CAPITULO 25

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Ele: ¡mamá! ¡Mamá!!

Sin ayuda, pero con mucha dificultad, la pequeña que en unas semanas cumpliría su primer añito, se puso en pie y dio unos pasos torpes hacia su madre...

C: ¿qué es todo esto...? (Recibiendo un beso de su hija luego de ella besarla)
F: pensé que llegarías más tarde...
C: no me cambies el tema...
F: compramos algunas cosas... Para Navidad...

Un árbol nada pequeño, cajas de luces, esferas, adornos colgantes, una inmensa estrella, entre otras cosas que Cristina veía a través de la imagen de cada empaque...

C: ya veo...
F: es por Elena... Aunque yo no acostumbre celebrar estas fiestas, nuestra hija tiene derecho a hacerlo...
C: sí... Me queda claro... (Dejando a Elena en el suelo)

Cristina observó todo regado en la sala y mientras la niña gateaba en medio del desorden pretendiendo enseñarle lo novedoso para ella, la vio despeinada... Y con un atuendo bastante desenfadado, igual que el de su padre.

Federico Rivero no necesitaba un hijo varón por lo visto, tenía a Elena y Cristina no sabía si aquello era bueno o malo para su pequeña... Identificarse tanto con el papá.

F: llegaste antes de tiempo, mi amor... (Agarrando a la niña como si de una muñeca se tratara)
Ele: ¡papá!! (Protestando pues quería quedarse en el suelo esta vez)
C: ¿en qué momento salieron a comprar todo esto...?
F: apenas te fuiste...
C: ¿y cómo lo subiste...? (Siendo besada por él)
F: el portero me ayudó... ¿Es que no te gusta...?
C: precisamente venía pensando en que necesitábamos ponernos de acuerdo con este tema, pero ya que te adelantaste a comprarlo todo...
F: compré lo que recuerdo de la Navidad pasada, pero de seguro tú sabes mejor que yo lo que falta...

C: mi mamá pasará esta Navidad con nosotros... Porque además es el primer cumpleaños de nuestra hija...
F: Elena, por favor... (Sintiendo cómo las manitas de la niña luchaban para que su brazo la soltara) Ya vas a cumplir 1 año, pero estás más alborotada que nunca...
Ele: ¡no!!
C: a mí no se parece, eh... Yo no era así...

Y es que si físicamente Elena era una mini Cristina, la forma de ser a tan corta edad era igual a la de Federico, pero él no parecía darse cuenta...

Voluntariosa, intrépida, traviesa, arrebatada... Pero ahí estaba siempre su padre para ponerle freno.

Por eso era una auténtica batalla hacerla dormir... Sólo unos padres jóvenes para llevarle el ritmo a la niña...

F: ¡se durmió!! (En un grito de victoria al salir de la recámara de la pequeña)
C: ¿estás loco? Baja la voz o la despertarás...
F: Elena me cansa más que los entrenamientos...
C: no me digas... (Alzando una ceja mientras él la jalaba para encaminarse a la habitación)

F: nos merecemos unas vacaciones... (Cayendo en la cama, él sobre ella)
C: ¿cuándo...?
F: cuando esté tu mamá aquí... Aprovechando que ni tu ni yo tenemos clases...
C: me encantaría... No hemos tenido un tiempo a solas desde que...
F: nació Elena...
C: Un año entero...

Las manos de Cristina fueron al dobladillo de la camisa de Federico, estrujándola como reacción a la pasión con la que él la estaba besando...

Giraron y quedaron de lado... Besándose ardientemente la mano de Cristina se cerró sobre la entrepierna de su marido...

Federico gimió bajo su caricia y quiso apartarla... Pero ella no lo hizo... Lo mantuvo acostado, y agonizando con cada roce de su mano... Suave y a la misma vez decidida y firme...

La mano de él también buscó el cuerpo de Cristina y encontró uno de sus senos... La rígida punta en especifico... La torturó con sus dedos, tal como ella lo estaba haciendo...

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