Llegué a la escuela totalmente frustrado por aquel incidente de la chica del bus, me había jodida la mente. Pero me estará follando la memoria cuando vea al hijo de puta de Louis.
Los Jeanes ajustados no dejaban respirar mi entrepierna.
Mire sobre mi hombro y me fijé en la mirada de Louis sobre mí, sus ojos se veían profundos, decían tantas cosas que no podía entender, mi cuerpo temblaba mientras mi estomago revoloteaba imaginándome allí junto a él; aspirando su aroma, besando sus labios y estrujando su cuerpo.
Me lanzó un beso, ¿me lanzó un beso a mí?, mis mejillas se colocaron de color tomate, voltee rápidamente para fijarme que no había nadie detrás de mí; Okay, Louis me había lanzado un beso, estaba enamorado y enojado.Que confusión de sentimientos, me quedé estático un momento, siento unos brazos que me rodean y me tiran con delicadeza hacia atrás, estaba en unos brazos muy cálidos y sólo hizo falta sentir aquel cabello olor a chocolate... Era Hansel.
—Hazz... —acaricio su mejilla con la mía.
—¿Hazz? —fruncí mis cejas. ¿Había escuchado mal?
—Hazza. —beso mi mejilla.
Vi a Louis apretar sus puños, y esa sensación me lleno, ¿estaba celoso?
—Hansel. —voltee a mirarle. —Hoy me a pasado algo extraño. —hice un mohín.
—¿Qué le sucedió a mi príncipe? —sonrío mientras acariciaba mi cabello.
—Me encontré una niña en el bus, que me ha llamado gay. —apreté los labios.
—¿Y lo eres? —alzó su ceja juguetón. —Harry necesito hablar contigo en privado.
—¿En la azotea te parece bien? —le sonreí coquetamente mientras miraba de reojo la reacción de Louis.
—En la azotea. —sonrío y pasó sensualmente su lengua por la parte inferior de su labio.
Hansel se alejó un poco, mientras re tomaba su bolso en el hombro.
–No me dejes esperando mucho tiempo Hazza. —hizo una señal de corazón con sus manos.
Reí por mis adentros mientras veía la cara de Louis, por poco y exhala humo.
Sonreí ladinamente mientras intentaba caminar hacia adentro con estos pantalones, camine con un poco de rapidez, de la nada alguien tira de mi dentro de uno de los cuartos de aseo.
—¿Pero qué mierd...—alguien tomó con fuerzas mis manos mientras encendía la luz; mis ojos se abrieron como platos... ¿Esto era un sueño?
—Tu no vas a encontrarte con nadie en ninguna azotea. —frunció sus cejas. Se veían tan rudo pero sin perder su ternura.
—Yo hago lo que se me de la gana. —saque la lengua de forma infantil.
—¡Te estoy diciendo que no! —movió mis hombros con brusquedad.
—¡Tú fuiste quien me dijo un montón de basura! —apreté mis puños con fuerza.
—¡Si tú supieras! —sus manos dejaron de apretar las mías para jalar su cabello.
–¡DIME! —grité.
—¡Hazza! —Hansel entro de la nada, y me acerco más a él.—No tienes nada que hablar con este tipo. —me saco de la habitación cerrando la puerta detrás de él con fuerza.