CAPITULO 52

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Cruzamos el umbral, llegando a un mundo desértico, por donde quiera que miraras el panorama es desalentador. Enormes volcanes se erguían majestuosos con sus conos humeantes y lava desbordándose por los lados, mientras que grietas se extendían a lo largo, con fuego saliendo de sus entrañas.

El calor no se hizo esperar, de inmediato retiramos nuestras chaquetas, el cielo gris lastimado constantemente con truenos y relámpagos. Nubes negras evitaban que la claridad traspasara hasta el suelo, apenas se observaba una débil luz plateada que imaginé sería el sol.

-¿Qué lugar es este? –Pregunta Owen al tiempo que el sudor se desliza por sus hermosas facciones.

-Esperaba algo diferente. –Contesté atándome la sudadera a la cintura.

-En cierta forma tiene lógica que el Fénix elija un lugar así para vivir.
–Observa mi demonio. –Parece acorde con su naturaleza.

-La interrogante aquí es ¿Dónde empezar a buscar? –Consulto.

-Yeialel nos aconsejó que nos dejáramos llevar por nuestro corazón. –Me indica.

-No, ella especificó que le habláramos con el corazón, es algo muy diferente.

-Viene siendo lo mismo amor.

-¿Me acabas de llamar amor? –Lo miré sintiendo como el corazón se me aceleraba con esta única y pequeña palabra.

-Sí, ¿Te molesta? –Frunció el ceño.

-No tonto, me encanta como suena.

-¿Me acabas de llamar tonto?
–Arqueó una ceja con una sonrisa de medio lado.

Pongo los ojos en blanco, estamos en una misión especial y terminamos discutiendo por trivialidades. Un canto de ave se escucha por doquier como un eco, al poner más atención, provenía de uno de los prominentes volcanes, el que se encontraba en erupción.

-Tenía que ser el volcán más grande. –Owen mueve la cabeza a los lados.

-Cuando ha sido sencillo. –Señalo empezando a caminar en dirección de donde proviene el sonido.

Cuidamos cada paso que damos, las fumarolas expulsan agua hirviendo. El magma lucía hermoso y tenebroso a la vez, con los relieves rojos, naranja y amarillo resaltando como si fuera fosforescente.

Una entrada pequeña nos recibe, escuchamos como el ruido se incrementa, apenas somos capaces de atravesarlo, adentro enormes estalactitas de piedra, puntiagudas y amenazantes, cubrían el cielo raso de la caverna,. El centro del volcán retumbaba y hacía que éstas se desprendieran y cayeran en picada, complicando nuestro paso al otro lado.

-Estoy harto de todo esto. –Expresa Owen mirando hacia arriba mientras que su rostro se contrae.

-¿Qué esperabas? –Inquiero sintiendo la misma frustración que él.

Nos tomamos de la mano sin despegar los ojos de arriba, comenzamos a movilizarnos, esquivando como malabaristas, la lluvia de estalactitas que se despedazaban a nuestros pies. Casi al final, tropecé cayendo en el momento en que tembló y varias colgantes se soltaron al mismo tiempo, justo en mi dirección. Solo las miré, cerrando los ojos, unos brazos me rodearon sintiendo como girábamos por el suelo uniforme. Cuando abrí los ojos, Owen me sostenía, quedando encima de mí.

-Gracias. –Agradecí sintiéndome mal por no haber sido capaz de reaccionar.

-Cuando quieras. –Me ayuda a incorporarme y una mueca de dolor se dibuja en su cara.

-¿Qué tienes? –Quiero saber.

-Nada, me golpeé la costilla, es todo.

-Déjame ver.-Insisto.

Luz y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora