Capítulo 4. Compañeros de biología.

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NOAH.

Llego a mi casa y mi padre no está por ningún lado. Bien, no me apetece verlo. Hoy ha sido un buen primer día, por lo menos ha sido divertido. Sonrío al recordar la mirada enfurruñada de Aria. ¿Pero que cojones…? Soy un estúpido, es una chica inocente, no la voy a meter en mis mierdas, son demasiadas…

Un golpe en la puerta me despierta de mi trance. Una melena rubia se asoma por la puerta dedicándome una pícara sonrisa.

-          Te echaba de menos cariño. –dice Kim haciendo un mohín –Ayer apenas pudimos estar juntos y te deseo demasiado.

-          Ven aquí –le digo invitándola a sentarse en mi regazo. Ella obedientemente lo hace y empieza a darme pequeños besos por el cuello.

Kim es mi ´´amiga especial'' siempre está cuando la necesito y estar con ella me relaja. A veces me siento mal porque pienso que la estoy utilizando, pero no es así, ella sabe lo que hay y le parece bien.

Empujo a Kim fuera de mi cuello y la beso en los labios, sabe a tabaco y alcohol, sus besos siempre saben a eso. Paso mi lengua por la comisura de sus labios haciéndola temblar y ella me responde apretándose más cerca de mí haciendo que la desee aun más. Se quita su camiseta dejando al descubierto sus pechos, los beso y ella pasa a quitarme mi propia camiseta. Me da un beso en el pecho y con su lengua traza el camino hacia la cinturilla de mis pantalones, los desabrocha con agilidad e introduce su mano dentro, ella sabe como hacer que me olvide de todo y eso hace que la necesite. Sube su cabeza hacia mi oído y con voz entrecortada y ronca me susurra:

-          Ahora voy a hacer que sufras tú. –y no puedo estar más de acuerdo

El segundo día de clases es más llevadero. Por lo menos hasta que llega la hora de biología. Odio la biología, me van más los números, los números tienen control, tienen reglas y debes seguirlas. La biología deja más al azar y la odio por eso.

Cuando entro a la clase, mi mirada se dirige a las paredes. Están llenas de fotografías con mucha precisión de animales muertos o moribundos, de órganos que parecen en plena descomposición y que hacen que mi estómago se contorsione.

Un hombre de unos cuarenta años se acerca a mí.

-          Debes de ser Noah, ¿verdad? –me mira directamente con unos simpáticos ojos claros y me da una cálida sonrisa, tal vez está clase no esté tan mal.

-          Sí, señor. –digo ofreciendo una mano que el acepta con gusto y estrecha con soltura.

-          Soy el señor Ramírez, profesor de la asignatura de biología, espero que este cómodo en mi clase, si necesita algo hágamelo saber, ¿de acuerdo?

-          Por supuesto, señor.

-          Su compañera de biología será la señorita Benson, es una alumna muy aplicada que le ayudará en todo lo que pueda. –dice señalando con la cabeza a los asientos detrás de mí.

Todos los asientos están ocupados excepto uno al lado de una larga melena negra que escribe algo en un cuaderno. Como si me sintiera mirándola en el instante en que posos mis ojos en ella, levanta su cabeza dirigiéndome una azul mirada, en el instante en que me registra abre mucho los ojos y se sonroja. Mi compañera es Aria. Ahora más que nunca me alegro de haber cogido esta clase.

Haciendo mi camino hasta mí asiento dejo mis cosas en el suelo y saco el libro de biología. Aria aun no me ha mirado desde que me he sentado.

-          Hola. –digo dándole un suave golpe en el brazo, ella sigue sin mirarme y yo deseo que lo haga –Aria, ¿verdad? Creo que no nos han presentado formalmente, soy Noah.

Quiero morir, vivir contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora