Me quedé mirando el papel por un rato.
—¿Qué es? —Preguntó Ashton viniendo hacia mí, me quitó el papel de las manos y lo leyó—. Ni de broma estarás allí.
—Ashton...
—April, es una hora muy tarde como para enfrentamientos. ¿Por qué querrías ir?
—No puedo seguir evitándolo.
—No vas a ir sola.
—Ashton, puedo cuidarme sola, ¿Sí? Además, ¿Quién fue él que me dijo que podría hacerlo sin fracasar? Tú.
—Aveces considero coserme la boca.
—Mira, el sábado a las once tú vas a ir al London Eye con Daniela. Yo estaré en el puente, no voy a dejar que ella se quede sola, y mientras esté en un lugar con personas me hace sentir más segura.
—¿Y tú? El puente de Londres se queda solo antes de la media noche.
—Oye, podré ser la menor, pero si Brooke piensa que soy la culpable de esto, pues entonces lo seguiré siendo para siempre, no voy a fallar, para cuando me veas otra vez no tendré ni un sólo rasguño. Lo prometo, cuñi —Reí—. ¿Trato?
Lo pensó un momento un momento.
—Trato.
[...]
Dicen que a las personas que se les va un ser querido, esa persona la ven cómo un fantasma. Pues sigo sin ver a la mamagueva de Gabriela.
Dejé el teléfono en la mesita de noche y me dispuse a dormir, porque esta belleza no se mantiene así.
No pasaron ni cinco minutos cuando escuché un susurro en mi oído.
—April...
Ni siquiera me voltee, le di un coñazo a lo que fuera y ahí sí me volteé.
—Naguevona, menos mal que no fue cuando estaba viva.
Me le quedé mirando y mi única reacción fue gritar.
—¡ALÉJATE! COSA DEL DEMONIO.
—April, no seas estúpida.
—ESTÚPIDA UN COÑO E' MADRE, ¿QUÉ ERES? —Dije tapándome con un cojín—.
—Bello pues, cómo te olvidas de tu mejor amiga.
—TÚ NO ERES GABRIELA, PERFECTAMENTE LE DIJE QUE NI POR EL COÑO ME VINIERA A ESPANTAR A MEDIA NOCHE.
—¿Cuándo tú me has visto seguir tus reglas? —Se cruzó de brazos—.
Empecé a bajar el cojín de mi cara.
—Debo estar dormida, sí, eso debe ser.
—De hecho lo estás. Es una larga historia, no sé que hago en tu sueño ni como terminé aquí... Así que...
—Ya va, los "fantasmas" no aparecen en sueños, en todo caso es en la vida real.
—Sigues sin creer en esas vainas, ¿no?
—Así que prácticamente no es real, no eres real y esto jamás pasó, ¿no?
—Si eso ayuda a que estés tranquila, pues sí.
—Y no, no creo en los fantasmas..., "Gabriela".
—Dale pues, después de lo que te pasó en el ascensor con la niña fantasma dejaste de creer.