Con un humor de perros y la espalda destrozada por haber dormido en el sofá, entré en mi despacho mientras bostezava. Presagio un día horrible. No me equivoqué, la mañana fué realmente tranquila, Dani me habló lo imprescindible, estaba fría y se la veía molesta y enfadada. A las cinco vino Cristian a mi despacho.-
- Hola, capullo.
- Hola. Adelante, no te cortes.- Me miraba risueño mientras se sentaba frente a mi.-
- ¿Vienes al BMB?
- No. Hoy no, estoy... agotado.
- Tienes mala cara.- Se me debe notar la noche en vela que he pasado.-
- No he dormido bien.
- ¿Has estado toda la noche dándole que te pego?.- Yo lo miro con una ceja arqueada.-
- Por supuesto que no.
- Te vi irte con tu amiguita nueva...
- La llevé a su hotel, y me fui a casa.
- Claro,claro...
- Que te den, Cris.- Él sonríe de medio lado.-
- Oye Hugo, yo quería preguntarte una cosa...- Se pone serio de inmediato y me suenan todas las alarmas.-
- Dime. ¿Qué has hecho ahora?
- Yo nada, capullo. ¿Quién tiene acceso al material confidencial?
- Eh... Tu. Y Darío.- Darío es mi contable. La pregunta me pilla desprevenido.- ¿Por qué?
- No, por nada.
- Hombre... por algo será.
- No se. Ya sabes que soy un poco obsesivo, me gusta que todo esté en su sitio...
- Sigue.- Me está poniendo nervioso.-
- Alguien ha cambiado algunos informes de sitio. Estaba un poco revuelto.
- Debe de haber sido Darío. Hablaré con él.
- Si, por favor. Bueno, te dejo. He quedado con Marina. Que tengas un buen fin de semana.
- Lo mismo digo.- En cuanto vino Dani para que firmara los informes del día, me fui. Llegué a casa, me dí una ducha y pedí una pizza barbacoa para cenar. Me acordé de Dani, de lo mucho que le gustaba esta pizza. El lunes si sigue enfadada, tendré que hablar con ella. Me hace sentir incómodo tanta tensión. Me estoy comiendo mi segunda porción cuando llaman a la puerta. Me levanto con el botellín en la mano, y voy hacia la puerta. Es Carol.-
- Hola.
- Hola,preciosa. Pasa. ¿Quieres pizza?
- Y una birra.- Me sonríe mientras cierra la puerta y se acomoda en el sofá. Yo vuelvo de la cocina con dos botellines más y me siento a su lado. Como una porción y se la doy.-
- Come.- Yo cojo otro y empiezo a mordisquearlo al mismo tiempo que ella. Le sonrío.-
- Hugo. Tenemos que hablar.
- Lo se.- Se que quiere hablar del triángulo amoroso entre ella, Cris y Marina. No puede ser más incómodo y raro.-
- Cris ya me ha dicho que lo sabes.
- Ajá.
- Lo siento. No me acuerdo ni como pasó, estábamos tan borrachos los tres que poco recordamos.
- ¿Como fuisteis capaces de hacer...?
- No lo se.
- Somos amigos. Llevamos mucho tiempo siendo amigos. Es... raro.
- No ha vuelto a pasar.- Por su expresión de pena y decadencia, no es lo que le gustaría, claramente...-
- ¿Pero te gustaría?
- No lo se.
- Joder, Carol.
- Al principio solo sentí vergüenza, luego... no se.
- ¿A ellos te referías con lo de «encoñada»?.- Asiente cabizbaja.- Carol...
- Soy una persona horrible. Horrible.- Ella soltó su trozo de pizza y yo hice lo mismo, la abracé y la acuné entre mis brazos.-
- Carol... no eres horrible. Eres preciosa, perfecta. Nunca lo dudes. Pero... no deja de ser raro. Y Cris y Marina... son novios.
- Lo se.- Sollozó aun más fuerte y yo la apreté más contra mi cuerpo.-
- Tranquila preciosa, tranquila... ya está. No pasa nada. Sssh... tranquila. Estás conmigo, muñeca. Estás con tu amigo.
- Cris también era mi amigo...
- Pero yo no tengo novia, no tenemos ocasión de hacernos un ménage à trois...- Ella sonrió mientras se limpiaba las lágrimas con la mano.-
- Hombre... pero un polvete esporádico...
- ¡Carol!.- Ella sigue riéndose con ganas.- ¿Qué ha sido de mi pequeña y dulce amiga? ¿Quién eres tu?
- Joder, aunque sea por pena... me he follado a mis amigos y me han mandado a paseo.
- No. Haré cualquier cosa por ti menos eso.
- Bueeeeno... si que podías hacer algo...
- Dime.
- ¿Tienes planes para mañana?
- ¿Me estás pidiendo una cita?
- Si.
- Dispara.
- Mañana inauguran de nuevo el club. Me gustaría ir, pero no soy socia a si que...
- Ya. Quieres que te lleve yo como mi acompañante.- Asiente.- Sabes que no me gustan esa clase de eventos...
- Ricos exhibiendo sus riquezas.
- Exacto. Pero haré una excepción.- Ella me abraza con fuerza, pillándome desprevenido.-
- Gracias. Me hace ilusión ver como ha quedado tras la reforma.- Carol no quiso dormir conmigo en mi casa, se marchó en un taxi y yo me acosté cayendo rendido en cuanto mis huesos tocaron el mullido colchón. Me desperté muy tarde, casi a medio día, con el pañuelo azul turquesa de Dani enredado en el cuerpo. Así pues, a las nueve tras ducharme, afeitarme,perfumarme y ponerme mi esmoquin negro, esperaba frente al edificio de mi amiga junto a Paco, el chófer de mi madre. Mi madre no se sorprendió cuando la llamé para pedirle prestada su limusina y su hombre de confianza. Carol estaba preciosa con un vestido color coral, de gasa, largo hasta los pies. El pelo recogido en un moño alocado. Y unos preciosos zapatos del mismo color del vestido.-
- Vaya... ¿sigues queriendo un polvete esporádico?.- Le susurré al oído mientras la besaba en la mejilla. Ella sonrió y me dió una palmada en el hombro.-
- No juegues conmigo, Hugo. Empiezo a estar necesitada... corres el riesgo de que acepte.- Sonreímos los dos y le abrí la puerta la limusina. Llegamos sobre las nueve y media al club. Es un club exclusivo, para gente bien. Todos los hombres de negocios se reúnen allí, y las damas para cotorrear. Un coñazo,vamos. Pero todo sea por alegrar a mi amiga. Nos recibió un portero con cara de malas pulgas, le dí mi tarjeta y miró una libreta.-
- Hugo Padilla.
- Sí, señor. Está en la lista.
- La señorita es mi acompañante.
- Por supuesto, señor. Pasen. Que disfruten de la velada.- Una gran verja verde se abrió y nosotros la traspasamos. Carol miraba alucinada, mientras se agarraba con fuerza a mi brazo. Un jardín espléndido apareció entre nosotros, está poco iluminado, pero de día tiene que ser digno de admirar. Unas gran escaleras de piedra nos lleva hasta el club. Es una mansión de piedra, enorme. Una terraza preciosa con vistas al jardín, llenas de mesas dispuestas para los comensales.-
- Uauh. Como mola.- Yo le sonrío a Carol.-
- ¿Champán?
- Por favor.- Paro al primer camarero que veo con su bandeja de aquí para acá, y cojo dos copas, dejándolo marchar entre los invitados. Se la tiendo a Carol y chocamos las copas. Está frío y es burbujeante. Afrutado y dulzón.-
- Dom Pérignon, Rosé del 2000...
- Está buenísimo. Y es rosa...
- Ya puede estar bueno, ya. Es una edición especial. Seis botellas de éstas valen 13.500 euros.- Carol espurrea el carísimo Dom Pérignon y la barbilla le gotea. Yo me carcajeo a gusto y casi se me saltan las lágrimas.-
- Venga ya. Como va a valer tanto...
- Míralo en Google. No te miento.
- Joder...- Mira su copa media como buscándole una explicación lógica.-
- Verás... fué creado en 1936 por la casa Moët et Chandon como homenaje a la figura emblemática de los vinos de esa zona, es la cuvée «de prestigio» más célebre del mundo. Tradición y perfección se encuentran en este Champán que combina la elegancia y la vivacidad de la Chardonnay con el carácter y la persistencia de la Pinot Noir.
- Eh... Me has puesto cachonda.- Yo vuelvo a carcajearme con ganas, varios invitados nos miran sin poder evitar sonreír aun sin saber de que nos reímos.- Aunque tengo que confesarte que ya con el precio estaba un poco cachonda.- Yo le sonrío con ganas, le hecho un brazo por los hombros y la beso en la frente mientras la conduzco entre los invitados. Un maitre nos indica nuestra mesa, y nos sentamos para degustar la comida. Comemos mientras charlamos y me siento muy a gusto. Me siento relajado. Todo el estrés de esta horrible semana se evapora. Carol es muy divertida y tiene ese poder en la gente. En cuanto la cena termina, una orquesta toca en un lateral de la terraza y la gente se levanta y baila debajo del escenario. Carol me mira con su cara de niña buena y pestañea coqueta. Yo le sonrío y me levanto de la mesa, le tiendo la mano.-
- Hermosa mujer, ¿querría bailar conmigo?.- Hago una reverencia teatral y ella me sonríe y coge mi mano. La conduzco cortésmente hasta donde la multitud baila, y bailamos. La hago girar varias veces en círculos y ella sonríe feliz y encantada. Me siento feliz y relajado, tanto como ella. Somos dos abandonados, a los dos nos han dado calabazas, a si que nos apoyamos mutuamente.-
- Se te ve feliz.
- Si, ¿quién me lo iba a decir? No me gustan este tipo de fiestas. Pero la verdad, está siendo una noche maravillosa, y eso es gracias a ti.
- Lo mismo digo. Has hecho que me olvide de todo por un rato. Eres genial, Hugo.
- Tu si que eres genial.
- Lo digo en serio.- Se pone seria mientras bailamos entre la gente.- Eres un hombre increíble; eres brillante, inteligente, joven, guapo...
- ¿Me estás llevando al huerto?.- Ella sonríe.-
- Mereces ser feliz, Hugo.- Mi sonrisa se evapora y me acuerdo de ella. Mi morena motera.- No puedes seguir así. Pasa página.
- No es tan fácil.
- Cristina te mira con deseo.
- Solo somos amigos.
- Hugo, cariño. No tienes por que dar explicaciones. Eres libre, puedes hacer y estar con quien se te de la gana. Ábrete. No puedes estar toda la vida esperando algo.
- Lo se.
- Está casada.
- Lo se.
- Te quiero. Te quiero mucho Hugo Padilla y quiero que seas feliz.- Mi amiga se abraza fuerte a mi y yo la estrecho entre mis brazos. La paz y la tranquilidad que Carol me transmite se esfuma en cuanto alzo la mirada y veo en la otra esquina a una morena preciosa, con un vestido color plata por encima de la rodilla y unos zapatos de vértigo.-
- Mierda...
- ¿Qué pasa?
- Dani. Está aquí.
- No jodas.
- No importa, sigamos bailando y luego tomemos unas copas.
- Y después buscaremos al chico y a la chica más guapa que haya en esta fiesta y nos los ligaremos.
- Bueno... primero bailemos y bebamos. Luego ya veremos.- Pero tras pedir unas copas y sentarnos a descansar, un chico joven se acercó a Carol. Yo me hice el tonto. Los vi hablando un rato y luego Carol se acercó a mi, que hablaba con un cliente.-
- Hugo, me ha invitado a bailar.
- Pues ve.
- Ya pero tu...
- Yo estoy perfectamente.
- No se...
- Querías el chico más guapo de la fiesta. No me gustan los hombres, pero no es horrible. Es joven y parece simpático. No pierdas el tiempo y pásalo bien, pequeña. Tu también te lo mereces.- Le susurré al oído y la besé dulcemente en la mejilla. La vi alejarse con el chico a la pista de baile y me arrodee encontrándome de frente con ella. Nos miramos a los ojos durante unos segundos, una lucha entre mis ojos azules zafiro, con sus enormes ojos verdes esmerada. Bajé la cabeza lentamente rindiéndome en la lucha visual, y me fui en dirección a la barra a pedir otra copa.-
- Bourbon. Doble, por favor.- Mi nuca se erizó y supe de inmediato que estaba detrás de mi, incluso sin verla. Intenté con todas mis fuerzas no volverme, pero no lo conseguí, me volví.-
- Hola.
- Hola. ¿Quieres tomar algo?
- Un martini.- El camarero sirvió con rapidez el martini.- ¿Qué tal?
- Bien.- Fruncí el ceño, no esperaba que me hablara como si nada cuando ayer mismo, prácticamente ni me hablaba en la oficina.- ¿Y tu?
- Bien. Te he visto con Carol.
- Si. Está por ahí bailando con un chico. ¿Y tú? ¿has venido sola o con tu marido?
- Con Sergio. Está haciendo negocios. Me he quedado sola.
- Ya. Si me disculpas...- Hice ademán de irme pero agarró del brazo, y sentí mi cuerpo arder. La miré entre furioso y excitado.-
- Hugo. Espera. Siento lo del otro día, fui muy mal educada contigo.
- No importa. Yo también he estado algo exasperado últimamente.
- Si, es cierto.- Y me paralicé al ver su inmensa sonrisa, sus dientes blancos y perfectos...-
- Tengo... tengo que irme.
- Hugo. No.- Tengo que irme o no seré capaz de controlarme.-
- Deja que me vaya, por favor.- No era mi intención, pero ha sonado a súplica. Si, era una súplica en toda regla. Ella suelta mi brazo y me deja pasar. Bajo las escaleras de piedra de dos en dos y me adentro en el hermoso y frondoso jardín, encuentro una fuente de piedra, chorreando agua. Me siento al lado y me enciendo un cigarro, está bastante oscuro, solo se ve la luz a lo lejos de la terraza del club. Me paso la mano por el pelo frustrado, enfadado y un poco abatido. Está preciosa la condenada.-
- ¿Hugo?.- Mierda.- ¿Hugo?
- Joder...- Se acerca tambaleándose hasta a mi.-
- ¿Me das un cigarrillo?
- Claro.- Saco mi paquete de marlboro y se lo tiendo junto con el mechero. Ella lo enciende y me lo devuelve a la vez que da una onda calada.-
- ¿Puedo sentarme?.- Asentí. Ella se sentó a mi lado, cerca. Muy cerca. No la cagues,Hugo. Está lleno de gente, incluyendo a su marido. Apreté la mandíbula hasta dolerme y resoplé.- ¿Estás bien?
- ¿Qué?
- Qué si estás bien...- Yo me quedé atónito. La rabia se apoderó de mi de un momento a otro. Las palabras no dichas están a punto de brotar. Y mi autocontrol ha desaparecido.-
- Ya te he oído. Me sorprende tu pregunta...
- ¿Por qué?
- ¿Y qué te importa a ti como estoy?.- Ella me miró estupefacta.-
- Claro que me importa.
- ¡Pues no te importó cuando me utilizaste!.- Dios, no lo soporto ni un segundo más, la tensión me tiene descontrolado.-
- Hugo, tranquilo. Yo nunca te he utilizado.
- Si que lo hicistes.- Me levanto y me pongo en pie, mientras ella alza la cabeza para mirarme.- No lo niegues. Me utilizaste.
- No.
- ¡Sí! ¡Me utilizaste a tu antojo, me seducistes, y cuando conseguistes lo que querías me abandonastes!
- Hugo, no. Yo no...- Se levantó y se puso frente a mi, mirándome con cara de cordero degollado, lo que hizo que me enfureciera más.-
- ¡No te hagas la inocente! No eres como yo creía. No eres la Dani que yo conocí.
- Soy la misma, Hugo. No he cambiado.
- ¡Y una mierda!
- No grites.
- ¡Grito lo que me da la gana!
- Ha sido mala idea venir a hablar contigo.- Hace ademán de irse pero la sujeto fuerte del brazo.-
- ¿Vas a huir como haces siempre?
- Déjalo ya, Hugo.
- ¡No! Te acostastes conmigo, me dijiste que eras mía y luego te fuiste. ¡Me dejastes una puta nota, Daniela!
- Basta, suéltame.
- Te follé como un loco en el capó de mi coche, en mi ducha, en mi cama.
- ¡Cállate, Hugo!.- Ella empezó a forcejear para que la soltara y yo la apreté aun más fuerte.-
- Pero era lo único que querías, ¿verdad? Que te follara un par de veces...
- Para. ¡Suéltame, me haces daño!.- La solté, pero no se fue. Me miró con desprecio, rencor, o quizás algo más profundo...- No es verdad. Yo no quería que pasara esto. Yo...
- Claro, por eso lo elegistes a él, por eso te casastes. Por que a él lo quieres para algo más que follar.
- ¡No, no le quiero!.- Me quedé paralizado. Y ella también, está claro que no quería decirlo, pero lo ha hecho.-
- ¿Y entonces por que estás con él?
- No es asunto tuyo.- Dio un paso hacia adelante, pero yo dí dos y me puse frente a ella.-
- ¿Es por el dinero? yo también tengo dinero, Daniela.- No la vi. No la vi aterrizar en mi cara. Su pequeña pero fuerte mano me abofeteó. Me lo merecía, estaba siendo un cabrón. Fue a repetirla pero le agarré la mano, esta vez si la vi venir. La tenía cogida de las dos muñecas, se removía intentando zafarse de mi, cuando me acerqué bruscamente a su cuerpo, pegándonos el uno con el otro, sentir una vez más el calor de su cuerpo junto al mío, me hizo excitarme locamente. Posé mi boca en la suya y la besé con anhelo y fiereza. Mi lengua exploró su suave calidez.-
- No. No.- Intentaba apartarse de mi boca expeditiva, pero no pensaba hacerlo.- Para, Hugo. Para. No puedo.- Ni loco iba a parar. Llevaba mucho tiempo esperándolo. Seguí besándola bruscamente, explorando su boca con mi lengua. Con una mano acaricié su cuello y fui bajando hasta acariciar su pecho. Siempre me ha fascinado, abundante, exuberante... Ya no forcejea, no me dice que pare, está tan excitada como yo, y no solo me responde a los besos, sus manos, me acarician los hombros, el cuello y los brazos. Yo bajo las manos hasta su trasero respingón, y agarrándolo fuerte, la cojo en brazos pegándola a mi pecho. Ella me abraza la cintura con sus largas piernas, y yo creo que estoy en el cielo. Después de tanto tiempo, de haber sufrido lo que no está escrito, aquí estoy. A punto de poseer a la mujer más maravillosa del mundo. Con su marido a escasos metros.-
- Daniela... oh, Dios.- Empiezo a andar hacia adelante, con ella en mis brazos, hasta que llego a un gran árbol y la espalda de Dani queda pegada a éste. Seguimos besándonos con ansias, acariciando la piel del otro y mi bragueta se sacude en reprimenda, me duele la erección y estoy a punto de explotar. Acaricio su muslo con mi mano, haciendo círculos, saboreándola sin parar. Mi mano ha subido lentamente hasta su sexo palpitante, con habilidad retiro sus bragas y lo acaricio. Está excitada, húmeda y dilatada.- Joder, Dani. Siempre estás lista.- Ella no responde, gime mientras mi dedo corazón se adentra en su interior, acariciando su calidez, su suavidad. Le muerdo el cuello para acallar mis propios gemidos, mientras mi dedo la embiste sin piedad y con el dedo gordo, que se hunde en su clítoris. Ella gime, grita y se arquea, su cuerpo se tensa, está a punto. Joder, estoy a punto yo sin ni siquiera tocarme. Pero una voz masculina, rompe el momento.-
- Mierda. Es Sergio.
- Que le den.- Yo intento seguir a lo mío, pero no me deja.-
- Por favor. Si nos ve se enfadará.- Me mira con cara de pena y asustada. Puedo notar en sus ojos verdes el miedo que le causa, y entonces lo entiendo.-
- ¿Te caerás por las escaleras si se enfada?
- Puede ser.- Ella nerviosa me contesta y yo aprieto la mandíbula, intentando contener la ira.- Por favor. Suéltame. Deja que me vaya, Hugo.- Yo la suelto y dejo que se deslice por mi cuerpo hasta que sus pies tocan el suelo. Le recoloco el vestido lo mejor que puedo, y ella da un paso pero la agarro fuerte del brazo. Las voces se oyen cada vez más cerca.-
- No he terminado contigo.- La beso una vez más, y pego mi frente a la suya.- Eres mi tentación, Daniela. Siempre lo serás.- Ella se marcha apresurada, y yo con cuidado me asomo en la oscuridad. Logro verla unos metros más adelante, tambaleándose con los tacones en el césped, y a su marido tirando de su brazo con fuerza. Suspiro y dejo mi espalda caer en el árbol.- Joder...- Saco mi paquete arrugado de marlboro y me enciendo un cigarro. Me recoloco la erección para que no se note, y me siento de nuevo en la fuente. No se cuanto tiempo estoy allí, inmóvil, pensando en lo que acaba de ocurrir. La fiesta para mi ya no tiene expectativas y decido llamar a Carol. Su nuevo amigo la llevará a casa. A si que yo voy en busca de la limusina de mi madre y me voy de allí sin ni siquiera despedirme.
No podía dormirme, cada vez que cerraba los ojos, la veía a ella. Entrecerrando los ojos con placer, mordiéndose el labio para no gritar... Dani, mi Dani. Volver a sentir sus labios, su cuerpo... Sus palabras resuenan en mi mente: «¡No lo quiero!» ¿Y entonces? ¿por qué se ha casado con él? No tener respuestas me mata, me ahoga y me enfurece. Me cuesta dormirme pero finalmente, apretando con fuerza el pañuelo azul turquesa, me quedo dormido. Me despierto al medio día, sin ganas de nada. Me hago un bocadillo de atún, y no me preocupo de hacer un plato más elaborado. Poco después llaman a la puerta. Es Cris.-
- Eh.
- Hola. ¿Qué clase de saludo es ese?
- Pon la cerveza a enfriar, capullo.- Viene cargado de cerveza y patatas fritas, para ver el partido como todos los domingos. Yo tras cerrar la puerta, obedezco y meto las cervezas en el frigorífico. Cris se sienta en un taburete, cabizbajo. Yo saco dos cervezas y le tiendo una.-
- ¿Qué te pasa?
- No se. ¿Ayer salistes con Carol, no?
- Si. Fuimos a la inauguración del club.
- A ti no te gustan esas fiestas...
- Me conoces bien.
- ¿Lo pasastis bien?
- Bueno, dentro de lo que cabe...- Sobre todo a última hora, pero eso lo pienso, claro, no se lo digo.-
- He estado esta mañana en su casa.
- ¿Ah, si? ¿para qué?
- Quería hablar con ella, pero he ido para nada.- Lo miro esperando a que siga hablando.- Me ha abierto ligera de ropa. Y del dormitorio salía un maromo en pelota picada. Ha sido raro.
- Define raro.
- Joder, es Carol. Yo que se.
- ¿Qué esperabas? ¿otra mujer, otro hombre?.- Me fulmina con la mirada.- Es joven, guapa... es lógico que pase la noche con quien le apetezca. Además, tu estás con Marina. Un momento... ¿estás celoso?
- No lo se.- Se encoje de hombros abatido, y no hurgo en la herida, decido callarme lo que pensaba decirle. Entonces él empieza a hablar.- Marina y yo... no estamos bien. Desde que pasó aquello con Carol... no somos los mismos. Y el sexo, el sexo es horrible, el poco que hay, claro.
- Le ha pasado factura. Dale tiempo.
- Me va a dejar. No sabe como hacerlo, pero yo lo se. Estoy seguro.
- No lo sabes, no seas peliculero.- Yo me acerco a mi amigo le doy una palmada en la espalda y nos repanchigamos en el sofá a ver el partido. Cenamos y Cris se fue, yo me fui a la cama y caí rendido de inmediato por tanta cerveza.
Me despertó de golpe el maldito despertador, estuve al borde de un microinfarto. Fui tambaleándome hasta la ducha, pasé del afeitado y me vestí. Me tomé un café solo, con dos pastillas de ibuprofeno y me marché a la oficina, con sueño, resaca, barba de tres días y una erección de caballo.
Fui el primero en llegar, la oficina estaba desierta. Me saqué otro café de la máquina y me encerré en mi despacho. Me repanchingué en mi silla, mirando al techo,con la mirada perdida. Llamaron a la puerta.-
- Adelante.- Ella, con una falda roja y una camiseta negra, dejando entre ver sus hermosas y turgentes tetas, digo pechos...-
- Te traigo tu agenda.
- Claro, pasa.- ¿Está haciendo como si nada?.-
- Tienes una reunión con López.- Venga, no me jodas.-
- ¿Con tu marido?
- Eh... creo que si, no se si será con él o con su padre.
- Mandaré a alguien.
- ¿No vas a ir tú?
- No me apetece ni pizca ver a tu marido, prefiero quedarme aquí y verte a ti.- Parecía sorprendida por mi comentario.-
- Hugo.
- ¿Sí, Daniela?
- Deberíamos hablar.
- Es eso lo que estamos haciendo.
- De lo que pasó el sábado.
- ¿Y qué pasó?
- Lo sabes perfectamente.
- Refrescame la memoria.
- Eres un engreído arrogante.
- Y aun lo puedo ser más, dime algo que no sepa ya.
- Imbécil...
- ¿Qué es lo que pasa? ¿tienes remordimientos?
- No pasó nada.
- Discrepo. Te corristes en mi mano, con mis dedos en tu precioso coño. Yo creo que es suficiente.
- Eres insufrible. Descarado. Arrogante.
- Arrogante ya lo has dicho.
- Gilipollas.
- Eso no.
- Eres desagradable, Hugo. Eres... eres...
- Soy muchas cosas. Pero te pongo cachonda.
- Que te den.- Se va. Está a punto de irse.-
- Eh, señorita Lozano. Esas carpetas son para usted.- Me mira furibunda y vuelve para coger la torre de carpetas de mi mesa.-
- Que te jodan.
- Siempre y cuando seas tu, preciosa Daniela.
- ¡Ja! Ya te gustaría...
- Suplicarás, preciosa.
- Imbécil...
- Ya lo has dicho.
- ¡Qué te den!
- Eso también.
- ¡Arg!.- Lanzó un grito fe frustración, dando un pisotón al suelo, mientras yo me reía a carcajadas. Salió dando un portazo y se fue a su despacho. Me encanta enfurecerla, me encanta verla así. Se me ha puesto dura, solo de verla enfurecida. Como imaginaba, no consigo concentrarme en nada. Llamo a Cristian y le digo que venga a mi despacho.-
- ¿Querías verme?
- Si, Cris. Pasa.- Me obedece y se sienta frente a mi.-
- Tu dirás...
- ¿Tienes mucho trabajo?
- No mucho.
- Necesito que me hagas un favor.
- Dime.
- Tengo una reunión con López. No se si con el padre o el hijo, pero... no me apetece ir. ¿Podrías ir en mi lugar?
- Claro. Y dado la relación que tienes con el hijo, es mejor que mandes a otra persona. ¿Cuantas veces le has partido la cara a ese tío?
- Unas pocas. Gracias. Te debo una.
- Por supuesto que me la deberás. ¿A qué hora es?
- A las una. En su empresa.
- Vale. Me paso luego y te cuento.- Cris se marchó de mi despacho y yo me sentí aliviado de no tener que ver al subnormal de Sergio. Me concentré en mi trabajo, sumergido entre planos e informes y ni me dí cuenta de la hora que era. Que raro, son las tres y Cris no ha venido a decirme nada sobre la reunión. Luego pensé que habría ido a comer, y seguí a lo mio. A las cuatro ya estaba más que preocupado y lo llamé un par de veces, pero tenía el teléfono apagado. Llamé a Marina a la recepción.-
- Hola pequeña. ¿Ha vuelto Cris de la reunión?
- Eh... no. Creo que no. Yo no lo he visto entrar. Espera, llamo a su despacho.- Esperé unos instantes con el teléfono pegado a la oreja.- No. En su despacho no está. ¿Quieres que te avise cuando llegue?
- Si, por favor.- Colgué y sentí un escalofrío, algo va mal. Ya debería a ver vuelto. Volví a llamarlo inútilmente un par de veces. Apoyé los codos en mi mesa y me agarré la cabeza entre las manos, llamaron a la puerta.-
- Adelante.- Esperaba ver a mi amigo, pero era Dani.-
- Peralta te está esperando.
- Que se marche. No quiero ver a nadie.- Me pasé las manos por el pelo exasperado, hecho que no le pasó desapercibido a Dani, que me miraba frunciendo su precioso ceño.-
- ¿Va todo bien?
- No. No va todo bien.- Estaba empezando a estar furioso, nervioso y preocupado. Tomé una decisión en ese mismo momento. Me levanté y apagué el ordenador.- He mandado a Cris a la reunión con tu maridito, debería a ver vuelto hace horas, pero no aparece por ninguna parte. Como ese mierda le haya tocado ni un pelo de la cabeza, vete dando por viuda, ricura.- Y me largué dejándola en mitad de mi despacho, con los ojos muy abiertos y sin pestañear. Bajé hasta el parking y me monté en mi coche. Apreté el acelerador y salí haciendo ruedas. Quince minutos después, por culpa del tráfico, estaba frente a la empresa familiar de los López. Entré con mi cuerpo en efervescencia, y subí hasta la planta del despacho de ese desgraciado. La secretaria que ya tuvo la fortuna de conocerme,ni se inmutó cuando pasé frente a ella en dirección del despacho de su jefe. Abrí la puerta de una patada. Estaba sentado en su silla, se levantó como un resorte ante el estruendo que hizo la puerta haciéndose añicos. Tenía un ojo morado y el labio partido. Definitivamente, Cris ha estado allí.-
- ¿Donde está?
- Pero, ¿quién te crees que eres?.- No le dí tiempo a nada más, me puse frente a él y lo agarré de las solapas de su carísimo traje de Massimo Dutty y lo zarandee.-
- ¿Donde está Cris? ¿qué le has hecho?.- Sonrió con petulancia y le asesté un puñetazo en el ojo ya morado, tras ese le asesté unos cuantos más, hasta que una voz grave y masculina, desde la puerta gritó.-
- ¡Basta, basta Padilla, suelta a mi muchacho!.- Era el padre de Sergio, un hombre de unos sesenta años, que había sido cliente, amigo y casi socio de mi padre. Le conocí siendo un niño, con unos siete años. Venía a casa a cenar, a hablar de negocios... Siempre me he llevado bien con él, por que no se parece a su hijo, él es diferente.- ¿Se puede saber que es esto? ¡Contestad!.- Yo lo miré y tragué saliva. Senté a su hijo en la silla de un empujón. Me acerqué a él que aun permanecía en el umbral de la puerta y saqué de mi bolsillo trasero del vaquero un papel enrollado. Lo partí en dos, por la mitad. Era el contrato que en su día firmaron mi padre y él, y luego lo hizo conmigo cuando tomé el mando de la empresa.-
- Se acabaron los negocios entre los López y los Padilla.- Y me marché triunfante ante la atenta mirada de ambos. A mi no me repercutiría, pero a ellos si. Perderían los más altos ingresos en su empresa. Cuando ya más calmado en mi coche, sentado para arrancar, respiré hondo y eché la cabeza hacia atrás, mi móvil sonó en mi bolsillo y lo saqué sin mirar.-
- Hugo Padilla.
- ¿Donde estás, capullo?.- El alivio que sentí al sentir esa frase, terminó de relajarme.-
- Joder, Cris. Estaba preocupado.
- Esa maricona me ha abierto la cabeza. ¡Con una grapadora! ¿te lo puedes creer? ¡no va y me tira una grapadora a la cabeza?.- Sonrío levemente.-
- ¿Qué ha pasado?
- Bueno, empezó a meterse contigo. Que si eras un gallina, que me habías mandado a mi porque no tienes ni idea de negocios... Al final me encabroné y le dí un par de sopapos.
- A juzgar por el ojo morado y el labio partido, bastante fuertes...
- ¿Lo has visto? Mierda, ¿has ido? ¿qué has hecho?
- Nada. Darle un par de sopapos. Pero ya no tenemos que preocuparnos más de él. He roto el contrato delante de él y de su padre, y les he dicho que se acabaron los negocios entre nosotros.
- Pero Hugo...
- No los necesitamos. Ellos a nosotros si.
- Pero tu padre y él eran amigos.
- Mi padre está muerto, la empresa es mía. No veo el problema. ¿Donde estás?
- En urgencias, ¿no me has oído que esa marica mala me ha abierto la cabeza?.- Me reí con ganas.-
- Enseguida estoy ahí. No te vayas.- Conduje hasta el hospital y entré en la sala de urgencias, encontré a Cris esperándome sentado, tenía un piquete en la cabeza, y le habían dado dos puntos.-
- ¿Te llevo a casa?.- Le pregunté ya montados en mi coche.-
- Necesito beberme una copa.
- Yo también.
- ¿En la liga?.- Aparté la mirada de la carretera y lo miré.-
- Como quieras.- Así pues, media hora más tarde, estábamos sentados en la barra de aquel bar, viendo a prostitutas medio en pelotas, engatusando a los hombres que habían sentados en las mesas. En un par de ocasiones se nos acercaron unas cuantas, pero con educación les hice saber que no necesitábamos sus servicios, y se fueron por donde habían venido. Perdí la cuenta de cuantos vasos de bourbon bebimos. Cris empezaba a estar demasiado alegre, y enseñándoles dinero a las prostitutas, empezamos a llamar demasiado la atención. A rastras lo tuve que meter en mi coche y llevarlo a su casa. Yo también había bebido bastante, pero aun podía controlarme. Decidí dejar el coche allí, en casa de Cris. Vivía a una calle de la oficina, y no se por qué acabé allí. No tenía ganas de ir a casa. Saludé a Esteban, el guarda de seguridad y subí en el ascensor hasta mi despacho.
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TENTACIÓN SIN LÍMITE
RandomUn hombre políticamente correcto, una mujer alocada, una tentación sin límite. Hugo conoce a su secretaria, una joven hermosa que lo vuelve loco desde ese mismo momento. Él no cree en el amor, hasta que la ve a ella. Ella, una motera alocada y dive...