¡La bienvenida a otra isla!

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Tiare suspiró agotada mientras revisaba las notificaciones de su teléfono, esperando en ese gran salón elegante a que llegasen el resto de los invitados.

"Reunión de islas" o algo así le habían dicho el alcalde y el gobernador de su casa.

Alzó la vista al oír que la puerta se abría, dando paso a la segunda isla más alejada del continente chileno.

Robin iba vestido con su traje formal de reuniones, su camisa azul claro y la corbata marino oscuro, con el cabello peinado hacia atrás y una coleta baja.

Lo único que arruinaba ese aspecto de seriedad era la expansión en su oreja.

La muchacha saludó al menor alzando brevemente la mano en silencio y siguió con lo suyo. El castaño hizo lo mismo, tomó asiento en el lugar señalado con su nombre y sacó su teléfono celular para revisar su Facebook y otras redes sociales.

Adoraba ir al continente solo por el internet rápido.

Pasaban los minutos y las únicas que entraban eran unas pocas sirvientas que servían café o té a su elección.

Impaciente, Crusoe comenzó a golpear frenéticamente la mesa con su dedo índice. Tiare, por su parte, había apoyado la espalda en el respaldo de la silla mientras se cruzaba de brazos.

Pasados ya unos minutos más, apareció Chiloé junto con Quiriquina. Alonso vestido con su traje de oficina y Pablo con su uniforme naval.

Tiare alzó una ceja al ver al marino, ¿qué hacía él ahí? Normalmente eran solo a ella y a los otros dos quienes asistían a La Moneda por solicitud de Manu ―obviamente por algunas cagadas que se mandaban los tres―.

El chilote se dirigió a su puesto, molesto por haber llegado al mismo tiempo que el marino, y sacó su carpeta donde tenía todos los datos de su isla más las islas cercanas que él manejaba.

Robin hacía lo mismo que el rubio, salvo que también traía información de las islas Desventuradas y el avance de la protección del ecosistema marino.

Quiriquina solo llevaba informes de gastos y estado de su institución armada.

Y Tiare los miraba aburrida. Obvio ella también había llevado su carpeta de informes y el estado de las islas Salas y Gómez, pero no se iba a poner a revisar los papeles.

Ya lo había hecho en el avión y en su departamento.

El tic tac del reloj era lo único que se oía en la sala. Ninguno hablaba entre sí, porque sabían que armarían un escándalo y ya los habían echado de la casa de gobierno muchas veces en el pasado por lo mismo.

Cuando ya sentían que una vena les explotaría en la frente por la rabia acumulada, la puerta se abrió, dejando pasar a la nación quien venía con la respiración agitada mientras arreglaba su corbata.

"El weón se quedó dormido..." pensaron las islas al mismo tiempo.

―Disculpen el atraso ―comenzó a decir Chile tomando asiento―. Pero surgieron unos problemas para llegar aquí así que por eso me demoré...

"Claro... ahora se le dice 'problema' el quedarse dormido..."

―En fin. Los llamé aquí para hablar de un asunto importante... Y no es sobre las situaciones en sus islas.

Los cuatro jóvenes miraron a su hermano mayor con la boca abierta.

― ¡¿Qué?! ¡¿O sea que me hiciste trabajar duro toda una semana por una weá de informe que no vas a leer?! ―gritó Robin ya al borde del colapso. Se estuvo rebanando los sesos la semana anterior preparando páginas y páginas de informes y memorándums que se irían a la basura.

Chilean Insular TrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora