CAPITULO 17

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A Cristina le causó cierto pudor que Federico la besara dentro de la Iglesia, con familiares y niños que se preparaban para la primera comunión, y más teniendo en cuenta el concepto de un beso que él tenía, todo menos un simple roce de labios...

C: mi amor... Creí que vendrías más tarde...
F: salí antes, 2 niños no se presentaron a las clases y vine antes... Podemos ir a donde quieras...
C: sí... Vámonos... (Tomándolo del brazo empezó a caminar hacia la salida)
F: ¿Terminaste ya...?
C: el padre no tiene problemas si me voy...
F: entonces despidámonos de él...
C: es que está atendiendo a alguien en este momento...
F: ¿Y ese alguien no se llama "Ángel Luis Robles"?? (Viéndolo salir precisamente a espaldas de Cristina y con el sacerdote)
C: vámonos Federico, por favor. (Agarrándolo fuerte de una mano)
F: ¿Qué está haciendo ese idiota aquí?? (Soltándole la mano) En el mismo lugar que tú. Y no me quieras ver la cara de estúpido, Cristina.

C: yo le pedí que viniera para ofrecerle la disculpa, pero ya le dije que no me busque más. (Antes que Federico le reclamara peor) Ni como amigo.

AL: buenas tardes, Federico... Jamás pensé que pondrías un pie en una Iglesia, lo digo porque a tu boda fuiste obligado...
F: tú me estás buscando hace rato y ya me encontraste. (Cerrando sus manos sobre las solapas de la chaqueta de Ángel Luis)
Pa: caballeros, les recuerdo que están en la Casa de Dios. (Con voz fuerte)
C: suéltalo Federico.
F: Cristina ya te lo dijo, pero yo te lo repito por si esa inteligencia que dices tener no te sirve para recordártelo. Deja en paz a mi mujer. Entiende que ella no te ama a ti, seas lo que seas y tengas lo que tengas. (Soltándolo finalmente)

Todos, incluido el sacerdote respiraron tranquilos.

// Salieron de ahí aconsejados por el padre, que les pidió volver otro día para platicar con más calma.

Pero mientras Cristina iba preocupada por las posibles consecuencias en su relación por aquel fortuito encuentro... Federico estaba frenético, aún en su caminado, ella por poco corría para ir al mismo ritmo, por lo menos la llevaba tomada de la mano...

F: nunca me había peleado con nadie por una mujer...

Sí lo había hecho, con el peón en la hacienda... Pero ni él ni Cristina se acordaron...

F: quería matarlo... (Con una rabia que parecía estar a punto de quemarlo)
C: no digas esas tonterías. ¿Te olvidas que nuestra hija ya percibe todo??
F: qué imbécil soy... (Deteniendo su paso, fue como si por arte de magia le quitaran el enojo) Lo había olvidado... (Posando las 2 manos en el vientre de su esposa)

En plena calle, él la abrazó y ella quiso hacerle una promesa...

C: ya no volveré a verlo.
F: eso espero. Porque la próxima vez no saldrá bien librado...
C: ¿tienes que resolver todo a los golpes...?
F: quizás algún día deje de pensar así...
C: ojalá y no tarde mucho...
F: Cristina, ¿Y no será que ya no me amas...?
C: no puedes estar preguntándome algo así... No cuando yo sí me enamoré de ti como una loca desde la primera vez que te vi...

Y en esta ocasión no fue sólo un abrazo lo que compartieron, se encontraron unidos por el beso más enamorado que los transeúntes habían visto en la vida real...

F: ¿Me quieres...?
C: eres mi primer amor... El primer y único hombre...

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Bañarse juntos era algo que no le estaba siendo fácil a Cristina... Porque no se sentía a gusto con su cuerpo... Estaba gorda y no podía evitarlo...

Federico nunca le hacía referencia a su figura, le decía siempre que le gustaba, pero no quería ni pensar en las mujeres esculturales con las que se cruzaba a diario en su trabajo... Era inevitable...

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