Capitulo 27

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- Hay que estar atentos, si, dile al comisario que amplíe la zona. Estamos en contacto.- Yo observaba al agente y el mundo se me vino encima. Dani por sentirse culpable se había metido en la boca del lobo. Y ahora tanto ella como mi hermana estaban en peligro. Y yo sin poder hacer nada. Sin saber donde buscarlas. Sin saber donde estaban o si estaban bien.- Van a mirar en todas las propiedades del sujeto, e enviado una patrulla a cada dirección, tranquilo, Hugo.
- Tranquilo los cojones...
- Hugo, venga...
- Déjame Cris.- Me fui malhumorado a la cocina. No estaba cabreado con Cris, ni con el agente, estaba cabreado conmigo, conmigo mismo por no a ver visto todo esto antes. Por no a ver sido consciente de que estaban engañando a mi hermana, por no haber visto el infierno al que Dani se había sometido por mi... Por mi hermana, y quizás también por mi. Cris me siguió a la cocina y rebuscó entre los armarios, mientras yo lo miraba sentado en un taburete. Sacó una botella de bourbon y un vaso y me lo puso frente a mi. No dijo nada, simplemente me sirvió dos dedos de bourbon y se sentó a mi lado. Estuvimos así un buen rato, hasta que Cris se sacó un paquete de marlboro y me lo tendió.-
- Siempre estaré contigo.
- En estos casos se dice "todo estará bien" "no va a pasar nada", ya sabes, esas cosas...
- Ya, bueno. No se lo que pase, pero yo siempre estaré para ti. Lo mismo que tu hiciste conmigo.- Cuando murieron sus padres, lo miré y tenía la misma expresión que cuando vino a decirme a la oficina que mi padre había muerto.-
- Cris... Yo...
- Siempre, colega.- Se levantó y me tendió la mano, yo me levanté, pasé de su mano y lo abracé. Me sentí débil como un niño pequeño, me sentí triste, intuyendo que perdería a una de las mujeres de mi vida, pero a la vez reconfortado. Fue extraño. El agente llegó en ese momento, se calló al vernos abrazados, a mi, Hugo Padilla llorando como un niño pequeño, en brazos de su mejor amigo y hermano. Carraspeó desde la puerta.-
- Ejem, ejem... Han encontrado a una de ellas.
- ¿A dónde, cómo, quién ?.-Demasiadas preguntas a la vez.-
- No lo se, no se si se trata de la señorita Alicia o de la señora López. La traen para acá.
- ¿Pero está bien, la que sea?.- Preguntó al ver mi cara de horror.-
- Unos cuantos rasguños. Por lo que me han dicho uno de los compañeros, nada grave.- Un suspiro al unísono se oyó en la cocina de mi madre. Del porche a la salita, de la salita al porche... Así pasé la larga hora que tardaron en llegar.-
- No aguanto más. Como no vengan en una hora me voy a comisaría.
- Tranquilo, Hugo, no tardarán en volver.
- Ya deberían estar aquí, ¡maldita sea!.- El ruído de los neumáticos en contacto con la gravita, me puso alerta. Salí de nuevo disparado hacia el porche. De un coche patrulla salieron dos policías uniformados, uno se apeó y abrió la puerta de atrás, alguien se pensaba el salir, mi corazón amenazaba con explotar, Cris corrió tras de mi, y una melena rubia enmarañada, salió del coche. Corrí en dirección a mi hermana y ella corrió a mis brazos. Sentí su cuerpecito amarrándose al mío, sollozando y temblando.- Ya está, pequeña. Estás en casa. Chss... Tranquila.
- Lo siento. No debí...
- Ali, ahora no. Tranquila. Deja que te vea.- Tenía un moratón en el pómulo, algo de sangre en la comisura del labio inferior, parecía cansada y aterrada.- ¿Estás bien?
- Ha sido horrible, Hugo. Horrible.
- Entremos dentro, por favor.- Intervino el agente. Obedecímos y entramos en el salón. Senté a mi hermana en el sofá y yo me senté a su lado, abrazándola. Cris volvió con un té caliente, que mi hermana cogió con manos temblorosas.- Se que te será difícil, pero necesito que nos cuentes todo lo ocurrido.
- Agente.- Le eché una mirada furibunda al agente Gutiérrez.-
- Cualquier cosa que nos cuente nos ayudará a encontrar a la señorita Lozano. Y al propio Sergio.
- Tranquilo, Hugo. Puedo hacerlo.- Mi hermana me puso una mano en la rodilla y se aclaró la garganta.- Dani se cambió por mi. Llamó por teléfono a... A Sergio y le pidió que me soltara a cambio de ella. Dijo que somos hermanos.- Eso último lo dijo mirándome. Y yo asentí levemente.- Dijo que le habíamos robado su vida. Que él debería de haber vivido como nosotros, pero que tu le robaste todo. Te odia. Quiere arrebatarte todo lo que tienes. Lo dijo él.
- Tranquila.
- ¿Donde la tuvo?
- Entré con una venda en los ojos, y salí también con ella. No lo se.
- Algún detalle... Algún...
- Se oía el tren. Es lo único que recuerdo con nitidez.
- Si recuerdas cualquier cosa...
- Dani me dijo que te dijera que te comprará un móvil nuevo. No se que quiso decir...- Yo me eché mano, pero claro, el teléfono se lo había dado para que hiciera una llamada, así que no tenía. Que tontería, no me importaba en absoluto. Tras un rato de plática con el agente, se dio por satisfecho, y después de que mi madre lllorara, abrazara, besuqueara y a molestara a mi hermana, la dejamos ducharse y echarse un rato para descansar. Volví a bajar a la sala y me senté en el sofá, en el que mi padre pasaba horas y horas sentado, leyendo libros y revistas de arquitectura. Cristian me ofreció café, comida, pastas, e incluso hizo un bizcocho, que por cierto olía a rayos y ni siquiera me atreví a probar. Él también estaba nervioso. Todos estábamos nerviosos. El agente se había marchado a comisaría, cuando me desperté de un sueño, un tanto raro.-
- Hugo, corre hijo mío. No dejes de correr.- Mi padre estaba a mi lado, mientras yo en un túnel oscuro, corría y corría pero sin avanzar.-
- No puedo, papá. No puedo hacerlo.
- Claro que puedes, eres un Padilla. Venga, corre. Ya estás casi en la meta.
- Papá, me haces mucha falta. Quédate conmigo.
- Yo nunca me he ido, mi pequeño saltamontes.- Una radiante sonrisa de mi padre, me deslumbró y me desperté. Estaba solo en la salita, oí a Cris y al agente, que había vuelto de nuevo, hablaban despacio, como susurrando. Ali estaba bien, estaba durmiendo en su cama, olvidaría lo que había pasado y seguiría con su vida. Pero, ¿y Dani? ¿y mi morena motera? Dios, que escalofrío me recorrió el cuerpo. El recuerdo de sus manos en mi piel, de sus labios, cálidos y dulces, hechos para el pecado... De nuevo me eché mano al bolsillo para coger el iPhone, pero no lo tenía, se lo había llevado ella. Se lo había llevado...-
- ¡¡Agente!!.- Tanto Cris como él, dieron un bote con mi grito.-
- ¿Si?
- El móvil. Mi móvil. Se lo llevó. ¿Puede rastrear la señal de GPS?
- Si está funcionando, si...
- Hágalo. Rápido.- El agente rápidamente llamó a comisaría y ordenó que le pasaran con el departamento de informática. Ya con el joven Javier, que así le llamó el agente, pudieron localizar tras más de quince minutos mi iPhone.-
- De acuerdo, Javier. Buen trabajo, si se mueve házmelo saber, si... No lo pierdas de vista, por lo que más quieras.- Yo esperé impaciente a que acabara de despedirse del joven Javier, que empezaba a caerme muy pero que muy bien...-
- ¿Qué, dónde están?.- Le pregunté impaciente.-
- En un motel a las afueras, el lago rojo.- Fui hacia la mesa y cogí las llaves del BMV de mi madre, el que normalmente conducía Paco, su chófer.-
- Eh, eh... ¿dónde vas? Ni se te ocurra...
- Aparta, Cris.- Cristian se interpuso en mi camino, y estaba dispuesto a arrollarlo si no se quitaba de la puerta.- Aparta, Cris. Quítate de la puerta.
- No. No, Hugo. No puedes...- Tarde, yo me había colado por debajo de su brazo derecho y iba hacia el porche con las llaves en la mano.-
- Señor Hugo, no haga ninguna tontería.
- Hugo, escucha al agente. Es peligroso, no vayas por el amor de Dios.- Yo me encerré en el coche y ambos me siguieron, Cris aporreó la ventanilla, pero yo no la bajé.- Abre maldita sea, somos hermanos.- Me hizo mirarlo con nerviosismo. Bajé un poco la ventanilla.-
- Tengo que ir.
- Lo entiendo. Creo que es una jodida locura. Pero te entiendo. Yo haría cualquier cosa por Marina y Carol. Toma.- Me tendió el móvil.- Así te tendremos localizado y si se mueven sabrás donde buscar.
- Gracias. Cuida de mi madre y de Ali.
- No lo dudes.- Y arranqué el coche, salí haciendo ruedas, haciendo resonar los neumáticos en la gravita. El corazón me bombeaba sin control, conducía a máxima velocidad, sentía los músculos tensos, sudaba copiosamente y las manos me temblaban. Pero no era miedo. No tenía miedo. Era la adrenalina fluyendo por mis venas, sería capaz de matarlo si le hace daño a Dani. No tendría ningún problema en acabar con él. Se que suena frío, pero es la verdad. Si él me arrebata a la única mujer a la que he amado, yo le arrebataré la vida, es justo, ¿no? No se si lo es, pero para mi es suficiente. Conduje hacia las afueras y pronto dislumbré a lo lejos, un pequeño motel, con un cartel luminoso, «el lago rojo». Un motel de mala muerte, donde jóvenes prostitutas vendían su cuerpo por un puñado de euros con los que emborracharse o colocarse. Era deprimente. El móvil de Cris sonó y miré la pantalla. Era el fijo de casa de mi madre.-
- ¿Si?
- ¿Dónde estás?
- Estoy llegando al...
- Se han ido.
- ¿Como que se han ido?
- Si. Se mueven. Van hacia la A-40.
- Bien. Mantenme informado.- El móvil pitó avisándome de que quedaba poca batería.- Tengo poca batería, Cris. Solo avísame si es importante. O si se paran el algún sitio.
- Vale. Ten cuidado.- Yo seguí conduciendo en la misma dirección. En semáforo, paré justo al lado de un joven un poco... pasota. Vi que llevaba un cargador especial para coches. Bajé la ventanilla.- Eh, amigo. ¿Cuanto por el cargador?
- Cincuenta.
- ¿Cincuenta? No vale más de veinte...
- Si lo quieres son cincuenta, colega. Y te regalo el manos libres.- Maldito niñato, saqué mi cartera y extraje un billete de cincuenta. Se lo tendí y el me tendió el cargador y el manos libres. Mientras lo colocaba en su peana, el semáforo cambió y me gritó.- Hasta luego, pringao.- Que ostia con toda la mano abierta te daba, niño... Arranqué de nuevo en dirección a la A-40 y llamé al fijo de mi madre.-
- Casa de los Padilla.- Sonreí sin querer.-
- Soy yo Cris.
- ¿Dónde estás, Hugo?
- Entrando en la A-40.
- ¿No era que no tenías batería?
- Acabo de comprarle un cargador a un niñato. El cabroncete me ha soplado cincuenta euros.
- Joder. Que listos los jóvenes de hoy en día...
- Cris... ¿dónde están?
- Siguen conduciendo a cien kilómetros hora...
- No me interesa la velocidad a la que van.
- Ya, ya lo se... Pero es difícil saberlo...- Oí de fondo al agente decirle; dígaselo. Debe saber que es una posibilidad.-
- ¿Qué es una posibilidad?
- Nada, nada. Especulaciones...
- Cris, joder.
- Vale, vale... El agente cree que van hacia el aeropuerto, cree que puede huir... con Dani.- Tragué saliva y golpee con fuerza el volante. Sabía que era una opción. Sabía que intentaría huir, y que intentaría hacerlo con ella.-
- Vale, conozco un atajo. Llegaré antes de que puedan embarcar.
- Hugo, habla el agente Gutiérrez. Es muy peligroso, no haga nada de lo que se pueda arrepentir. Dos patrullas van hacia el aeropuerto, no haga nada hasta que lleguen. Por favor.
- Tengo que impedir que se la lleve. No le quepa duda que haré lo que sea.- Y colgué la llamada. Conduje a todo gas por la autovía y en quince minutos estuve en el párking del aeropuerto, aparcando el coche. Salí y fui derecho a las puertas de embarque. Me quedé agazapado en una esquina, con mis gafas Water Polarized, intentando pasar desapercibido. Pasaron veinte minutos en los que mis nervios, ya a flor de piel, no me dejaban quedarme quieto en el sitio. No los vi pasar. Y eso que miré a todos y cada uno de los que pasaron tras esa puerta. Llamé a casa de mi madre. Por supuesto, contestó Cris realmente alterado.-
- ¿Hugo? ¿dónde...?
- Cris, ¿dónde están? No han pasado por la puerta de embarque. Llevo veinte minutos...
- ¡Eh, agente! Llame al friki de la informática, no están en el aeropuerto.- Lo oí hablar con el agente. Si ya estaba nervioso, ahora lo estaba aun más, tras unos segundos de oír susurros ahogados a través del móvil, mi paciencia se agotó.-
- ¡Cris, joder!
- Ya, ya... Espera un poco, el friki está en ello.
- Mierda...
- Ya, ya... Eh... Estás equivocado, Hugo. El friki dice que según la señal del GPS, está en el aeropuerto.
- No, no... Imposible.
- ¿Hay alguna posibilidad...?
- No, el joven Javier es nuestro mejor informático. Nunca se equivoca.- Oí al agente contestarle.-
- Hugo...
- Si, si... Ya lo he oído.
- A lo mejor no los as visto entrar...
- Imposible.
- A lo mejor han llegado antes.
- Imposible, ¡joder!.- La cabeza me daba vueltas, los habría visto, y yo les llevaba ventaja. Había tomado un atajo, maldita sea. Era imposible. Una luz iluminadora me iluminó con su gracia divina.- Espera, espera... ¿hay pista privada? ¿hay alguna posibilidad de que ese cabrón disponga de un jet?
- Espera un segundo.- Silencio.- Si, si... El agente dice que entre sus propiedades está la de un jet privado, su madre lo heredó y luego él al morir ella.- Colgué y no dije nada. Corrí hasta la otra punta del aeropuerto. El corazón me estallaría en cualquier momento... Corrí como no había corrido en mi vida, tras apartar de un empujón al vigilante de pista, accedí por una puerta a la misma. El sol me deslumbró, observé la enorme pista, flanqueada por cinco jets. Oí un grito y alcancé a ver a tres personas a lo lejos. Una era Dani, que estaba siendo obligada a montar en uno de los aviones. Otro era Sergio, vestido con un traje oscuro, y a su derecha, uno de sus gorilas. Se la llevaba, me la estaba quitando encima de mis narices. Agarré una moto a gas que había aparcada y arranqué, en mitad del camino, ví como el ruído de la moto, atrajo la atención de los tres. Ví al gorila echarse mano a la cintura y sacar una pistola. Cuatro atronadores disparos retumbaron a mi alrededor. Conduje la moto hasta uno de los jet más cercanos. Me tiré de la moto y me resguardé detrás del jet, aunque los tiros no cesaron. Rodee el avión y alcancé a ver a Dani aporreando la ventanilla. Al volverme, me encontré de sopetón con una pistola apuntándome y con la sonrisa de Sergio. Pasaron unos segundos, en los que ninguno dijo nada.-
- Las manos. Arriba.- Obedecí.- ¿Tanto alboroto por una puta de tres al cuarto? ¿eres capaz de perderlo todo por ella?
- No es ninguna puta.- Apreté la mandíbula y conseguí a duras penas controlar mi rabia.- No lo sabía. Hasta hoy no he sabido de tu existencia.
- Mientes.
- No. No miento. No lo sabía.
- Me odiaba. Nunca me quiso como a su hijo. Enamoró a mi madre, la sedujo, se acostó con ella y la dejó embarazada.
- Yo no tengo la culpa de los errores de mi padre. Yo no era más que un crío. Si lo hubiera sabido...
- No habrías hecho nada. Eres igual que él.
- No. No lo soy. Si hubiera sabido que eras mi hermano, te habría protegido.
- ¡Mientes!
- ¡No!
- Voy a tener que matarte. Mira lo que has conseguido...
- No. Has sido tu. En vez de hacer esto, deberías habérmelo contado. Te habría ayudado.
- ¡Cállate!.- Oí un estruendo de cristales rotos y casi seguido, miles de balas entre los recién llegados policías, y el gorila. Sergio me agarró del cuello desde atrás y salió de detrás del avión conmigo, apuntándome a la cabeza con la pistola. Eran mis últimos segundos de vida. Pero no podía pensar en mi empresa, en el dinero, los lujos, los trajes caros, los coches de gama alta... Solo en ella. Mi morena motera. No la vería sonreír nunca más. No la vería bailar, reír, llorar... La única capaz de hacerme ver la vida de una perpestiva distinta, la única capaz de enamorarme, de enseñarme a apreciar los pequeños detalles de la vida. A disfrutar, de la libertad, del amor, del sexo, de la pasión, de la vida. Justo lo que ya se me había acabado. Me arrepentí en aquel instante; de no romper reglas, de no llegar tarde, de no tener normas, ni reglas. De no haber vivido locamente, de no haber amado lo suficiente. De no haber dicho un te quiero. Ahora era demasiado tarde. Sergio me hizo arrodillarme. Los disparos de los policías cesaron. Se acabó. Aquí acabará la historia. Aquí terminará todo, arrodillado, con las manos en la nuca. Asesinado por un hermano que no conocía. Sentí pena por él, mi padre se equivocó. No tenía por que abandonar a nadie, podría haber sido de otra forma. Podría... El ruido del arma al cargarse me distrajo. Cerré los ojos, visualicé a Dani medio adormilada con su horrible camiseta, sonriéndome perezosa.-
- Lo siento, Dani.- Esperé a oír el disparo que me mataría, pero lo que oí fue un horrible golpe, y acto seguido la pistola caer al suelo. Abrí los ojos y me volví despacio. Sergio se derrumbaba con la cabeza ensangrentada. Detrás de él, Dani a sujetaba con fuerza un extintor, manchado de sangre. Lloraba, temblaba.-
- Hugo...
- Dani.- Me levanté y la abracé con fuerza, la garganta me ardía, tenía un nudo enorme, tenía ganas de llorar y gritar. Mi pequeña, mi morena. Me ha salvado la vida. En todos los sentidos. Abrí los ojos de nuevo y vi al gorila apuntando a Dani. No fui consciente hasta el último momento de lo que ocurrió, todo pasó demasiado deprisa. Iba a dispararle, iba a arrebatarme lo que más quería, sin más me volví, como si bailáramos abrazados, y pronto sentí un dolor sordo, punzante, me atravesó la espalda. Solo recuerdo los gritos de horror de Dani, los disparos abatiendo al gorila, gente correr de un lado a otro, sirenas, gente murmurando, y paz. Oscuridad y paz. No había dolor, no había sufrimiento, solo unas intensas ganas de abrazar a Dani...

TENTACIÓN SIN LÍMITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora