CAPITULO 46

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Narra Owen:

Abrí los ojos poco a poco, el sol ardiente abrazaba mi piel, el sonido de las olas rompiendo contra la arena resonaba en mis oídos, el farfullo de pelícanos me hizo despertarme de golpe. Un cangrejo marchó a mi lado confiadamente pero al ver que me enderezaba corrió y se escondió en un hueco.

¿Qué demonios estaba pasando? ¿Dónde estaba? Sacudí los residuos de arena en mi ropa y mi mirada se perdió en el manto turquesa que me rodeaba, atrás de mí exuberante vegetación. En definitiva ya no me encontraba en el Limbo, y me preocupó no ver a Jade por ninguna parte.

-Jade. –La llamé esperanzando que apareciera. –Jade. –Intente de nuevo, sin éxito.

Recorrí la playa de extremo a extremo, hacía mucho calor, pronto me quité la chaqueta amarrándola a mi cintura, mientras que el sudor se pegaba a mi ropa. Entré en la vegetación, y caminé sin rumbo fijo ¿Sería esto otra prueba? ¿Pasaría igual que con el laberinto y encontraría a Jade luego?

El sonido de tambores hizo eco por los alrededores, eso significaba una sola cosa, civilización, me dejé guiar hasta llegar a un claro, donde tótems de piedra lucían amenazantes con rostros de demonios, sacados de tus peores pesadillas.

Aldeanos parecían llevar a cabo un ritual, danzaban al son de los tambores y sus cuerpos se movían con agilidad y destreza, puse más atención y noté que sus ojos estaban en blanco, completamente poseídos, quizás tomaron alguna droga que los indujo a ese estado.

Los observo oculto en la maleza, aun no comprendo ¿Qué hago aquí? Estoy a punto de irme cuando aparece una mujer entre ellos, me quedé helado al verla, si esto es una maldita broma, no es de buen gusto. Mis ojos se clavaron en ella y en mi interior mi estómago se removió inquieto. ¡Esto no es posible! ¡No puede ser ella!

Aunque sorprendido, me mantengo como testigo silencioso. Los aldeanos al verla, se detienen y se inclinan, haciéndole reverencia, ¿Acaso la adoran? Esto no puede ser real, sé que murió, la vi morir, algo aquí no calza.

Ella extiende sus brazos hacia arriba indicándoles que se pongan de pie, les habla en una lengua que desconozco, pronto los tambores reanudan su melodía y la gente continua sumergida en su rutina, mientras que yo no puedo quitarle la vista de encima.

La mujer comienza a alejarse y la sigo aún oculto, ella se desvía por detrás de una edificación hecha de paja, por un momento la pierdo de vista ¿Dónde está? Me sorprendo cuando una mano me toca por el hombro. Me exalto y al volver a ver, ella está frente a mí, con una sonrisa marcaba en sus labios.

-Me encontraste. –Me dijo.

-¿Quién eres? –Consulté cortante.

-Owen soy yo. –Contestó con dulzura.

-No, tú estás muerta.

-No, no morí, les hicimos creer a todos que esa fue mi suerte, pero estoy bien.

-Yo te vi morir. –Le sostengo con la aflicción abriéndose paso en mi pecho.

Ella mueve la cabeza en negación, su mirada es triste y cansada, es la misma que recuerdo, deseo que sea real, pero algo me indica que no lo es.

-Owen, tócame, siénteme, no soy un fantasma, ni una ilusión, regresé y no me volveré a ir.

Colocó su mano sobre mi mejilla, su contacto se sintió cálido. Mi mano se posó sobre la suya y sin pensarlo, la abracé.

-¿Cómo sobreviviste? ¿Qué está pasando?

-He estado tratando de comunicarme contigo, es la primera vez que lo logro.

Luz y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora