Capitulo 13

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Se me hizo eterno, no tener noticias de ella fue un infierno. No me fiaba de ese cabrón de Sergio, dediqué más horas al trabajo, venía muy temprano y me iba muy tarde, ya cuando la noche estaba bien entrada. Me ayudaba a no pensar, me abadía del exterior. Carol fue una ayudante perfecta, no solo en el trabajo, también me ayudó mucho en el terreno personal. Comíamos juntos casi todos los días, y los fines de semana no se iba de mi lado. El viernes se presentó en mi casa con una bolsa de deporte y pasamos el fin de semana en mi casa, viendo películas y comiendo comida basura. Era extraño, no podía dormir bien, pero cuando ella se metía en mi cama y me abrazaba, sentía una seguridad aplastante y me quedaba profundamente dormido. No se apartó de mi lado en ningún momento, siempre pendiente de mi, de que estuviera bien. Es una amiga increíble. Cristian empezó a mosquearse, creía que había algo entre nosotros dos, siempre juntos...-
- Cris, no hay nada. Somos amigos.
- ¿Y eso de que paséis el fin de semana juntos encerrados en tu casa?
- Joder, Cris. ¿Qué tiene de malo que dos amigos pasen el fin de semana juntos viendo pelis?.- No estaba convencido, pero yo traté de ignorarlo. No le iba a decir que estaba enamorado de una mujer que se acababa de casar. Y que mi vida era una mierda, que cuando entraba a su despacho me inundaba su olor y sentía mi alma desgarrarse, que por las noches no podía dormir y no lo hacía hasta que lloraba como un niño. Somos hombres, esas cosas no se cuentan a otros hombres. Pero con Carol era diferente, las mujeres tienen un don, una manera de hacerte sentir reconfortado y querido con un simple abrazo.
Un día nos siguió, teníamos una reunión en un hotel, y el muy...nos siguió pensando en que íbamos a tener relaciones. Llamó a la habitación y en cuanto lo vi entrar furioso, me levanté nervioso de la mesa ante la atenta mirada del señor Marcello, que se quedó atónito con la entrada de mi amigo. Terminé perdonándole aquel numerito, aunque lo hice sufrir unos cuantos días, luego él se dio por vencido y pareció darse cuenta de que solo éramos dos amigos que necesitaban apoyo y se apoyaban mutuamente. Volvió catorce días después, yo llegué animado aquella mañana, no sabía que volvía, era un día más. Cuando a las nueve en punto entró en mi despacho, me quedé paralizado,el corazón me bombeaba con fuerza, sentía mis propias pulsaciones, estaba mucho más delgada, sus curvas impresionantes ya no estaban, su cara parecía más alargada por la delgadez, sus ojos seguían vacíos como la última vez que la vi. Llevaba un vestido negro, liso, estrecho y por encima de la rodilla.-
- Tu... ¿qué haces, qué, haces aquí?
- Te traigo tu agenda. Me incorporo hoy.- Parecía nerviosa y yo aun estaba alelado.-
- Ah. No... no lo sabía. Pasa. Pasa.- Entró y me tendió la agenda.- ¿Qué tal la luna de miel?
- Bien, gracias.- Asentí.-
- Tendrás que ponerme al día.
- ¿Cómo?
- De trabajo, tendrás que ponerme al día.
- Ah, si claro. Claro.- Eso hice, la puse al día y le entregué miles de carpetas.- Tómatelo con calma, acabas de incorporarte.
- Bien, gracias. Estaré en mi despacho.- Dios mío. ¿Quién es esa mujer? ¿dónde estaba Dani? Le mandé un mensaje a Carol. *Ha vuelto. Ya ha vuelto.* Diez minutos después la tenía en mi despacho.-
- ¿Estás bien?
- Sí, estoy bien. Pensé que querrías saberlo.
- Claro. ¿Como está?
- ¿La verdad?.- Ella asintió.- Horrible. Está muy delgada. No parece la misma.
- ¿Está en su despacho?
- Si.- En ese momento llamaron a la puerta.-
- Lo siento, pero necesito que me des los planos de... ¡Carol!.- Dani soltó el informe en mi mesa y abrazó a Carol que estaba sentada en frente de mi. Carol estaba sorprendida, pero la abrazó con fuerza también.- Te he echado de menos, Carol.
- Joder, Dani yo también.- Carol sollozó mientras lloraba sin poder evitarlo y yo observaba pacientemente aquel encuentro.-
- No llores,tonta. Me harás llorar a mi. Estás preciosa.
- Tu estás... muy delgada.
- Si, he perdido algún que otro kilillo.- Al menos seis,pensé.- ¿Comemos juntas?.- Carol me miró y yo asentí muy despacio.-
- Vale. Claro.
- Me alegro tanto de volver a veros...- Había cierto matiz de tristeza en su voz que no me pasó por alto.-
- ¿Incluso a mí?.- No pude evitar que saliera de mi boca. Ella me miró sorprendida, por un pequeño momento me pareció ver un leve brillo en sus enormes ojos verdes.-
- Incluso a ti, si.
- Te pago demasiado... está claro.- Ambas rieron con mi broma, y el ambiente se destensó, era exactamente lo que yo buscaba. Que no hubiera incomodidad. Ellas se marcharon y seguí trabajando. Saber que estaba en el despacho de al lado me volvía loco, pero intenté concentrarme en el trabajo y no pensar. Después de comer recibí un mensaje de Carol. *Sigue rara pero realmente nos ha echado de menos. Esta noche quiere ir al BMB con todos. ¡Y lo ha propuesto ella!* Sonreí mientras lo leía y le contesté rápidamente. *Eso está bien,que no se sienta sola o desplazada.*
*¿Vendrás verdad?* Dudé y lo pensé, ¿estar con ella? ¿y si va el gilipollas de su marido? ¿podría verlos juntos? *No creo preciosa,pero pasadlo bien.*
Era lo que me faltaba, ver a la parejita feliz bailando y haciéndose arrumacos en mi cara... A las cinco y media apareció en mi despacho.-
- Hola, ¿puedo?
- Claro.
- ¿Podrías echarle un vistazo a los informes?.- Asentí y cogí los informes que me tendía,mientras los ojeaba sentía su mirada abrasadora escrutándome , «control, Hugo. Está casada.» Intenté concentrarme en los informes, tenerla delante me estaba poniendo de los nervios...-
- Mmm...
- ¿Algún problema?
- No entiendo bien esto, está en alemán...
- Ah, perdona. Espera.- Rodeó la mesa y se inclinó a mi lado, estaba relativamente cerca, muy cerca... Mierda, otra vez el olor a vainilla, cerré los ojos levemente un momento, disfrutando de ese pequeño instante.- Son las cláusulas del contrato. Te lo dejé traducido por algún sitio... ¿Hugo?
- ¿Eh? Perdona, no te escuchado bien.- Me miró y arqueó una ceja.-
- ¿Estabas durmiendo?
- No, claro que no...
- Joder que no, si tenías los ojos cerrados.- Y empezó a carcajearse, mi intención era hacerme el ofendido pero al verla sonreír así, tan abiertamente, tan relajada...no pude evitar reír con ella.-
- Que gusto...- Ella paró de reír y me miró sin saber a que me refería.- Verte sonreír, pareces feliz. Relajada.- Sonrió levemente y nos quedamos mirándonos a los ojos, otra vez el deseo, ese calambre en el vientre, los dedos hormigueándome de deseo por tocar su piel. Mi bragueta cobró vida, joder Hugo, cálmate. Está casada. Pero es un gilipollas. Da igual, no puede ser. Pero es que... me mira de esa manera... Quiere que la bese. Me lo está pidiendo. Y yo también quiero. Venga, ahora o nunca.-
- Ejem, ejem...- Carraspeó un poco y se enderezó rodeando la mesa de nuevo. Ya estaba fuera de mi alcance, pero a mi bragueta no parecía importarle.- ¿Te busco el contrato traducido?
- Eh... no, no te molestes. Puedes irte en cuanto te los firme.- Me apresuré a firmar y se los tendí.- Puedes irte.
- Gracias. ¿Nos vemos en el BMB?.- Me dejó un poco descolocado. ¿Acaso ella quería que yo fuera?.-
- No, no creo.
- Venga, Hugo. Una cerveza.
- No puedo. Como has podido comprobar, soy capaz de dormirme en una pelea.- Dije a modo de excusa.-
- A sí que lo admites...- Sonreí ante su perspicacia.-
- Me has pillado. Yo solo he confesado.
- Venga, Hugo. Solo una copa rápida...- Hizo una especie de pucherito la mar de gracioso, tras echarme a reír me dejé llevar.-
- Venga vale, por los viejos tiempos...
- Genial.
- Tengo asuntos que resolver, iré dentro de un rato.
- Vale. Te dejo trabajar. Nos vemos luego.- Ay esa sonrisa traviesa... joder, ¿cómo me puede seguir excitando tanto? Me miro entre las piernas, mi vaquero amenaza con saltar mi botón y dejarme bizco. Estoy solo. No hay nadie. Sonrío yo solo y me escabullí rápidamente a mi aseo. Cierro la puerta y me desabrocho los vaqueros, me los bajo hasta las espinillas junto con los bóxer y me agarro con fuerza mi miembro erecto. Suavemente me lo acaricio hacia adelante y hacia atrás. Demasiado tiempo sin sexo...-
- Oh, ah. Madre mía...- Estoy a punto, estoy apunto...-
- ¿Donde estás,capullo?
- ¡Ay la virgen! ¡joder!
- ¿Estás ahí?
- Yaaa... ya salgo.- Siempre tan oportuno. Maldito Cristian, esto es lo mismo que me pasó la primera vez que vi a Dani. Me cago en mi estampa...-
- ¿Estás bien?
- ¡Que sí, joder!.- Me subo los pantalones y me lavo las manos. Voy a salir, pero antes me vuelvo y tiro de la cadena. Cuando salgo Cristian está sentado en mi sillón, con las piernas en la mesa y sonriente.-
- ¿Estabas poniendo un muñeco?
- No seas soez.
- ¿El perro asomaba el hocico?
- Joder, cállate tío...- Y para colmo empieza a descojonarse de mi.- ¿Por qué no te largas?
- En eso estaba. ¿Vienes al BMB?
- Si. Venga,quita tus pezuñas de mi mesa. Vámonos.
- Estás amargado,¿eh? Necesitas un buen polvo...
- No me digas.- Levanto una ceja mirando a mi amigo con ganas de asesinarlo.-
- Si te digo, tío listo. Y ya que no pareces tener suerte en el tema ligue... una pajilla de vez en cuando no es malo.
- No me digas, ¿te ofreces voluntario?
- Tiiiooo, nooo.- Me mira con cara de horror. Y ahora soy yo el que se descojona de él.
Estoy nervioso, en el camino al pub no hago más que pensar en que no va a salir bien. La última vez que vi al ahora marido de Dani... no es que fuera muy simpático, que digamos...- Oye, capullo. ¿Qué cojones te pasa?
- Nada.
- Pareces nervioso. No paras de revolverte en el asiento.
- No me pasa nada.
- ¿Enserio? Vale.- Aparto la mirada de la carretera y miro a mi amigo de reojo.-
- ¿Vale? ¿el qué?
- Que si necesitas de verdad la paja...
- Oh, ¡venga ya!
- Eres mi amigo. No te voy a negar que sería raro. Yo nunca le hecho una paja a otro tío. Pero puedo probar.
- Vas a conseguir que nos estrellemos. No digas sandeces.
- Me sacrificaría por ti.
- Es muy bonito por tu parte. Pero no, gracias. Prefiero que me claven cien agujas en el cuerpo.
- ¡Serás desagradecido!.- Yo freno de golpe.- ¿Qué haces?
- Venga. Si.- Me bajo la bragueta.- Venga, hazme la paja. Venga Cris. No tenemos toda la noche.- Mi amigo me mira muy serio.-
- Hugo. Estás mal,¿eh? Era coña. ¡Una puta coña!.- Ahora parece enfadado y yo tengo que aguantarme la risa, me subo la bragueta y lo miro todo lo serio que puedo.-
- ¿De verdad crees que quiero que me hagas una paja? Ya hemos llegado, imbécil...- Me bajo del coche y mi amigo me imita. Cruzamos la acera de enfrente.-
- Joder, que susto. Creía que lo decías de verdad.
- ¿Y entonces, quién es el que está mal?.- Entramos al club y fuimos con cuidado hasta la barra, estaba lleno, había mucha gente. Le pedí a Mario, el dueño unas cervezas. Miré hacia nuestra mesa de siempre y solo vi a Marina. Tras pedir fuimos junto a ella.-
- Hola preciosa.- Le dí un beso en la mejilla.-
- Hola bomboncito.- Cris le dio un sonoro beso y yo aguanté la risa.-
- ¿Donde está todo el mundo?
- En la pista, bailando.- No los vi, pero mejor. Ver a Dani bailando con ese subnormal me ponía enfermo. Charlamos un rato y de un momento a otro sentí un escalofrío por la espalda, segundos después, una mano en mi hombro. Me volví, y ahí estaba la diosa de mis fantasías. Con ese vestido negro cortísimo, que tanto me gustaba.-
- ¡Has venido!.- Dijo sentándose en frente de mi. Yo le sonreí en respuesta.-
- No tenía alternativa...- Charlamos un rato y pronto nos quedamos solos, Carol,Marina y Cristian se fueron a la pista.-
- ¿Qué tal en la empresa?
- Bien.
- ¿Y en lo demás?.- ¿A donde quería llegar?.-
- Bien también.
- No estás muy hablador, ¿eh?
- Nunca lo he sido.- Ella sonreía.- ¿Y a ti, como te va la vida de casada?.- Su risa se esfumó.-
- Adaptándome.- Quería preguntarle tantas cosas, quería decirles tantas cosas...y hacerle tantas cosas...-
- Claro.
- ¿Donde te fuiste?
- A Almería.
- ¿Por qué?
- Necesitaba tiempo. Pensar,relajarme... ya sabes.
- Si. Siento que terminara así.
- Yo también.- Otra vez esa energía estática. Otra vez su mirada abrasadora, ese calambre, ese deseo de acariciarla... Joder,Hugo está casada. Olvídalo. Vete. Vete ahora que puedes reaccionar. Vete, maldita sea.- Tengo que irme.
- ¿Ya, tan pronto?.- Parecía decepcionada, y yo cada vez estaba más confundido a la par que excitado.-
- Es mejor.- Ella asintió y vi en su mirada que no quería que me fuera.- ¿Quieres que te lleve?
- ¿Te importaría?
- En absoluto.
- Entonces, si.- Se levantó del sofá, se bebió el resto de cerveza de un trago y yo me puse en pie. Salimos fuera del local y caminamos hasta mi coche.-
- Que nombre más raro para un pub. La liga. Suena a fútbol.- Dijo riéndose.-
- Es un bar de guarras.- Dije tranquilo mientras abría el coche.-
- ¿Cómo?
- Putas. Un bar de putas.
- No jodas.- Que más quisiera, pensé.-
- Si.
- ¿Y tú como lo sabes?
- Mejor no preguntes...- Me indicó la dirección y conduje tranquilo y en silencio.-
- Para aquí.- Hice lo propio. Era un buen barrio, miraras donde miraras había mansiones que te quitaban el hipo.- Es aquella de la esquina. Pero mejor andar unos pasos a que alguien te vea.
- ¿Se molestaría tu esposo?
- Seguramente.
- Mejor así, entonces. Estoy demasiado cansado como para darle una paliza...- Ella sonrió mostrándome sus perfectos dientes blancos.-
- Gracias por traerme.
- A ti por alegrarme la vista.- Mierda. Mal momento para perder el filtro cerebro-boca. Ella me sonrió.-
- No me digas.
- Sí. Ese vestidito negro... aunque me gustabas más con esos kilos que ahora te faltan.
- Ya.- Otra vez esa mirada. ¿Porqué no se baja del coche? Me está mirando de esa...manera que me vuelve loco.-
- No me mires así.
- ¿Por qué?.- Eso no me lo esperaba.-
- Por... por que no. Deja de mirarme así, Dani.
- ¿Y si no quiero?
- Deberías. Estás casada.- Ella rompe el contacto visual y la veo hacer una mueca. Se baja del coche.-
- Gracias. Buenas noches.- Cierra la puerta y hecha a andar calle abajo ante mi atenta mirada, yo que sin darme cuenta había estado aguantando la respiración, tomo una bocanada de aire y la suelto en un suspiro fuerte. En cuanto la veo entrar en la casa arranco y me marcho camino de mi casa. ¿Qué cojones he hecho? Estoy tumbado en mi cama, en bóxer, pero no puedo dormir, no puedo dejar de darle vueltas. Parecía... parecía que ella quería. Que quería que pasara algo entre nosotros. ¿O son imaginaciones mías? La verdad, no se como diablos he sido capaz de controlarme. He estado a punto de saltar encima de ella, y no precisamente para abrirle la puerta. O bueno, si. Pero no la del coche. Joder Dani. Me estoy volviendo loco. ¿Por qué tuviste que casarte? ¿por qué? Miro el despertador y son casi las dos, maldita sea. Me levanto y abro la cómoda. Saco el pañuelo color turquesa que cogí prestado de su despacho y lo huelo. Huele a ella, a vainilla. Me acuesto con él en la mano, y en algún momento de la madrugada me duermo.
Me despierta el timbre, me estirazo y miro el despertador, joder son las siete, ¿quién coño viene a estas horas? Me levanto de la cama y voy tambaleándome hasta la puerta.-
- Quita,capullo.
- Me cago en mi estampa...- Cris entra y va hacia la cocina, deja una bandeja de donuts en la encimera y rodea la barra.-
- ¿No has hecho café? Que desastre...
- ¿Qué coño haces aquí tan temprano?
- Desayunar con mi amigo. Ve a ducharte, yo hago el café.- Que remedio.-
- Muy bien «bomboncito»
- Que te follen.- Me voy riéndome a carcajadas hasta la ducha y tras ducharme, me visto para ir a la oficina. Tengo bastante barba, pero ya me he acostumbrado y hasta me gusta dejármela de tres o cuatro días. Cuando salí y fui a la cocina, Cristian estaba sentado en un taburete, moviendo su café, pensativo. Me había preparado un café para mi y yo me senté a su lado.-
- ¿Estás bien?
- No.- Vaya. Decía yo que era raro que madrugara tanto para traerme donuts. Yo cogí uno y empecé a comérmelo.-
- Mmm... están cojonudos.- Cris no dijo nada, y yo preferí esperar a que él hablara. Tras unos minutos en silencio habló.-
- Menuda mierda de amigo eres, capullo.- Yo lo miré sorprendido.- ¿No piensas preguntarme que me pasa?
- Estoy esperando a que tu decidas hacerlo. No quiero agobiarte con preguntas.
- Eso es muy bonito.
- Lo es.- No pienso preguntar. Tienes que querer contármelo.-
- Las cosas... no van bien.
- ¿En la empresa?
- No. Con Marina.
- ¿Habéis discutido?
- No exactamente.
- ¿Y entonces?
- No se. Es como... que falta algo.
- Algo... ¿como qué?
- Se lo que es. Se lo que falta. Pero temo decírselo y perderla.
- No entiendo...
- A veces las parejas, necesitan... estímulos, necesitan innovar.
- Ya. Pues... no se, propónselo. Si no quiere pues nada. A lo mejor le parece bien. Sea lo que sea, que claro, no me lo vas a decir.
- Pues no.
- Me lo imaginaba.
- ¿Tu crees que se puede querer a dos personas a la vez?
- No se. ¿Te gusta alguien aparte de Marina?
- No lo se. Puede.
- Cris, hagas lo que hagas no le hagas daño. No se lo merece.
- Lo se. No quiero hacerle daño a nadie, estoy confundido. Estoy... estoy viviendo cosas que no había vivido nunca antes.
- Eso es bueno, ¿no?
- Depende. Da igual, no importa. Vámonos a la oficina.- Mi amigo no había hecho ninguna broma, eso me tenía preocupado. Parecía ensimismado mientras yo conducía, estaba mal. Cuando aparcó en el parking, mientras vamos hacia el ascensor.-
- ¿Estás bien?
- Sí. Tengo mucho en lo que pensar...
- Tomate el día libre.
- No, por Dios. Me volvería loco.
- ¿Quedamos esta noche para tomar una copa?
- Claro.
- ¿En la liga?
- No necesito ir de putas...
- Ya lo se, imbécil. No tienes que acostarte con ellas. Podemos tomar simplemente una copa. Fuera del lugar habitual.
- Bueno. Vale.- Salimos del ascensor y él se fue a su despacho, y yo al mío. Me tenía preocupado. Normalmente habría bromeado sobre que el que necesita una prostituta soy yo, o algo por el estilo, pero no lo ha hecho. Parece realmente preocupado. Niego con la cabeza y me siento en mi silla mientras enciendo mi ordenador. Cinco minutos después, llaman a la puerta y entra Dani.-
- Te traigo tu agenda.- Yo estoy ensimismado pensando en mi amigo, y ni he alzado la vista para mirarla.-
- Gracias. Búscame... los informes sobre Peralta, por favor.
- Claro, ahora mismo. ¿Estás bien?.- Entonces si la miro, y me quedo paralizado. Lleva esos pitillos negros que tanto me ponen. Una camiseta de tirantes negra, dejando muy a la vista su escote...-
- Joder...- Ella sonríe ante mi mirada escrutadora.- Eh...
- ¿Estás bien?
- Sí,si. Perdona.- No para de sonreír. ¿Lo ha hecho a propósito? ¿se ha vestido así para martirizarme?
- Voy por los informes.- Y se da la vuelta, andando hasta la puerta, balanceando las caderas de esa forma taaaan sensual. Dios, ya estoy empalmado. Me está volviendo loco. Parece que me esté torturando. ¿O simplemente está coqueteando? Suspiro y me pongo a trabajar, intentando concentrarme. Pero vuelve a aparecer en mi despacho, con esa sonrisa traviesa.-
- Aquí tienes. Si necesitas algo más, estaré en mi despacho.- ¿Son cosas mías o eso a sonado muy, pero que muy, sugerente? Olvídalo,Hugo. Deja tus fantasías para la intimidad... Pero nada, no soy capaz de concentrarme, saber que la tengo a pocos metros de mi.... que solo nos separa un maldito tabique. Joder. Decido no ir a comer, a ver si con suerte puedo concentrarme en algo que no sea el culo de Dani. Me asomo y la oficina está desierta. Me siento en mi silla con los pies en la mesa, y pongo música. Cierro los ojos e intento relajarme, estaba consiguiendo hasta que ha empezado a sonar work. Maldita sea. Mi bragueta da una sacudida en respuesta, si, yo también me quedé con ganas de probar esa canción con Dani...-
- Bonita canción...- Me sobresalto al oírla hablar.-
- Joder, Dani. Que susto.- Está en la puerta, echada de forma sensual en el marco de la puerta. Me mira curiosa y divertida.- ¿No sales a comer?
- No tengo hambre. De comida.- Vale, estoy enfermo, todo lo que dice me parece sugerente,morboso,excitante... y como no, sigo empalmado. Madre del amor hermoso, tengo que hacer algo con eso.- ¿Y tú, Hugo? ¿tienes hambre?
- No.
- ¿De comida?
- No, no tengo hambre de comida. Tengo mucho trabajo.
- Ya veo, haciendo el gandul y durmiendo otra vez.- Le alzo una ceja en señal.-
- Soy el jefe, me lo puedo permitir.
- Claro.
- ¿Querías?
- Nada. He sentido la música... solo era curiosidad.
- Pues ten cuidado.
- ¿Por qué?
- La curiosidad mató al gato.
- Pero murió sabiendo...- Dijo eso con una sonrisa traviesa de prepotencia y se marchó a su despacho pavoneándose. Lo cierto es que esos pequeños rifi rafe verbal entre ella y yo me ponía como una moto. Dani no es sumisa, Dani es una yegua salvaje. Difícil de domar, pero no imposible... «Casada,Hugo. Casada.» La voz de mi subsconciente cada vez me caía peor, joder. Me miro la entre pierna, ¿y con esto qué hago? Miro hacia fuera, no hay nadie. Solo ella en su despacho. Debería de ir allí, arrancarle los malditos pitillos, rasgarle las bragas y montarla sin piedad hasta domarla... Oh, si eso sería...
«Un error enorme, luego volvería con el gilipollas de su marido.» Lo dicho, la odio. Como ir al despacho de Dani, no es una opción, decido hacer un arreglo manual. Me levanto y cierro la puerta. Vuelvo a sentarme en mi silla y vuelvo a poner la canción de work, no es lo mismo que hacerlo con ella, pero tendrá que valer. Pienso hacerlo pensando en ella, a si que... La sensual voz de Rihana empieza a cantar e inunda el despacho de nuevo, cierro los ojos y trato de concentrarme, me llevo la mano a la bragueta y empiezo a desabrochar los vaqueros, Dios, estoy muy excitado, mejor, será rápido. Pero no hay manera. Suena el teléfono, pienso en no cogerlo, pero al final miro, por curiosidad. No puede ser, es del despacho de Dani, lo cojo.-
- ¿Sí?
- ¿Te pillo con algo entre manos?.- Que hija de...-
- Nada importante. Dime.
- ¿Has probado ya?
- ¿El qué?.- Está empezando a desquiciarme.-
- La canción. ¿Has probado ya?.- Me está poniendo a prueba la paciencia.-
- Si.
- ¿Y qué? ¿como fué?
- Bien. Vuelve al trabajo,Dani.
- No, ¿ahora qué se está poniendo interesante?
- Dani.
- Venga, Hugo. Dímelo.
- No me da la gana. Vuelve al trabajo.
- No te pongas a la defensiva.
- No hagas preguntas personales.
- Yo no la he probado aun. Pero espero hacerlo.
- Pues muy bien, que disfrutes.- Y colgué con rabia. ¿A qué cojones está jugando? Llaman a la puerta. Ay la ostia... como sea ella la voy a empotrar en la primera pared que encuentre...
El que faltaba.-
- Hola, capullo. ¿Qué haces?
- Pues... nada. No consigo concentrarme en nada.
- Ni yo. ¿Qué te pasa a ti?
- Nada en particular. ¿Como vas?.- Cris se encoge de hombros mientras se sienta en frente de mi.-
- ¿Tienes la bragueta abierta?.- Mierda, me miro y rápidamente me subo la cremallera.-
- Este pantalón me aprieta.
- ¿Sabes? No me apetece estar aquí, una mierda.
- Pues vete. Te dije que te tomaras el día libre.
- Ya. Pero luego llego al piso y es peor, no hago nada más que pensar...
- Tengo una idea, a mi tampoco me apetece estar aquí. ¿Por qué no vamos a mi casa a quemar endorfinas?
- Eso estaría bien.
- Perfecto. Espera un momento.- Cojo el teléfono y marco al despacho de Dani.-
- ¿Has decidido contármelo?
- Eh...no. Ocúpate de los informes de Peralta y Aguirre. Y no me pases llamadas. Voy a tomarme la tarde libre.
- Ah.- Parece descolocada, bien. Punto a mi favor.- ¿Vas a probarla?
- Exacto. Me pica la curiosidad.- Cristian me mira extrañado.-
- Pues que la disfrutes.
- Eso pensaba hacer. Hasta mañana.- Sonrío con superioridad, no la he visto pero no me hace falta. La he descolocado.- ¿Nos vamos?.- Pasamos por casa de Cris, cogió su ropa de de deporte y nos fuimos a mi casa, estuvimos toda la tarde metidos en el gimnasio machacándonos. Y yo no podía dejar de pensar en que Dani me estaba coqueteando, por que eso ya, era un hecho. No eran cosas mías, no era mi mente calenturienta, no eran cosas mías,joder... me estaba provocando, ¿con que intención? ¿se está riendo de mi? Si, eso es lo que yo creo, pero es que yo se lo he puesto en bandeja. Ella me provoca y yo babeo tras ella, he estado a punto de hacerme una puta paja en el despacho. Eso no se puede repetir, de ninguna manera. No pienso consentirlo, a partir de hoy nada de tonterías, no más bromas, no más babear por ella, al menos delante de ella, claro. Seré serio, frío, seré su jefe y nada más. A sí dejará de provocarme, por que no se cuanto pueda controlarme, hasta ahora he tenido presente que está casada, pero si sigue así se me va a olvidar de un momento a otro. Maldita Dani.-
- Tío, no puedo más.- Cris me saca de mis pensamientos y lo miro, está sudando y fatigado, yo voy aminorando la marcha en la máquina de correr, hasta que la paro. Me duelen los gemelos, he perdido la noción del tiempo mientras corría. Tras darnos una ducha, eso si, por separado, nos espatarramos en mi sofá a beber cerveza mientras veíamos un partido de baloncesto. No es que me guste mucho el baloncesto, prefiero el fútbol, a si que me fui a la cocina a preparar una lasaña para cenar. Llamaron a la puerta cuando la estaba metiendo en el horno.-
- No te vayas a levantar, ¿eh?.- Cris estaba pegado al televisor y ni siquiera hizo ademán de levantarse. Negué con la cabeza mientras fui hacia la puerta y abrí.- Hombre, mi pequeña. Pasa preciosa.- Le besé la mejilla y ella pasó a la entrada y yo cerré la puerta detrás de nosotros. Al volverme, me echó los brazos al cuello y se aferró a mi cuerpo sollozando.- ¿Qué pasa, nena? ¿qué te ocurre?.- Ella no me contestó, siguió llorando en mi cuello, empapándome la camiseta de lágrimas. Andé con cuidado sin deshacer el abrazo y la llevé hasta la cocina. La deposité en uno de los taburetes y me senté a su lado. Le acaricié la cara,el pelo, el brazo y le limpié las lágrimas con el pulgar. Quería insistir en que me contara lo que le pasaba, pero por la manera de hipar entre lágrimas, sabía que sería en vano, hasta que se calmara. Entonces me levanté, rodee la barra de la cocina y fui al frigorífico, saqué una botella de vino blanco, del que se que le gusta a mi amiga, vacié en dos copas y volví con ellas. Mi amiga me miró con los ojos rojos e hinchados y sonrió levemente al ver la copa.- Bebe preciosa, te sentará bien.- Ella obedeció y dio un trago a su copa.- ¿Mejor?
- Si, gracias.
- ¿Qué te ocurre, pequeña?
- Mi vida es un desastre, Hugo.
- Eso no es verdad. ¿Qué te pasa, de verdad?
- Que soy idiota.
- Oye... no seas así. No digas eso. No eres idiota.
- Me he...- Dejó la palabra suspendida en el aire, pero yo intuía lo que le había pasado a mi amiga.-
- ¿Enamorado?
- No creo que ha eso... se le pueda llamar así.- ¿A eso? No entiendo nada.-
- ¿A qué te refieres?
- Es más bien... encoñamiento. O eso creo, no lo se. Estoy hecha un lío.
- ¿Encoñamiento? Ehh... ¿por qué no me lo cuentas? Antes de que aparezca Cris y empiece a bromear con eso del "encoñamiento" Imagina la broma que puede salir de ahí...- Y le sonreí a mi amiga con cariño, pero ella abrió mucho los ojos.-
- ¿Cómo Cris? ¿va a venir?
- No, está aquí. Viendo la tele y bebiéndose mis cervezas.
- Joder,Hugo...- Se bebió su copa de un trago y la miré extrañado.-
- ¿Qué pasa?
- Tengo que irme.- Se levanta del taburete pero yo la agarro del brazo.-
- Espera,espera. ¿Por qué te vas? Quédate a cenar. No te vayas.
- Tengo que irme. Gracias.
- ¿Es por Cris?
- Nos vemos mañana. Tengo...- Y se fué hacia la puerta cerrando tras de si, no me dió tiempo nada más que a ver la puerta de la calle cerrarse. ¿Pero, qué...? Que raro todo.-
- ¡Capullo, te está sonando el móvil!.- El grito de Cristian me trajo de vuelta.-
- Ostias, el horno...

Nos sentamos en la barra de la cocina y repartí la lasaña en los platos. Nos sentamos a comer y yo no paraba de darle vueltas a la cabeza.
- Esto está cojonudo. Mmm...
- Oye Cris, ¿a ti te ha pasado algo con Carol?.- Mi amigo soltó el tenedor de golpe, carraspeó y se puso nervioso.-
- No, ¿por qué lo dices?
- No se. Ha venido.
- ¿Cuando?
- Hace un rato. Pero se ha ido. Me ha dado la sensación de que ha sido al decirle que tú estabas aquí.
- No. No me pasa nada con ella. No se por que...
- Es solo que me ha dado la impresión. Seguramente no sea nada.
- ¿Y a qué ha venido?
- ¿Sinceramente? Ha sido muy raro, en cuanto le he abierto se ha abrazado a mi llorando.
- ¿Llorando?
- Ajá. Estaba muy mal. Muy... deprimida. Voy a tener que estar más pendiente de ella, nunca la había visto así, tan mal, tan... hundida. Creo que es mal de amores. Menudo imbécil el que sea, es una mujer fantástica, ¿No crees?
- ¿Eh?.- Cris se había perdido en lo hondo del plato de lasaña.-
- ¿Hay algo que tengas que contarme?
- No. No. Nada.- Era muy raro, no me lo estaba contando todo, pero tampoco podía hacer mucho más si no me lo contaban...
Cristian se fue pasadas las once, y yo tras beberme una copa de whisky me fui a la cama. Dí vueltas y vueltas hasta la madrugada. Solo cuando saqué el pañuelo turquesa de debajo de la almohada, conseguí caer en los brazos de Morfeo...

TENTACIÓN SIN LÍMITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora