Capítulo 11. Solo para sus ojos.

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Aria.

-          ¡Estás loca! –dice Vicky atragantándose con su zumo de piña y melocotón – ¿Lo conoces desde hace una semana y ya le has besado? –niega con la cabeza –Increíble.

-          Vicky, no sé, nunca me he comportado así y no entiendo por qué pero lo único que sé es que me gusta y mucho.  –sonrío y doy un trago de mi batido de fresa. Vicky y yo estamos sentadas en el Juice and Drop, el bar con los zumos más deliciosos de todo Estados Unidos –Y creo que él siente lo mismo.

-          Puede ser, si nos fijamos en la manera en la que te protegió ayer…  -sonríe –es lo mas seguro.

-          Nos besamos mucho ayer, y me encantó. Puede que me enamore de él, no es para nada difícil.

-          Espero que no te haga daño, es la clase de tío que se acuesta en la primera cita y aunque sé que contigo va a ser más difícil, bueno cuando te enseñe esa tableta de chocolate tú misma vas  a lanzarte, pero de todas formas es de esa clase de tíos.

-          No, no lo es. Es dulce, gracioso, cariñoso… No sé porque me intentas poner en su contra –frunzo el ceño –él te ayudo ayer, ¿no te acuerdas?

-          Sí, claro que lo hago. Pero una cosa no quita la otra. Él puede hacerte mucho daño y yo estaré ahí para pararte del golpe, seré… como tu airbag. –se bebe el zumo y se levanta –Y después de este pequeño recreo, sigamos con la diversión. Aún nos quedan cuatro plantas y poco tiempo, levanta el culo.

-          A veces eres exasperante, Victoria Garrison. –pongo los ojos en blanco y me levanto –A veces… -me cayo cuando empieza a sonar mi móvil dentro de mi bolso, lo saco y contesto. Noah.

-          Niñata. –dice con un ronroneo en mi oído, yo me estremezco y me derrito ahí mismo.

-          ¿Quién es? –Vicky sisea - ¿Tu madre?

-          Noah. –susurro tapando el auricular –Imbécil, que alegría oír tu voz. ¿Qué pasa?

-          Nada, solo quería decirte que eres estúpida. Una buena forma de que no se te olvide es recordártelo periódicamente. –siento la sonrisa en su voz.

-          Ah… ¿solo querías eso? –pregunto inocentemente.

-          Bueno… Y decirte que ojalá pudiera besarte ahora mismo. No sabes lo mucho que me gustaría que estuvieses aquí. –siento como se calientan mis mejillas y como mi voz sale entrecortada cuando  respondo.

-          En mi casa. En. Media. Hora. –no es una petición es una orden.

-          ¿No estabas con Victoria de compras? –suena confundido.

-          Lo estaba. –no puedo más, lo necesito - ¿Vienes o no?

-          En diez me tienes allí. –y cuelga. Vicky me está mirando con la boca abierta.

-          ¿Qué acaba de pasar? –pregunta pestañeando muy deprisa. - ¿Le acabas de invitar a tu casa?

-          Sí. -¿lo he hecho? Creo que sí.

-          Me voy. –se levanta, coge su bolso y me mira con decepción en los ojos –Cuando te vayas a estrellar, llámame para recoger los trozos. –Y se va.

Tardo quince minutos en llegar a casa, hoy mi madre me ha permitido coger su coche, por lo que no me ha costado mucho hacerlo.

Cuando llego allí está, apoyado en la moto mirando hacia el suelo, pensativo.

Quiero morir, vivir contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora