—Bien, April, párate derecha y apunta —Dice mi madre poniéndose a mi lado—.
Miro el arma que está en mis manos cómo si fuese el bigote de Maduro.
—¿Que tanto le miras?
—Mamá, yo jamás he disparado un arma.
—Pff, eso lo sé, yo te llevo por el buen camino de Dios.
Nos había traído pa en medio de la carretera... Bue, no tan literal, en los terrenos esos que no tienen un coño al lado de la carretera.
—Cuidao' y el tiro te sale pa'tras' —Se burla Daniela—.
No sí, habló la que tiene puesto un chaleco antibalas porque no confía en mí.
—¿Cómo es eso?
—En vez de salir pa' donde se supone, sale pa'tras y te da en un ojo —Sonríe asesina—.
—Daniela —Chillé—.
—¿Tú eres pajua? No sí, y eso que ayer estábamos viendo la película esa, La Quinta Ola.
—Yo no la estaba viend... —Me interrumpió—.
—No digas esa vaina que te vi buscando fotos de el carajito ese.
—Nick es bello, no critiques.
Si por mí fuera...
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—Ne, me quedo con el bichito —Opinó mi mamá—. April, sé seria. Anda, ponte como la película, si eso te ayuda.
—Pero cuidao' y le das al pájaro que está por allá —Daniela señaló—.
Rodé los ojos e hice lo que mi madre me dijo, la miré.
—No me mirei' a mí, mira allá.
Era una pancarta como la de los dardos. Arrecho pues.
Apunté al centro y bien... de vaina no le di al pájaro. Chiabe, ¿sois vo'?
Del uno a cien, Maduro.
Qué es menos cero, obvi.
—¡Pero coño! No te eches para atrás —Me empujó—. Te doy permiso de pegarle un tiro a la Bonifacia esa.
Bonifacia Candelaria Maduro Jones.
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