[Capítulo final]
Me desperté por un dolor de cabeza horrible
—Baia baia, hasta que despertáis —Dijo Brooke parada frente a mí—.
Reaccioné y miré a ambos lados. Toqué mi cintura y me tranquilicé al sentir el arma y por supuesto mi teléfono. Que pajua es Brooke.
—¿Qué hago aquí?
—¿Que no se supone? Estás secuestrada —Dijo cómo si fuera obvio, y lo es—.
—Disculpa pero, no estoy ni amarrada y aún conservo mi arma y teléfono, además, ¿Qué tengo en la frente?
Me llevé la mano a la frente y sí era sangre, ok mucho trauma por hoy.
—Sin querer te golpeaste la frente cuando te trajimos aquí. Bien, quizás faltaron unos detalles, pero te tengo donde quería.
—Exactamente, ¿Dónde? —Dije levantándome del piso—.
—Vulnerable.
—¿Vulnerable? Mira que si se me da la gana te meto un tiro y bórralo, pero no lo hago porque no sé donde está Yulexis, así que dime, ¿Por qué me tienes aquí?
—Ya están los cuatro pasos. Gabriela, Daniela, Yulexis, tú —Contó con los dedos—.
—Ajá, será fácil porque eres la única aquí.
—No soy la única, hay dos personas más.
—Bello pues.
En la sala entraron dos personas más.
Christian, y otro tipo ahí.
—¿Esto es enserio? ¿Christian? ¿Qué van a hacerme? —Reí irónica—.
Los dos tipos se acercaron rápidamente a mí pero yo saqué el arma.
—Se alejan pues.
—¿Aún no te afecta el síndrome de Estocolmo? —Preguntó Christian—.
—No, y jamás me va a afectar, ni contigo ni con nadie, así que no tienes esperanza. ¿Por qué ustedes dos?
—Las personas que odias y viceversa —Dijo Brooke cruzándose de brazos—.
—¿Dónde está Arzaylea entonces?
—Huyó, estuvo en desacuerdo con matarte, así que le dije que si no huía la mataba, pobre cobarde.
¿Arzaylea me defendió? omaigad.
—Al menos ella tiene moral. Tú no.
—¿Qué te hace pensar que no tengo moral?
—Vamos, quieres matarme por el simple hecho de que por mí Louis no se casó contigo, lo que es muy inmaduro, marica, él no te quiere, supéralo, búscate a otro.
—Él me ama, yo lo sé.
—No, no lo hace, ya deja de pensar eso. ¿Oíste el dicho de que si amas algo déjalo ir?
—Muchas veces.
—Bueno, sigue mi ejemplo, superé a un poco e' carajitos y aquí estoy.
—No superas a Louis, así que...
Suspiré.
—Tienes razón, no lo hago, aún lo amo.
Sonrió.
—Chicos... mátenla.
Antes de que pudieran hacer algo, miré a otro lado y disparé dos veces en diferentes direcciones.