Entramos en su apartamento. Estaba nerviosa porque no sabía qué esperar del hogar de un chico como Christian, me sentia como si estuviera invadiendo su espacio vital, su lugar privado y como si me estuviera metiendo de lleno en su zona de confort.
El lugar era bastante grande y acogedor aunque pareciera mentira. El suelo era de parquet color madera oscura y los muebles eran blancos y gris oscuro. Nada más entrar estaba la sala de estar, con dos sofás gris oscuro, una mesita de cristal delante de estos y un enorme televisor. Mientras me adentraba más en el salón notaba los pasos de Christian detrás de mí.
-La habitación está al fondo.- me giré para mirarlo mientras me hablaba y pude notar que estaba ligeramente nervioso, su cuerpo estaba tenso al igual que el mío.- Dentro de la habitación está el baño por si quieres ducharte o algo. - Asentí y me giré en dirección al pasillo para ir a la habitación.
Pasé por delante de una puerta que estaba abierta y pude ver la cocina, también bastante grande, un poco mas adelante habia una habitación cerrada, supuse que esa era la habitación que Christian me había dicho así que entré, pero no, no era una habitación con un cama ni nada de eso. Había varios sacos de boxeo colgados del techo, unas combas de saltar tiradas por el suelo y mancuernas, mancuernas muy grandes.
Salí de ahí, y busqué la última puerta que me quedaba. Eso sí que debía ser la habitación de Christian porque ya no quedaban más puertas en el apartamento. Entré y me encontré con un lugar oscuro. Las paredes estaban pintadas de color gris oscuro, había estanterías con CD's, algunos libros, y un par de fotos que parecían antiguas. A la derecha estaba la cama, una cama grande y con las sabanas en color blanco y gris, había una gran ventana en paralelo a esta, por donde entraban los reflejos de la luna. Era una habitación simple y bonita a la vez, me imaginaba posters de coches y chicas desnudas por todos lados, pero no. Tan solo había un cuadro enorme encima del cabezal de la cama, unos guantes de boxeo en tonos oscuros. Habia un armario grande y negro, en las puertas de este se podía ver el reflejo del resto de la habitación.
Entré por la puerta que había a un lado en la habitación y dí con el baño. Este era bastante espacioso. Deseaba darme una ducha ya. Así que me quité la ropa dejándola doblada a un lado y me dispuse a darme una ducha de agua fría.
Al acabar agarré la primera toalla que encontré por allí (esperaba que no estuviera usada antes) y salí del baño envuelta en ella ya que no tenía ropa limpia para ponerme. Para sorpresa mía, me encontré con un precioso trasero. Christian se ponía unos calzoncillos. No quise decir nada para que, básicamente, no pasara lo que pasó. Sí, se lo ví todo. Tuvo que notar mi presencia, ya que se dio la vuelta dejándome ver su hermosa cosa colgando. Estaba bien dotado el chaval.
-¡¿Podrías taparte... eso?! -dije al mismo tiempo que lo señalaba y me tapaba los ojos. La verdad no me importaba verlo pero no quería desencadenar nada fuera de lo usual.
-¿Por qué no avisas antes de entrar? -una vez ya se puso los boxers, me quitó la mano de los ojos. Ese pequeño roce hizo que algo en mi interior se encendiera y tuve que apartarme dos pasos.
-¿Por qué no avisas que ibas a estar en pelotas? -creo que me sonrojé al decir eso.
-Bueno, al menos ya sabes lo que tendrás para cuando follemos -la sangre se concentró especialmente en mis mejillas -. Ahora falta que te quites esa toalla y me enseñes lo que yo tendré.
Gilipollas.
Me acerqué intentando parecer lo más sexy posible mientras sonreía con inocencia. Agarré el nudo de la toalla e hice como si lo deshiciera. Christian emanaba lujuria por todos lados hasta que levanté mi rodilla y se la clavé... justo ahí. En sus preciosos dotes. Su cara pasó de lujuria a una completamente desfigurada por el dolor. Se encorvó agarrándose su miembro y yo agarré rápidamente la ropa que había preparada encima de la cama para luego correr hacia el baño. Me vestí con solo unos boxers suyos y una camiseta blanca suya que me venía de vestido. Recogí mi cabello indomable en una cola mal hecha y salí para encontrar a Chris sentado en la cama con los codos apoyados en las rodillas y la cara entre sus manos.
-No me creo que te haya hecho tanto daño como para que estés así. Deja el teatro -alzó la mirada hacia mí y yo le mostré la mejor sonrisa inocente que pude mostrarle.
-Es una parte sensible para un golpe tan fuerte -rodé los ojos. Ni que yo fuera John Cena.
-Bueno, que sí. Tengo hambre -me agarré la barriga. Él se puso de pie dejando ver todos sus tatuajes bien perfilados y pidiendo a gritos que los acariciara.
-¿Quieres que hagamos unas pizzas? Yo también me muero de hambre -asentí realmente contenta con la idea de comer pizza y lo seguí camino a la espaciosa cocina.
Chris sacó todos los ingredientes necesarios moviéndose con gracia en esos boxers ajustados que le hacían ver un culo perfecto para agarrarle y... ¿pero qué estoy diciendo? ¡Autocontrol!
Agarré la harina al mismo tiempo que él quería agarrarla y una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo. Christian me miró detenidamente desde arriba, ya que me saca dos cabezas. Sus ojos esmeralda eran el reflejo de su alma, muchos podrían decir que no tenía pero yo estaba convencida de que sí e iba a desmantelarla. Su mirada me transmitía que estaba jodido, con millones de cicatrices en su interior que intentaba encubrir con sus millones de tatuajes. ¿Qué era lo que escondía? ¿Qué le hacía tener esa mirada de tipo duro que observando detenidamente te suplica piedad y te pide ayuda? No podía dejar de darle vueltas a qué escondía hasta que decidió tirarme un puñado de harina en toda la cara. Menos mal que me dio tiempo a cerrar los ojos y tenía la boca cerrada. Qué cabrón que es.
-¡Esto es guerra! -sentencié y le tiré harina en su precioso pelo mientras la sonrisa arrogante desaparecía.
-¡Ahora verás! -agarró el paquete entero de harina. Oh no. Empecé a correr bien lejos de él pero era más alto y rápido. Consiguió alcanzarme, me rodeó la cintura con un brazo y con el otro sostuvo el paquete. Su sonrisa se hizo más amplia, me removí intentando soltarme de su agarre pero ya era demasiado tarde. Empezó a echar harina en mi pelo, mi ropa, mi cara... Por suerte conseguí agarrarle el paquete antes de que lo vaciara completamente. Me alejé de él y desde la lejanía le eché toda la harina posible bañándolo de blanco. Parecía que no tuviera ningún tatuaje.
No pude reprimir la risa, mucho menos cuando le tiré el paquete vacío en la cabeza y su cara cambió a una de incredulidad. Mis carcajadas se hicieron más fuertes. Christian me miró con media sonrisa en sus labios y se acercó con pasos grandes pero lentos hacia mí. Decidí que lo mejor era correr pero por mucho que intentaba hacerlo, la risa me lo prohibía. Christian me agarró con ambas manos la cintura y empezó a hacerme cosquillas. Mi barriga y mis mejillas dolían mientras yo me retorcía en sus brazos queriendo soltarme de su agarre. Desde lo más fondo de mi garganta salían carcajadas que seguramente me hacían parecer un cerdo. Por mucho que gritara que me dejara, no lo hacía y seguía haciéndome cosquillas. Conseguí encararlo y puse las manos sobre las suyas intentando hacer que me dejara en paz. Lo hizo. Dejó de hacerme cosquillas. Aunque yo seguía riéndome, no tanto, pero lo hacía. Christian tenía una amplia sonrisa que le devolvía vida a su cara y le hacía ver como si fuera un adolescente despreocupado y sin problemas ni cicatrices aparentes. Parecía estar feliz, no parecía el tipo duro que si te encuentras por la calle quieres cambiar de acera para no cruzártelo. Transmitía confianza, seguridad, libertad... Era un adolescente de su edad viviendo la vida como debería de hacerlo. Mi risa poco a poco fue apagándose mientras que Christian miraba mis labios. Se fue acercando lentamente a ellos con cierto peligro. ¿Me iba a besar? ¿Ahora? Toda mi piel se erizó y sentí unas ganas descomunales de tocarlo, besarlo, acariciarlo... pero eso no iba a pasar. No cuando hay algún gilipollas en la calle que no deja de tocar el timbre. Chris soltó alguna maldición que no entendí qué fue. Quito las manos de mi cintura y se encaminó rígido con su aire de "tipo duro" hacia la puerta.
Escuché ciertas voces y risas. Una de las voces era la grave de Christian, la otra era muy familiar pero no reconocía bien de quién era. Por eso decidí ir a averiguarlo. Aunque hubiera estado mejor no haberlo hecho. Kyle estaba en la puerta riéndose del aspecto de Christian hasta que me vio y quiso matar y destruir todo a su alrededor.
¿Quizá debería de haberme escondido en vez de ser tan cotilla?
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Soy De Acero
Ficțiune adolescențiQue pasa cuando una chica de 17 años que no ha tenido nada en la vida, pasa a tenerlo todo de un día para otro? Camille Jhonson es una chica que lo perdió todo a una edad muy temprana. Ahora con casi su mayoría de edad lo recupera todo, la felicida...