CAPITULO 41

866 46 1
                                        


C: no puedes estar hablando en serio...
F: más en serio que nunca...
C: Federico, no puedo dejar a mi mamá sola con tanto trámite...
F: te recuerdo que nuestra vida está hecha en la capital, no aquí.
C: mi amor, podemos discutirlo primero...
F: no hay nada que discutir, Cristina.

Una camioneta llegó con varias compras para la Casa Grande y al bajarse el chofer, Federico le pidió las llaves.

C: ¿a dónde vas Federico??
F: a Villahermosa. A comprar los boletos de avión para regresar a México.
C: pero antes tenemos que hablar... No te puedes ir así... Federico... ¡Federico!!

Un rastro de humo proveniente de la camioneta... Y ya él se había ido...

Riv: hija... Me gustaría hablar contigo...
C: Sr. Rivero...
Riv: puedes llamarme por mi nombre, soy tu suegro... Y si quieres, puedo ser como el padre que acabas de perder...

Tanta amabilidad del padre de Federico le sorprendía a Cristina... Incluso fue una novedad que le tomara las manos...

C: su hijo salió hace unas horas...
Riv: me habría gustado saludarlo, pero vine a verte a ti...

C: usted dirá... (Cuando ya estaban en el despacho)
Riv: me da mucha pena decirte esto... Pero no sé a quién más recurrir... Los bancos ya no me prestan dinero y necesito refinanciar la Hacienda... Invertir para que produzca y pagar la hipoteca...
C: créame que me gustaría ayudarlo, pero... Me es imposible... Debería pedírselo a su hijo, él es mucho más solvente que yo en este momento...

¿Y qué había de la herencia?? Eso salió refunfuñando el viejo Rivero...

>>> Federico regresó hasta la noche, donde los niños le pidieron que los acostara... Después de eso se encontró con su esposa en la habitación que compartían...

F: reservé los boletos para dentro de 5 días... Cuando terminen de venir a rezar, como habíamos planeado...
C: ya nada es como lo habíamos planeado...
F: no vamos a aceptar ni la herencia de las niñas y mucho menos la de Sebastián. Tiene que haber algo que se pueda hacer...
C: no podemos hacerle esto a nuestros hijos, Federico.
F: ellos no necesitan nada. Tú y yo se los damos todo.
C: pero es algo a lo que tienen derecho, bien o mal se los dejó su abuelo y nosotros no vamos a intervenir...
F: ¿por qué no? Somos sus padres.
C: déjame dormir... Mañana seguimos hablando de esto...

De mala gana Federico comenzó a desvestirse en media recámara, hace mucho que no le hervía tanto la sangre por la rabia... ¿Cómo se atrevía su suegro a hacerles eso??

>> Cuando se despertó al siguiente día ya Cristina se terminaba de vestir...

F: ¿vas a salir...?
C: llevaré a los niños de paseo... Ya tienen mucho tiempo encerrados en la Hacienda...
F: yo iré con ustedes... (Levantándose de la cama)
C: prefiero que no. Lo que menos necesitamos ahora es que nuestros hijos nos vean discutir...
F: Pablo, Elena y yo iríamos a montar hoy...
C: entonces me llevaré a los bebés únicamente... Para que tú no cambies tus planes... (Saliendo de la recámara sin más)

// Hacía un precioso día, soleado y fresco, perfecto para salir con 2 pequeños de la edad de Sebas y Pao.

La niñera se ofreció a acompañarla, igual que la nana pero Cristina quiso ir sola con sus hijos... Necesitaba ese tiempo para pensar, aunque con esos 2 traviesos estaría un poco difícil.

Se encontraba triste, era esa la realidad... En medio de una encrucijada...

Seb: ¡mami!! ¡Awa!! (Palmeando las mejillas de su madre, que estaba sentada sobre una manta)
Pao: yo quero Awa tamben... (Señalando hacia la hermosa cascada)
C: eso no es una alberca... Ni la bañera de casa...

cuando somos 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora