Capítulo 17. Confesiones nocturnas.

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Noah.

Aún me encuentro en estado de shock por lo que me ha contado Aria. Bueno, no es para menos. Realmente quisiera ser yo el que hubiera acabado con la vida de ese pedazo de basura por destrozarle de ese modo la vida a Aria. Mi Aria.

No quiero pensar en lo que habrá sufrido, porque sé que no podría controlarme. La ira saldría a raudales por cada uno de mis poros y no puedo permitir que ella vea esa parte de mí. La parte que genéticamente procede de mi padre.

Cuando me estaba contando lo que le pasó, su voz… No sé exactamente como explicarlo, pero hizo que, por primera vez desde que murió mamá, algo dentro de mí se quebrara, como una si una pieza de mí se perdiera. No entiendo esa sensación, pero esta ahí.

Llevamos mucho tiempo sentados en el pasillo del instituto, frente al aula de informática, abrazados. No me importaría pasar de esta manera todos los días de mi vida. Jamás he estado con tanta paz mental como la que siento en este momento y todo eso es gracias a Aria.

Se ha pasado unos minutos sollozando y se ha quedado dormida. Puedo sentir su respiración haciendo cosquillas en mi cuello, su dulce olor que se ha convertido en una droga para mí, su presencia es como un calmante para la presión que se ha estado formando en mi cuerpo durante estos años.

Una de las cosas que más me han molestado de la reacción de Aria al contarme la historia es su preocupación ante mí reacción. Creía que iba a sentir asco por lo que ese tipo le hizo, pero jamás sentiría asco por ella. Lo que siento es su fuerza y fortaleza ante esta situación. He conocido, en los numerosos reformatorios en los que he estado, a chicas que habían sido forzadas en contra de su voluntad y nunca he visto a una chica que actuara como Aria. Todas estaban destruidas, no sonreían, no hablaban, estaban enfermas, además de psicológicamente, físicamente y eso me hería. Sin embargo, Aria ha logrado si no superarlo, pasar de largo. Ha logrado hacerle frente a la situación de lo que su padre le ha hecho y a logrado hacerse más fuerte. La admiro por eso.

Pero no cambia el hecho de que ahora mismo deseo matar a cualquier persona que le ponga un dedo encima, que le hable mal incluso que la mire de una manera no correcta. Nadie más a hacerle daño. De eso ahora me encargo yo.

Aria se mueve, despertándose, en mis brazos. Abre sus maravillosos ojos adormilados y me mira parpadeando suavemente. Bosteza y me da una tímida sonrisa. Está hermosa.

-          ¿Me he dormido en el pasillo? –se levanta de mi regazo y se apoya en las frías taquillas de su espalda –No sabía que estaba tan cansada.

-          No es que me haya molestado tenerte encima de mí. –le sonrío y ella me da una suave risa, que hace su camino hasta mi corazón, asentándose allí.

-          ¿Volvemos al baile? Creo que le debo a Ben una disculpa por haber salido de esa manera. –hago una mueca de disgusto ante el nombre de Ben.

-          No vamos a poder. –le enseño mi reloj para que vea la hora.

-          ¡¿Las cuatro?! –ella se levanta rápidamente y empieza a dar vueltas en el pasillo, tocando su frente con la mano –¿He estado durmiendo durante cinco horas? –gruñe –Mi madre me dijo que volviera a las dos. Me va a matar. –se desliza hacia el suelo y yo me siento a su lado.

-          Estás muy sexy cuando estás preocupada.

-          Imbécil. –aunque luego ríe y me da un golpe en el hombro –Es serio, mi madre va a matarme. Le podría decir que me quedo con Vicky, pero ella seguro que ya está durmiendo. –le sonrío y ella frunce el ceño. Soy un maldito genio -¿Qué?

Quiero morir, vivir contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora