CAPITULO 40

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Ella sintió una brusca mano que la separaba del abrazo sincero de un amigo... Y con sus ojos anegados de lágrimas vio que se trataba de su marido...

C: Federico... (Echándose a sus brazos y abrazándolo como no hacía con nadie)

Fue entonces que él notó lo que estaba pasando a su alrededor... Y lo supo todo al encontrar un féretro en medio del salón...

F: ¿qué pasó, mi amor...?
C: mi papá... Murió anoche...

Él ya iba a replicar de por qué no se lo había dicho, pero recordó que estaba viajando...

F: creí que... Que estaba bien...
C: no bien, estable...
F: eso...
C: pero no resistió... (Nuevamente sintiendo que las lágrimas le rodaban, lo abrazó más fuerte)

Si dejar de abrazarla, Federico se la llevó a un lugar más privado, el estudio... Saludando con un movimiento de cabeza a quienes se encontraban en su paso...

F: lo siento... Siento mucho esto. Cristina... No sé qué más decirte, mi amor...
C: no digas nada... Sólo abrázame...
F: si... (Besándole la frente) Si lo hubiera sabido antes, habría vuelto antes...
C: nos tomó a todos de sorpresa... A pesar de todo era mi padre...
F: ¿tu mamá cómo está?
C: desconsolada...
F: tengo que verla.. ¿Y los niños??
C: espero que no te molestes...
F: ¿qué? ¿Dónde están??
C: los llevé a casa de tu papá...
F: Cristina, ¿por qué hiciste eso??
C: no quiero que estén aquí y vean algo tan triste como un velorio...
F: no conoces a mi padre...
C: están con la niñera... Me aseguré de que estén bien...
F: iré por ellos... No pienso dejarlos ni un minuto más en "Ojo de Agua".

Pero una hora más tarde, al bajar ya bañado y vestido de negro, como todos... Y al ver a Cristina sentada y platicando junto al doctorcito ese, decidió que no podía moverse hasta que ese tipo se fuera...

Además los niños debían estar bien, porque vio a su padre en el velorio...

No pudo correr y apartar al Robles porque llevaba de su brazo a Doña Consuelo, aunque le pidieron que descansara ella no quiso quedarse...

C: mamá... (Yendo al encuentro con ellos)
F: quiso bajar...
Con: tengo que estar aquí... Gracias Federico...

Muy afectada obviamente, la señora fue y se sentó donde debía, muy cerca del féretro...

C: sube y descansa un rato... (Pasándole los dedos por las sienes mojadas gracias al baño)
F: no, me voy a quedar aquí... Contigo y con tu mamá...
C: gracias... (Refugiándose en sus brazos) Esto va para largo... Y tú debes estar cansado...
F: no importa... Después puedes ir a dormir tú y luego yo...
C: ¿quieres café...?
F: la verdad es que también tengo hambre...
C: vamos a la cocina, voy pedir que te preparen algo...

Fue anocheciendo y así como la gente seguía llegando, otros se iban retirando... Pero los Robles por el momento no...

El sacerdote del pueblo realizaba una oración o algo, Federico se mantuvo un poco alejado y fue el momento preciso para que su padre lo abordara...

Riv: si sigo esperando que me saludes, me muero de viejo...
F: a ti no te importan esas cosas... (Cruzado de brazos)
Riv: vamos afuera...

De mala gana, Federico salió con él. Y fuera de la Casa Grande estaban otros hombres más... Porque la gente era mucha...

F: en un rato iré por mis hijos...
Riv: no te preocupes por ellos... Están en casa de su abuelo...
F: ni tú te crees eso... Ni ellos ni yo te hemos importado nunca...
Riv: no empieces con tonterías de viejas...
F: no lo son. Y no quiero a mis hijos en tu casa. Así de simple.
Riv: deberíamos pensar en lo que haremos con la Hacienda y toda la herencia de tu suegro...
F: ¿de qué estás hablando??
Riv: ahora todo es tuyo, hijo... Quiero decir de tu mujer, pero es lo mismo... ¿Qué hacen todos los peones aquí??

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