombre. De su hijo no puedo decir lo mismo.
- Después de discutir vino a buscarme a mi habitación. Me miró los moratones y me puso una pomada. Me dijo que lo dejara.
- ¿Te dijo eso?.- Asintió. Maldita sea, me gustaría verle la cara, pero estaba relajada sobre mi, y empezaba a abrirse y contarme detalles.-
- Me dijo que era una buena chica, que no merecía sufrir. Y con su hijo lo haría. Me dijo que lo dejara antes de que fuera demasiado tarde.- Sentí que el pecho me dolía. Sentí un escalofrío recorrerme la nuca. Si un padre era capaz de decir eso de su hijo, es que lo vería capaz de cualquier cosa. ¿Y si le hacia algo malo? Algo realmente malo... ¿sería capaz de acabar con su vida?.-
- Tienes que salir de ahí cuanto antes, Daniela. Estás corriendo peligro. Y yo no podré protegerte por que no estaré ahí contigo.
- Hugo...
- No, no, no... Por favor. No me hagas esto, no me mates.- Ella se dio la vuelta lentamente, me miró sobrecogida y me acarició la cara con la mano mojada, yo tenía los ojos cerrados con fuerza, intentando borrar de mi mente las imágenes que yo mismo había creado.-
- Hugo, está bien... Tranquilo, no te preocupes, estaré bien. Además cada vez estoy más cerca de conseguirlo.- Yo no pude controlar la furia que amenazaba con quemarme.-
- ¡Maldita sea, joder!.- La aparté bruscamente y me levanté, salí de la bañera poniéndolo todo perdido.- ¡¿Tan grave es?! ¿Realmente es tan malo con lo que te chantajea?
- Hugo, cariño...- Ella se levantó detrás de mi, yo me había enrollado una toalla en la cintura y me estaba saliendo del baño. Iba por mitad de las escaleras, en dirección a la planta baja cuando sentí que venía detrás de mi. Fui a la cocina y saqué del frigorífico una botella de agua, que me bebí de un trago. Necesitaba un vaso de bourbon...- Dijiste que confiarías en mi...- No fue lo que dijo, fue su voz casi susurrante, ronca de la emoción. Tristeza, amargura, decepción... Su voz no había dejado lugar a dudas, se dio la vuelta para ir al dormitorio, pero yo fui hasta ella y la agarré del brazo.- Suéltame, me voy.
- No.- Forcejeó con fuerza, intentando ir hacia el dormitorio, pero no la solté. La agarré del cuello y estampé mi boca contra la suya, besándola, devorándola, calentándola... Gruñó y protestó, e intentó apartar la cara.- No me apartes la cara. No me prives de tu boca.
- Déjame. Quiero irme.
- No, no quieres...- Volví a besar sus labios con desesperación, y poco a poco, fue relajándose, fue dejando de hacer fuerza, fue dejando de evitar lo inevitable... Sus labios se movieron despacio, lentos, como probándome. Yo solté su brazo y puse la mano en la parte baja de su espalda, mientras la otra aun seguía en su cuello, fui acariciando con ella su garganta, su nuca, hasta que la puse en medio de sus pechos, entonces ella me mordió el labio inferior, fuerte, me dolió bastante, incluso llegué a notar el sabor a hierro de la sangre. No entiendo por que pero eso me hizo encenderme más todavía, le arranqué la toalla que llevaba enrollada en el cuerpo, la cogí por el culo con fuerza y tras cogerla en brazos la llevé hasta la encimera de la cocina, la senté mientras nos besábamos como locos, nuestras manos se movían por nuestros cuerpos buscando algo, ¿el qué? Ni idea, pero ahí estábamos; desnudos en mitad de la cocina, poseyéndonos la piel, poseyéndonos con nuestras bocas. Yo me arranqué la toalla y me agarré el miembro duro, lo llevé hasta su hendidura y la penetré con fuerza.-
- Jooder... Dios...
- Dani, mírame.
- Muévete, Hugo. Por favor muévete.- Yo permanecí quieto, dentro de ella, sintiendo la calidez de su coño. Sintiendo mi polla aprisionada entre las paredes de su vagina. Era maravilloso.-
- No, mientras que no me mires.- Ella tenía la cara enterrada en mi cuello, pero poco a poco fue sacándola, hasta que me miró.- Te quiero. Y quiero ver tu cara y tus ojos cuando te corras. A si que no dejes nunca de mirarme.- Ella me espoloneó con los talones en el culo..-
- Muévete de una vez...- Sonreí mientras bombeaba dentro de ella salvaje, ella entreabría los labios, jadeando y gimiendo con fuerza.- Si, Hugo... más. Dame más.- Yo encantado. Cambié el ritmo, empecé a entrar brusco, profundo, y salía muy muy despacio de su interior. Ella gemía sin parar.-
- ¿Te gusta? Si, si que te gusta... Mira, Dani. Mira mi polla hundirse en tu coño, míralo, nena...- Hice que mirara y ella obedeció, contrajo los músculos de su vagina y me exprimió la polla.- Uauh, no hagas eso o me correré.- La tumbé en la encimera, dejando su espalda acomodada y empujé con fuerza una y otra vez. Estábamos cerca, los dos estábamos cerca. Sentí como su espalda se arqueaba y como su cuerpo se tensaba. Mi cuerpo se tensó también y supe que el final estaba cerca para los dos.- Abre los ojos, Dani, maldita sea.- Obedeció y con un par de empellones más nos corrimos juntos con un grito desgarrador. Verla mientras se corría había hecho acelerar mi orgasmo, no puede a ver en el mundo algo más bonito y enloquecedor que esa visión. Aun estábamos jadeando. Puse mi mano en su cuello sudoroso y la acaricié con dulzura. La agarré de los hombros y la incorporé, pero enseguida se esfumó mi sonrisa satisfecha.- Dios... Dani, lo siento. ¿Te he hecho daño? ¿por qué lloras, mi vida?.- La abracé y sollozó en mi hombro, empapándome el hombro desnudo con sus lágrimas.- Perdóname mi amor. No sabes como lo siento.
- No, no... No has hecho nada. Es que yo...
- Chsss... tranquila, tranquila mi amor.- La cogí en brazos y la llevé al dormitorio. La dejé con cuidado en la cama, pero no me soltó y me tumbé con ella.- No te vayas, no me dejes sola.
- Nunca, preciosa.- Estuvimos largo rato tumbados en la cama, abrazados. Ella se calmó y pronto respiraba con tranquilidad.- ¿Mejor?
- Si, gracias.
- ¿Me lo quieres contar?
- Es que es... muy intenso. Me asusta la magnitud de mis sentimientos.- Yo sonreí y le besé la frente.-
- Te entiendo. Yo siento lo mismo. No soy capaz de gestionar mis sentimientos por ti.
- No quiero estar con él.- Susurró.-
- No vuelvas. Quédate conmigo.- Ya sabía la respuesta, por eso no insistí.-
- Yo no quería casarme. No le quería a él.
- ¿Te chantajeó para obligarte a que te casaras?
- Si.
- Joder...- Yo había pensado que la había chantajeado para que no lo dejara, no para retenerla desde el principio.- Dani, cariño, no quiero que vuelvas.
- Yo tampoco. Pero necesito recuperar... algo.- Bufé exasperado.- Hugo, no puedo rendirme ahora, no he pasado por el infierno para ahora huir con las manos vacías.
- Si al menos me dijeras de que se trata... Esta desinformación es lo que me atormenta.
- Lo se, lo entiendo. Pero no he soportado todo esto para ahora...
- Vale, lo he entendido.- Me deshice del abrazo y me incorporé.-
- Pero no te enfades, por favor.
- No me he enfadado, voy a pedir comida china. Es casi la hora de comer. ¿Tienes hambre?
- No de comida.
- Lo dicho, un monstruo.- Me puse unos bóxer y me fui sonriendo a la cocina. Estaba terminando de hablar con los del restaurante chino, cuando apareció Dani, en bragas, solo con unas bragas y una camiseta... una camiseta horrenda. Abrí los ojos sorprendido en cuanto la vi aparecer en mi campo de visión. Era color verde caqui y tenia dibujos de palmeras naranjas. En cuanto colgué el teléfono me dirigí a ella, que se había sentado en un taburete.- ¿De dónde has sacado ese esperpento de camiseta?
- Oye... No te metas con mi camiseta, no es fea, ¿vale?
- No, claro. Fea sería quedarse corto...- Dani me fulminó con la mirada y yo le sonreí con la cara ladeada, pensando en lo estúpidamente enamorado que debía estar, por que hasta con esa abominación de camiseta la encontraba sexi. Mi teléfono sonó.- Disculpa, es Cristian.- Ella asintió y yo le di un beso casto en los labios y cogí la llamada mientras cogía del frigorífico dos botellines.-
- Dime, Cris.
- Hola, capullo. Que contento estás, ¿no? Has follado, ¿eh?
- Cris... al grano, por favor.- Me apoyé el teléfono en el hombro mientras abría los botellines y le pasaba uno a Dani. Chocamos y dimos un trago a la cerveza fría y burbujeante.-
- Me temo que no te va a gustar. Me parece que te voy a borrar de un plumazo la dicha poscoital...
- Cris, dilo de una vez.
- Ha sido alguien de la empresa, Hugo. Nadie ha visitado la empresa, bueno, si, pero están las firmas de entrada de visitas, las he comprobado personalmente una por una, nada. Y nadie ha perdido su placa de identificación, también me he ocupado personalmente de preguntar a todos los empleados.
- ¿A todos, seguro?
- Hugo, a todos. Hasta al personal de limpieza. Ha tenido que ser alguien de aquí, tenemos un topo.
- ¿Cómo?
- Un topo, alguien mandado por el alemán para ganarse nuestra confianza y poder robarnos información confidencial. Te han tendido una trampa, Hugo.- Yo me pasé la mano por la frente, aturdido.-
- Pero, ¿por qué? ¿Por qué motivo, con qué fin?
- No lo se, quizás algún negocio fallido... Algún cliente descontento, alguien con quien no quisieras negociar... una venganza personal, ¿a qué huelen las nubes? Yo que se, Hugo... en eso estoy, intentando averiguarlo, pero no será fácil, podría haber sido cualquiera.- Tragué saliva compulsivamente y fui hacia el cajón donde guardaba el tabaco, saqué mi paquete de marlboro y me encendí un cigarrillo.-
- Opto por lo último.
- ¿A qué huelen las nubes?
- No, idiota. Antes de eso.
- ¿Una venganza personal?
- Si, eso creo. ¿Has averiguado algo más sobre lo de mi padre?
- No, nada. Está muy bien atado, me llevará más tiempo del que creía. Y le había dado prioridad a esto. ¿Crees que puede tener algo que ver?
- Estoy casi seguro. Es raro. Sigue investigando sobre eso.
- Hugo, necesitamos algo pronto, si para dentro de una semana no tenemos nada te meterán en la cárcel.- Apreté la mandíbula con fuerza y cerré los ojos unos instantes mientras tomé aire.-
- Lo se. Lo se. Pero creo que averiguando eso podríamos dar con una pista válida.
- ¿Leíste la declaración del alemán?
- Claro.
- ¿Cómo conseguiría esa información? Lo averiguaré, te mantendré informado.
- Gracias, Cris. Por todo.- Colgué y me quedé pensativo.-
- ¿Va todo bien?.- Dani me miraba con recelo, preocupada.-
- Si, perdona.
- ¿Algún problema?
- No, tranquila. Es trabajo. No tiene importancia.- Mentí, pero vamos, descaradamente...- ¿Qué te apetece hacer después de comer?- Ella me miró divertida.-
- ¿En serio necesitas preguntarlo?.- Intenté aguantarme la risa.-
- Voy a pensar que solo me quiere por mi cuerpo, señorita Lozano...
- Y no se equivocaría, señor Padilla...- Poco después vino la comida china que había encargado, comimos en la cocina tranquilamente mientras charlábamos.-
- Así que todos los jueves de último mes, una escapada rural toda la oficina...
- Una escapada rural, una escapada a la playa, una cena, una fiesta... algo.
- Algo...-Sonreí ante las ocurrencias de Dani.-
- Si, algo para tener a los empleados contentos y en armonía.- Pensando en mi conversación con Cristian, no era ninguna tontería, igual debería pensarlo seriamente.-
- Igual no es tan absurdo...- Susurré.-
- Es que no me tomas en serio...
- ¿Cómo te voy a tomar en serio con esa camiseta?.- Y empecé a carcajearme ante su furibunda mirada.-
- Eres el peor jefe que he tenido nunca, Hugo Padilla.- Yo no dejé de reírme, me reí con más fuerza.- Y el que peor folla.- Ahí si, dejé de reírme y me quedé serio. Mirándola.-
- ¿Cómo que el que peor folla?.- Ahora era ella la que se estaba partiendo de la risa.- ¿Con cuántos te has acostado?.- Ella se tiró al suelo, retorciéndose de la risa, a esas alturas yo ya estaba muy, pero que muy cabreado.- Respóndeme.
- No es que lo hagas mal del todo...-Dijo levantándose.- Pero quizás un poquito de práctica...- Y dijo eso elevando las cejas, y arremangándose la camiseta, mientras que se la levantaba lentamente y me dejaba ver sus preciosos muslos, el enfado se me olvidó y se me hizo la boca agua.-
- Con que esas tenemos, ¿no? Tu lo has querido.- Me levanté y ella salió corriendo hacia el salón.- No corras, voy a cogerte igual.- Yo fui andando tranquilamente tras ella, estaba detrás de la mesa sonriendo como una niña. Yo llegué hasta el otro borde, pero si iba hacia la derecha, ella iba hacia a la izquierda, si yo iba hacia la izquierda, ella iba hacia la derecha.- No tienes escapatoria...
- Eso ya lo veremos.
- ¿Me estás retando?.- Ella sonrió y se encogió de hombros. Entonces yo le hice creer que iba a intentar atraparla por la izquierda, pero lo hice rápidamente por la derecha y la agarré fuerte de la cintura.- Ya te tengo...- Por raro que parezca, que lo es, ese jueguecito me había puesto a cien y mi enorme erección así lo acreditaba. Froté mi miembro duro contra su culo, agarrándola con una mano por la cintura, y con la otra le arranqué las bragas.-
- Auh... esas bragas me gustaban, ¿sabes?
- Te compraré otras.- La cargué sobre mi hombro y le di un fuerte palmetazo en el culo, mientras me dirigía al dormitorio.-
- ¿Qué vas a hacer?
- Voy a joderte sin descanso, hasta que sea el jefe que mejor te ha follado.
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TENTACIÓN SIN LÍMITE
RandomUn hombre políticamente correcto, una mujer alocada, una tentación sin límite. Hugo conoce a su secretaria, una joven hermosa que lo vuelve loco desde ese mismo momento. Él no cree en el amor, hasta que la ve a ella. Ella, una motera alocada y dive...