CAPITULO 14

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Aparecimos en el lugar del sueño, me decepcioné al no ver a mis amigos. Iba bien abrigada pero aun así el frío llegaba a mis huesos. Owen se puso de cuclillas tratando de averiguar cómo hacer para recuperar la llave.

-El hielo es sólido, podemos caminar sobre éste. -Me indicó, extendiéndome su mano, empezamos a caminar despacio, nos detuvimos en el sitio donde la señal de la llave es más fuerte.

Se agachó y una bola de fuego negra apareció, colocó su mano sobre la espesa capa de hielo y lo derritió sin problema dejando una abertura, lo suficientemente grande para que una persona ingresara.

-¿Qué crees que haces? -Lo cuestiono.

-Es obvio, voy por la llave, está allá abajo. -Me señala el hueco.

-¡Estás demente! -Exclamo. _El agua está a temperaturas muy bajas, morirás congelado.

-Soy mitad demonio y ángel, creo poder soportarlo. Ten un poco de fe en mí. -Se quitó los zapatos. -No tardaré, espero. -Se despidió y se lanzó, quedando yo en la orilla.

Pasaron varios minutos, unos muy largos cuando Owen se asomó, pero algo no estaba bien, unas extrañas manos lo sujetaban.

-Jade. -Me gritó y se volvió a sumergir.

Siluetas se movían con rapidez en el agua, parecían peces pero más grandes, acaso serían...... maldición si es lo que temo, Owen es hombre muerto. Me deshice del pesado abrigo lanzándome, mi cuerpo comenzó a brillar, el fuego celestial me cubrió dándome visibilidad en aquella oscuridad, es entonces visualicé a Owen, para corroborar que mis sospechas eran acertadas, lo sujetaban dos sirenas que intentaban ahogarlo, para nada son como las pintan en las películas, son de verdad horribles y terroríficas.

Owen ya no se movía y me petrifique, la idea de perderlo me atemorizó. Una de ellas me vio y abrió su boca, dejando salir una potente sonda que lastimó mis oídos. El agua se sentía como espinas sobre la piel y el aire me empezó a faltar, vi sangre rodeándome, salía de mis oídos, si no la detenía, mis tímpanos estallarían y quedaría sorda, sin tomar en cuenta que moriríamos ahí.

Pronto el fuego celestial se formó en mi mano y tiré una bola de energía sobre ella, no logro esquivarla, desintegrándose , sus acompañantes voltearon en mi dirección, con asombro vi que una de ellas llevaba puesta la llave, guindando de un cordón. Ya no podía respirar, comencé a sofocarme, ¿Así moriría? Dos sirenas más se abalanzaron sobre mí pero una azulada luz resplandeció espantándolas, tomé del cabello a la que tenía la llave y se la arranqué, se devolvió pero la luz se incrementó, cegándola. No sé qué pasó, creo que me desmayé porque no recuerdo nada más.

***************

-Jade, Jade despierta. -Escuchaba una voz apenas audible. -No te vayas a ir, no sigas la luz ¿Me oíste?

Reconocería esa voz donde fuera, era Adriel e internamente sonreí. Sentí una opresión en mi pecho y unos cálidos labios sobre los míos y nuevamente la opresión. Abrí los ojos de golpe expulsando toda el agua tragada, un aliviado Adriel me sonrió al tiempo que sostenía mi cara entre ambas manos.

Tosí varias veces oxigenando mis pulmones, él me pasó mi abrigo, colocándomelo de inmediato, seguíamos en la Antártida. Traté de ubicar a Owen y lo vi recostado sobre la nieve.

Me levante con dificultad pero llegué hasta donde él se encontraba, su pulso era muy débil, coloque mis manos sobre su pecho.

-¿Qué haces Jade? -Me percaté de la presencia de Anael.

-No puede morir, sin él no encontraremos el resto de las llaves.

-¿Y no es eso lo que queremos? _Expreso mirándome severo.

Omití sus palabras y una tenue luz salió de mis manos, me encontraba débil por lo que utilicé toda mi energía, perdiendo casi la conciencia. Suspiré con tranquilidad, cuando Owen abrió los ojos y fue todo me desmayé de nuevo.

***************

Desperté en una cama que no conocía, me llegó un olor suave a flores, abrí los ojos despacio y la claridad me molestó de momento, cuando mis ojos se adaptaron observé a mi alrededor y mi corazón comenzó a latir eufórico cuando vi a mi padre junto a mí.

-Papá. -Me enderecé, abrazándolo, él correspondió a mi abrazo de buen agrado.

Comencé a llorar de alegría y tristeza a la vez. -Papi. -Repetía una y otra vez mientras que los calurosos brazos de mi padre me rodeaban.

-Nos preocupamos por ti. -Me hizo saber afligido.

-Lo lamento tanto. -Sollocé.

-Ya tendremos tiempo de hablar.

-¿Dónde estamos? -Quise saber.

-Bienvenida al Limbo. -Me sonrió.

Luz y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora