Capítulo 9. Sombras del pasado.

983 61 2
                                    

ARIA.

-          ¿Qué es lo que quieres tú? –no sé que me pasa, solo sé que lo único que quiero en este momento es que pose sus labios en los míos. Nunca pensé que diría esto pero le necesito, muchísimo.

-          ¿Yo? –dice con voz ronca, muy ronca. Sus pupilas están dilatadas y mira fijamente a mis labios, acaricia con el dorso de su mano mi mejilla y posa su mano en mi cadera acercándose cada vez más, me estremezco y él me mira con decisión –Esto.

Y me besa. Pega sus labios duramente a los míos haciéndome estremecer del gusto. Los suyos son duros pero al mismo tiempo suaves y me hacen gemir. Sabe un poco a cerveza, pero sobre todo sabe a Noah, y es un sabor inconfundible. Me fundo en sus fuertes brazos, derritiéndome sobre su pecho. No es el primer beso que doy, pero sí el mejor. El latido de su corazón está desbocado contra mi mano, y apuesto a que el mio está igual. Pasa sus manos a través de mi espalda asentándolas en mi cintura, haciéndome gemir, le agarro del pelo estirándolo involuntariamente, el gruñe y se frota contra mí pegándome más aún a la viga. De pronto me agarra de la cadera y me sube en él agarrándome por los muslos. Cada vez siento más calor entre las piernas haciendo que me sea casi imposible respirar, todo esto gracias a Noah. Él se aparta de mis labios y empieza a darme pequeños besitos por el cuello y con los dientes me baja el tirante de la camiseta, dejando mi hombro expuesto. Mi cuerpo se llena de alarma y empiezan a venir imágenes a mi mente.

´´Tranquila cariño, este será nuestro secreto'' ´´Por fin solos, no sabes como deseo quitarte todo lo que llevas puesto'' ´´No debes decirle a nadie lo que hacemos, pequeña'' ´´No debes decirle nada a mamá de esto, ¿vale?''.

Noah sigue besándome el hombro e introduce su mano dentro de mi camiseta, por lo que siento el calor procedente de sus manos en la piel desnuda de mi cintura.

-          ¡No! –grito -¡Suéltame! –Noah me suelta y retrocede con la mirada confundida, empieza a negar con la cabeza.

-          Aria… yo lo siento mucho. –empieza a pasarse las manos por el pelo nervioso –No quería ir tan rápido, yo so-solo me deje llevar. –apoya la cabeza en las manos y gruñe -¡Soy tan estúpido! Deberías odiarme, no sé porque vine hoy aquí en primer lugar, soy un maldito acosador. Yo solo, solo estaba pensando en todo lo que te podía pasar estando sola y cuando quise darme cuenta venía de camino aquí. Luego llego y veo a ese imbécil tocándote y, te juro Aria, que nunca me he sentido así en mi vida, lo habría matado. –lo dice completamente serio, y por su tono de voz sé que es verdad –Y luego, por si fuera poco, pierdo el control contigo después de todo lo que has pasado esta noche. Soy un gilipollas, siempre lo soy cuando estoy contigo, yo… -le beso, interrumpiéndolo y demostrándole que no tiene que sentirse culpable.

Al principio sus labios están paralizados sobre los míos, pero tarda un segundo en responder al beso con la misma desesperación que yo le estoy mostrando, agarrándome de la cintura y empujándome contra la viga, aprisionándome contra ella. Aunque esta vez sus manos no abandonan mi cintura, cosa que le agradezco. Nos besamos durante un rato y luego se separa de mí, mirándome fijamente con esos ojos color cielo.

-          Lo siento.

-          No tienes que sentir nada. –le digo para tranquilizarlo, porque es la verdad, él no tiene culpa de nada. –Soy yo, íbamos muy rápido y me he asustado, solo eso. No es porque no quiera esto, pero siento que aún no estoy preparada. –evito mirarlo a los ojos porque sé que él verá a través de ellos, dándose cuenta las verdaderas razones de mis miedos.

-          Iremos todo lo rápido que quieras. –sinceridad brotando por su boca –Tú marcas el ritmo, ¿vale? Si alguna vez no estás cómoda, solo dímelo y juro que no llegaremos más lejos. Te lo juro.

Quiero morir, vivir contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora