Un uireb

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El día tras la gran celebración llego con relativa calma, el reino había festejado a su nuevo rey y consorte hasta no dar a más, para cuando los reyes de Gondor llegaron al gran salón varios reyes de otros reinos avisaron de su partida.

─fue todo un honor el haberlos tenido en mi reino─

─fue un placer haber venido─

─esperamos ansiosos volverlos a recibir en este reino─ Legolas hablo con una sonrisa ─ Lady Galadriel, Lord Celeborn─ ambos elfo les sonrieron para encaminarse a su carruaje, mas Lady Galadriel voltio.

─Recuerden que la ayuda de Lord Elrond es necesaria, ya tiene experiencia con este tipo de casos, les recomendaría que la viesen ya─ y sin más ambas figuras se perdieron.

─ha sido un gusto es poder quedarme en tu reino─ Haldir les hizo una venia.

─es una lástima que partas, Haldir ─

─ ha llegado el momento de regresar a mi reino y a mis labores, Majestad, Alteza, con su permiso─

El carruaje ya se había puesto en marcha y Haldir había montado en su caballo cuando la presurosa voz del senescal lo irrumpió.

─Haldir de Lórien, permíteme solo un momento, antes de que partas ─ queriendo evitar mas miradas curiosas el capitán descendió de su corcel algo contrariado.

─¿Qué desea senesca¬ ─ mas antes de que pudiera completar frase alguna un beso lo calló.

─pedirte que te quedes a mi lado, sé que sería algo que no harías capitán, pero a pesar deseo que sepas, que mi corazón se ha enamorado de ti. No sé de qué otras formas hacértelo saber y si se diese la oportunidad, me gustaría volverte a ver, voy a esperarte porque...Haldir yo ─

─el camino de Lórien a Gondor, no es demasiado largo, con un buen caballo llegaría quizá en dos semanas ─

Con la esperanza latiendo ferviente no dudo en besar nuevamente al elfo quien se dejó hacer.

─esperare con ansias el día que te vuelva a ver ─ una pequeña sonrisa surco los labios del capitán antes de montar su corcel, una última mirada y cabalgo tras el carruaje de sus señores, un nuevo sentimiento se regocijaba en su interior, uno muy cálido.

**

En el trascurso del día los demás reyes partieron a sus respectivos reinos, La dama Eowyn no cesaba en disculparse con el senescal, pues creyó que estaba soltero y no dudo en coquetearle, mas con el espectáculo vivido en la mañana se percató de su error.

Aragorn se hallaba en su despacho revisando algunas cosas cuando su amado elfo hace su entrada captando inmediatamente la atención de su esposo.

─Aragorn...hay algo que no te comente ─ el aludido arqueo una ceja instándolo a continuar ─ deseo compartir mi eternidad a tu lado meleth ─ se sentó sobre las piernas de su amado.

─¿es eso lo que te preocupa? ─ este negó suavemente con su cabeza.

─yo desee compartir mi eternidad a tu lado, pero para ello solo hace falta un pequeño paso....compartiremos nuestra vida, debemos compartir nuestra sangre ─

─¿qué? ─ pregunto algo confuso.

─tal vez yo pueda aclarar sus dudas ─

─Gandalf...debí intuirlo ─

─mi señor elfo deseaba fervientemente su inmortalidad, no podía mentirle diciendo que ello era imposible, más solo falto un pequeño detalle para completar el ritual ─

Mellon ninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora