Capítulo 11: Perdón

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El fin de semana se pasó más rápido de lo que esperaba, ya era lunes y me encontraba maldiciendo al despertador por ese estridente y detestable sonido. De mala gana tomé una ducha para despertarme del todo, lavé mis dientes y me arreglé para ir (de nuevo, afs) al Instituto, decidí ponerme unas calzas negras y un suéter ancho pero muy lindo. Me paré frente al espejo y no pude evitar pensar en cómo luciría dentro de unos pocos meses, puse una mano en mi vientre y me perdí en pensamientos e ilusiones sobre la nueva vida que estaba en camino.

La bocina del auto de Parker me sacó de mis fantasías, tomé mi bolso y baje a paso rápido, al llegar al auto sentí que me fallaron las piernas y juro que pensé que me desmayaría allí mismo, pero no fue asi. Subí al asiento del copiloto y Parker puso el auto en marcha.

-Oye Kingsman, no sé si se te averió el GPS pero ésta no es la ruta para el Instituto- bromeé.

-No Stewart, no tengo el GPS dañado- dijo divertido- vamos por Liz y Ann, desde que tengo auto de nuevo Liz quiere cobrarme las veces que me llevó al Instituto.

Nos detuvimos en un semáforo en rojo y mientras esperábamos Parker dirigió su mano a mi vientre, sentí cosquillas ante su tacto.

-Maddie ¿Es normal que no patee?- preguntó intrigado.

-Aún es muy pequeño- reí- según lo que he aprendido en biología, el bebé comienza a patear en el segundo trimestre.

-Ahm- dijo algo desanimado- Aún no sabré si Parker Jr. Será tan bueno en fútbol como yo.

Estallé en carcajadas al escuchar eso- ¿Parker Jr.? ¿Y que te hace pensar que ese será su nombre?-

-Porque, se que será un niño y también se que no podrás evitar ponerle el nombre de su tío favorito- dijo haciéndome cosquillas, a lo que yo me retorcía.

***
Ya con Liz y Ann en el asiento trasero, nos fuimos al Instituto, ellas no paraban de hablar sobre algo que yo no lograba entender y cada vez que preguntaba me ignoraban.

Cuando llegamos, me despedí de cada uno de ellos y me fui con pesadez a mi primera clase. Los primeros periodos fueron casi eternos, pero ya era hora del almuerzo y me dispuse a ir a la cafetería, pero antes decidí parar en mi casillero para guardar los libros que traía.

Mientras cerraba la pequeña puerta sentí unas manos sobre mi rostro.

-Parker dejate de tonterías- bromeé. Las manos bajaron a mi cintura y me abrazaron desde atrás.

-¿Sigues creyendo que soy Parker?- susurró Matthew en mi oído. Sentir su aliento cerca de mi cuello me hizo estremecer pero de rabia quería golpearlo en sus joyas reales, pero decidí que era mejor calmarme y mantener una relación neutral con él, de todas formas en algún momento se enteraría que tendremos un hijo.

-¿Podrías soltarme?- fue más una orden que una pregunta.

-¿Y por qué? ¿Si tu bien sabes que esto te encantaba?- dijo mientras apretaba aún más su cuerpo al mio.

-¡Sueltame!- volví a repetir. Sus manos bajaron hacia mi vientre y no pude evitar sentir nervios, ¿acaso lo sabía? ¿Pero como demonios?

-¡Ve... Vega sueltame ya!- dije nerviosa.

Matt ignoró todas y cada una de mis órdenes de que me soltara, no entendía que diablos le pasaba, por qué actuaba así. Volví a ordenarle que se alejara de mi, me ignoró completamente.

-¿Acaso eres sordo?- dijo una voz familiar.

Matthew lo ignoro cómo había hecho conmigo antes.

El Hilo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora