CAPITULO 12

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C: mamá, ¿Por qué hiciste eso??
Con: ¿Qué? ¿Qué tiene de malo...? Es un buen muchacho y te tiene cariño... Además quiero asegurarme por él que estás bien...
C: Federico no lo soporta... Ni siquiera puede escuchar su nombre porque se molesta...
Con: perdóname hija... No creí que te causaría problemas con tu marido...
C: no quiero que vayan a encontrarse y que Federico golpee a Ángel Luis...
Con: como golpeo a Diego aquella vez...
C: ¿Lo recuerdas??
Con: no hay dudas que ese muchacho te quiere... Tu padre jamás ha hecho eso por mí...
C: ¿Qué cosa...?
Con: pelearse con otro hombre...
C: qué ocurrencias tienes, mamá...

Con: Cristina, en estos días iré con Severiano a la capital... Y quiero verte... Es decir, a los 2... A ti y a Federico...
C: yo no tengo problemas en que conozcas dónde vivimos, pero mi papá sí... Empezará a hablar y a criticarnos...
Con: no te preocupes, mi amor... Podemos arreglárnosla...

// En la noche cuando Federico llegó de trabajar, más tarde de lo normal por cierto, se encontró a Cristina en la mesa que acababan de comprar, con 2 sillas, suficiente por el momento.

Pero nada romántica, estaba rodeada de libros...

F: hola... (Caminando hacia ella, se detuvo para besarla en la comisura de los labios)
C: se te hizo tarde... ¿No...?
F: tardísimo... Todo sea por el trabajo... Y estoy muriéndome de hambre... (Dirigiéndose a la cocina)

C: estoy nerviosa... Mañana tengo un test... El primero...
F: Eres muy inteligente, ¿Por qué te preocupas...? (Comprobando que no había cena lista)

Y uno de los efectos que producía el hambre era el mal humor...

C: porque esto es diferente... Mucho que memorizar...
F: ¿No cocinaste...?
C: no... Yo cené algo rápido y ligero... (Concentrada en sus libros)
F: voy a bañarme... (Tragándose su enojo)

Algo le impedía a Federico que le armara una bronca a Cristina, se suponía que como esposa una de sus obligaciones era tener religiosamente la comida preparada y caliente todos los días...

Pero por una extraña razón, se bajó el enojo en la regadera...

Salió un rato después con la pijama... Ni modo, él mismo tendría que buscarse algo para comer...

C: Federico... (Despegando un momento los ojos del libro cuando lo vio pasar a la cocina)
F: ¿Qué...? (Frente a la puerta abierta del refri)
C: mis papás vendrán en estos días...
F: ¿Vendrán?? ¿A dónde??
C: a la ciudad... Le dije a mi mamá que únicamente ella puede visitar nuestra casa...
F: qué bueno que pensamos igual. Porque no iba a permitir que tu papá pusiera un pie aquí.

Un rato después sentados uno frente al otro, Cristina estudiaba y Federico cenaba restos del día anterior...

>>>

Por conocer el lugar donde estudiaba o simplemente sorprenderla, al mediodía Federico esperaba en la salida de la universidad a Cristina...

Y para su completo enfado, la vio saliendo junto a un joven... Que le ayudaba cargando sus libros, claro que eso no lo percibió y sumamente irritado caminó hacia ellos.

Lo que se conocían como CELOS.

F: Cristina, vine por ti. (Tomándola de una mano, con intensiones de llevársela de ahí)

Eso sin contar las ganas de golpear al pobre muchacho que no tenía culpa de nada.

C: déjame presentarte a Román... Somos compañeros de clase y me ayudaba con mis libros...
F: qué amable son en la capital... (Sonriendo falsamente y sonando sarcástico) Ya estoy aquí y yo llevo los libros de mi mujer.
C: él es Federico, mi esposo...
Ro: claro... Entiendo... (Relacionando rápidamente la rabia del fortachón ese y el vientre de su compañera, se alejó)

cuando somos 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora