Capitulo 24

4.7K 296 3
                                    

Me desperté con la cabeza de Dani en mi pecho, y aferrándose a mi con manos y piernas, sonreí y le besé el pelo. Le acaricié la espalda con los dedos, y ella aparte de unos cuantos gemidos, ni se movió. Intenté levantarme con cuidado pero se agarró con fuerza a mi, la miré y tenía los ojos abiertos.-
- ¿Dónde vas?
- Iba a preparar el desayuno...
- Quédate un poco más, por favor.- Volví a acomodarme y la abracé de nuevo, oliendo su pelo.-
- Mmm... vainilla y sexo, me encanta.
- A mi me encantas tu, y por cierto, no roncas.- Reímos los dos y yo me pegué un poco más. Ella llevó su mano a mi pecho y me acarició pasando la palma de la mano por mi piel caliente, mi polla se sacudió debajo de la sábana.- No pienso despedirme en la puerta, Hugo. No quiero una despedida, por que no lo es.- Se sentó encima de mi a ahorcajadas, dejándome ver sus preciosos pechos redondeados...-
- Me parece bien.- Ella empezó a moverse encima de mi, lento, agonizante. Mi miembro cada vez más duro por el frote de su sexo húmedo y palpitante, se erguía dispuesto a darnos placer. Dani lo cogió con fuerza y lo llevó hasta su abertura, muy, muy despacio la fue introduciendo en su interior. Yo gruñí cuando sentí el fondo de su vagina y me incorporé hasta quedar sentado como ella, frente a frente, mirándonos excitados, le agarré la nuca y poseí su boca con impaciencia, mientras ella me tiraba del pelo. Nos movíamos despacio, sin prisa, al unísono.-
- Me casaré contigo sin dudarlo.- Yo la miré y gruñí, agarrándola contra mi pecho nos tumbé, y luego nos hice rodar hasta quedar encima de ella, aprisionándola contra el colchón.-
- Eres lo mejor que me ha pasado. Mi tentación...- La penetré con fuerza y ella se aferró jadeante a mis brazos. Puse las manos a cada lado de su cara y le besé la frente, los ojos, la nariz, las mejillas, y finalmente en los labios, mientras empujaba en su interior, sintiendo cada vez más placer, más calor y mucho, mucho más amor. Por que si, yo la amaba con toda mi alma, haría cualquier cosa por ella, sería cualquier cosa por ella. Ahora mi mundo gira alrededor de ella...
Tras una ducha juntos, en la que volvimos hacer el amor como animales contra la mampara, y contra los azulejos, dejé a Dani secándose el pelo y yo tras ponerme unos bóxer limpios me fui a preparar el desayuno. Hice café, tostadas, muesli y un poco de fruta, con zumo de naranja natural. Un desayuno continental, vaya. Luego comprobé el correo hasta que ella volvió completamente vestida, después de verla más tiempo desnuda que vestida, me pareció raro. Llevaba unos vaqueros ceñidos, una camiseta roja de manga corta y unas converse rojas también, llevaba la bolsa que había traído el día anterior y se me hizo un nudo en la garganta. Se iba, se iba de allí.-
- Mmm... que rico huele, que hambre tengo.- Se sentó en el taburete de al lado y le serví café. Bebió un trago largo y gimió dulcemente, se me puso dura de golpe.- Te has esmerado con el desayuno, ¿eh?
- Si, me gusta verte comer bien.- Ella untó mantequilla en dos tostadas, una para ella y otra para mi, me la dio con una sonrisa tensa y mordisqueó la suya. Ella también estaba incómoda, podía notarlo en el ambiente.-
- ¿No tienes hambre?
- No mucha, suelo despertar más temprano.- Dije a modo de explicación. Ella bufó y soltó la tostada en el plato.-
- Hugo, esto es absurdo.
- ¿El qué?
- No me voy fuera del país, estoy a quince minutos de tu casa. Nos veremos mañana a primera hora, en la oficina. No me he muerto, joder, nos vamos a ver en menos de veinticuatro horas.
- Lo se, lo siento. Pero es que... ha sido maravilloso tenerte aquí, te voy a echar de menos. Mucho.
- Yo también, pero ya te he dicho que no pienso despedirme, no es una despedida, nos veremos mañana.- Bebió un trago largo de su zumo y miró el reloj de su muñeca.- Tengo que irme ya.
- ¿Ya?.- Dije con la voz ronca, mientras me levantaba a la misma vez que ella, como un resorte.- Pero no has comido fruta, ni muesli...
- Lo siento, solo tengo media hora, su vuelo estará llegando. Hugo...- Me acarició la cara con su mano temblorosa, para ella también era difícil, cerré los ojos y sentí sus labios abrasarme los míos, fue un beso dulce y profundo, pero demasiado fugaz. Sin más cogió su bolsa, me guiñó un ojo y se fue.
La casa estaba totalmente en silencio, un silencio agonizante e impertérrito. Me sentí solo y vacío de nuevo. Después de lo que habíamos vivido en tan solo un día, separarme de ella había sido demasiado duro. Aunque ella tenía razón, nos veríamos al día siguiente, a si que me obligué a estar bien y a pasar el día tranquilo. No comí a medio día, me daba lástima tirar tanta comida y terminé comiéndome yo solo toda la fruta y el muesli del desayuno. A las tres me puse un chándal gris, cogí a canela, le puse su correa y me fui al parque, paseamos y corrimos por el parque. Vi varias parejas paseando de la mano, besándose y me deprimí. A si que emprendimos el camino de vuelta a casa, eran las seis cuando llegué, me moría por hablar con ella. Pensé en llamarla varias veces, pero me daba miedo que él viera la llamada y le hiciera daño en represalia. Llamé a Cris para preguntarle si vendría a ver el partido, como cada domingo, pero no me lo cogió. Me fui a la ducha y me refresqué, estaba nervioso, ansioso... Para entretenerme, me metí en la cocina y hice un bizcocho, de chocolate con nueces. Miré el reloj, eran las ocho, mi móvil sonó y fui corriendo hacia el salón, en su busca. Me decepcionó ver el nombre de Cris, pero al menos iba a ver el partido con compañía...-
- Hola, capullo. ¿Vienes ya o qué? Que el partido empieza dentro de veinte minutos...
- No, Hugo. No voy a poder ir a ver el partido.- ¿Me ha llamado Hugo, en vez de capullo?-
- ¿Qué ocurre, Cris? ¿Estás bien?
- No Hugo. No estoy bien, estoy en la oficina.
- ¿Un domingo a las ocho y media de la noche?
- Ya se quien fue. Ya se quien es el topo.
- ¿Quién es?
- ES mejor que lo veas por ti mismo.
- Espérame, cojo un taxi y estoy ahí enseguida.- Me puse unos vaqueros una camiseta sin mirar, las deportivas y fui corriendo a la calle. Fui andando hasta que encontré un taxi libre, a las nueve y cuarto estaba entrando en la oficina. Esteban me saludó sorprendido desde su garita. Subí al despacho de Cris, entré pero no estaba, miré a mi alrededor, saqué el iPhone y lo llamé.-
- ¿Dónde estás?
- En la sala de reuniones, espérame en tu despacho. Sírvete un bourbon, lo vas a necesitar.- Esto no me gusta, no me gusta nada, Cris no es así, debe ser grave, debe de ser doloroso. ¿Quién coño es el traidor? Fui a mi despacho, serví dos vasos de bourbon, me bebí el mío de un trago y volví a sentarme en mi silla. Cinco minutos después apareció Cris con la cara desencajada, entró en silencio, se sentó en frente de mi con el portátil cerrado en la mano, se lo puso en el regazo, cogió el vaso de bourbon y lo vació de un trago.-
- Cris, ¿quién es?
- Dani.- El corazón me dio un vuelco, el pecho se me contrajo. Era imposible.-
- No. Te has debido equivocar. Es imposible que sea ella.
- A mi me ha pasado lo mismo, Hugo.
- Te digo que no, que es imposible.
- Hugo...
- ¡Qué no, hombre! Que Dani no es así. Ella nunca me haría eso. Nunca me fallaría.- Cris abrió el portátil, y me lo puso en frente.-
- Dale al play, Hugo.- Yo lo miré conmocionado, tenia delante de mi un video de las cámaras de seguridad, me aclaré la garganta y cliqué en el play. Durante varios segundos del video no se veía nada más que la puerta del archivador, una puerta de la que solo tres personas teníamos acceso, incluido yo. Pero poco después, una maraña alborotada de pelo negro, con falda de tubo negra y camisa blanca desabotonada, entraba de noche al archivo, nerviosa miró a un lado y otro, antes de sacarse la llave del sujetador y abrir la puerta, encerrándose en el archivo. El mundo dejó de girar en ese momento. Sentía un dolor agudo en el pecho, ni siquiera se me hubiera pasado por la cabeza que hubiera sido ella.- Está como media hora, luego sale, cierra y se va.- Cristian me quitó el portátil y lo cerró. No sabía que decir. No podía, por más que hubiera querido. La traición me pilló desprevenido, no daba crédito.- Te lo he mandado por correo para que se lo mandes al abogado cuanto antes, para que pueda revocar la denuncia. ¿Estás bien? Hugo, me oyes...
- Si. Si, gracias.
- ¿Qué vas hacer?
- No lo se, lo pensaré.
- Deberías denunciarla, háblalo con tu abogado.
- No hables con nadie.
- No pensaba hacerlo. Venga, Hugo. Vámonos a casa. O a tomar una copa.
- No, necesito estar solo.
- Pero...
- Estoy bien, Cris. Vete a casa y descansa. Nos veremos mañana.- Él asintió y se fue, yo me quedé sentado, inmóvil, sin saber que hacer. ¿Cómo? ¿por qué? Me quiere, ella me ha dicho que me quiere, hemos... Desperté de mi letargo y fui hasta el minibar, cogí la botella de bourbon y me llené el vaso. Varias veces. ¿Cómo has podido?
Bebí más de la cuenta, no me acuerdo como, pero terminé en el BMB, seguí bebiendo como si no hubiera un mañana. Mario, el dueño, me miraba compasivo y negaba con la cabeza.
Era bastante tarde, cuando el camarero me dijo que no me iba a servir nada más. Yo empecé a dar voces y a gritarle, no me acuerdo el que, pero Mario vino en su ayuda y el muchacho desapareció.-
- Hugo, es tarde. Vete a casa.
- Vengga Mario, venggo aquí siempre.
- Si, por eso mismo no te he echado antes. He llamado para que vengan a por ti, ¿te encuentras bien?.- No debía encontrarme muy bien, de hecho, creo que me desmayé. No recuerdo nada más, ni como me marché, ni como llegué a mi casa, ni a mi cama.
Tengo un dolor horrible de cabeza, y mucha, pero mucha sed. Me levanto dando tumbos y voy hasta la cocina, abro el frigorífico y saco una botella pequeña de agua, estoy bebiendo como un sediento cuando noto un bulto en mi sofá.-
- Que coño...- Voy andando en penumbras y el bulto se mueve. Se levanta, es un hombre. Levanto el puño y estoy cada vez más cerca, voy a darle primero y a preguntar después... Pero no me dio tiempo, la lámpara de pié de mi salón se encendió y paré el puño antes de machacarle la cara a mi amigo.-
- ¡Joder!
- Ostia, Cristian. ¿Qué cojones haces durmiendo en mi sofá?
- ¿Y cómo cojones crees que llegaste a tu cama?.- Mi amigo, se echó mano al pecho, intentando calmar su respiración. Se sentó y me arrebató la botella del agua, bebiéndose todo el contenido. Yo me senté a su lado.-
- ¿He echo mucho el ridículo?
- Bueno, no se. Cuando llegué estabas insconciente.
- ¿Cómo supiste dónde estaba?
- Me llamó Mario y me dijo que estabas en el club, que no estabas bien. Que te habías bebido media botella de bourbon, vaya.
- Ah, vaya.
- Si, vaya. ¿Por qué?
- Yo que se. Ya estaba un poco contento cuando fui al BMB, ni me acuerdo de como llegué.
- ¿Es por Dani?.- Otra vez el dolor agudo en el pecho, joder Cris... ¿tenías que recordármelo?.- Tu silencio es que si.
- Nunca lo hubiera imaginado.- Me obligué a decir.-
- Ni yo. Nos ha engañado a todos. No sabes lo dolido que me siento.
- Me puedo hacer a la idea...- Hice una mueca de dolor.- ¿Por qué no te acuestas en unos de los cuartos libres?
- Si, mucho mejor. Vamos a dormir. Dentro de un par de horas hay que ir a la oficina. Tendrás que dejarme algo de ropa, no me da tiempo de ir a casa.
- Tranquilo. Sin problema.- Pero yo no me acosté. Me encerré en mi despacho el resto de la noche, más bien de la madrugada. Tras devanarme los sesos, sin saber que hacer con la traición y humillación de Dani. Así me sentía; traicionado, humillado, pisoteado, vapuleado. Me dio por pensar en si habría sido todo una mentira, una falsa. Si había fingido todo el rato. Si cuando habíamos hecho el amor habría fingido. Si las veces que en mi casa, hacía unas horas, me había dicho que me quería también sería una vil mentira. La rabia me cegó, me sentí tan estúpido, tan tonto e ignorante... Con un dolor gravísimo en el pecho, un vacío existencial y un agujero hondo, muy hondo en el corazón, preparé los papeles. Para cuando terminé era de día, hacía ya rato que había amanecido. Mientras preparaba café, bajó Cristian dando tumbos, con unas ojeras de campeonato.-
- ¿Café?
- Doble, por Dios...- Dijo sentándose en un taburete y echando los brazos sobre la encimera.- Oye, la próxima vez que decidas emborracharte hasta perder la consciencia, avísame antes, para por lo menos pillar un buen pedo yo también...
- Lo siento.
- Pshh...- Se escogió de hombros.- ¿Que es eso?.- Señaló con la cabeza hacia la carpeta que tenía sobre la encimera, a la vez que bebía de su taza humeante de café con leche.-
- Los papeles del despido de Dani.- Se me quedó mirando fijamente.-
- ¿Lo has preparado personalmente?.- Asentí.- ¿Por qué?
- Quiero ser yo quien la despida.
- ¿As hablado ya con Sebastián?
- No. No voy a hacerlo. No voy a denunciarla.
- ¿Cómo? ¿por qué no?
- No quiero hacerlo. Lo único que quiero es no volver a verla más, ni en mi empresa, ni en mi vida.- Eso no era del todo cierto, si bien me sentía traicionado y dolido, el echo de no volver a verla me desagradaba, era vergonzoso que después de lo que me había echo, yo siguiera necesitándola. Pero eso se acabó, no volveré a dejar que se ría de mi y me manipule. Nunca más.

TENTACIÓN SIN LÍMITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora