La caída del traidor- parte 1

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Gondor estaba en movimiento, el aviso ya había sido dado, después de una semana de la confirmación del amotinamiento en Osgiliath los soldados había comenzado las preparaciones, partirían al salir el sol, el traidor que osaba irrumpir la tranquilidad del gran Reino debía morir.

Faramir se había recuperado notablemente con ayuda de las infusiones que Lord Elrond preparaba, Haldir no dejaba de cuidarlo junto a la pequeña Nallüa, la noticia de su boda había sido una alegría entre todo el alboroto de los preparativos para la batalla.

Aragorn junto a los estrategas trazaban el plan que los llevaría a la victoria mientras Legolas, como el mejor arquero de Arda enseñaba a los arqueros del reino, Thranduil y Celeborn se enfrascaron en una pequeña discusión de quien iría a batalla resultando ganador el monarca de Mirkwood. Iría a luchar como el gran Rey que era y en representación de su reino.

Todos yacían ocupados, la mañana pronto llegaría y con ella el comienzo de la batalla.

**

–No me contradigas Legolas, ¡no iras!–

–¡No puedes prohibirme nada Aragorn!–

–Puedo y lo hare de ser necesario, no iras a luchar, no esta vez–

–¡Oh por favor!, no te pongas en ese plan tuyo– Los gritos de los reyes se escuchaba incluso fuera de la habitación real, los pequeños príncipes que yacían dormidos en el cuarto continuo asomaron sus cabecitas tras la pared viendo a sus padres discutir.

–Legolas, por favor, no puedes ir, sería irresponsable que fueras–

–Aragorn, vencí a un olifante llevando a nuestros mellizos en mi interior–

–Por suerte no se lastimaron, ¡Cómo te hago entender que van tras de ti! Buscaran dañarte–

–¡Puedo defenderme, hablas con un elfo sinda, un guerrero, no me pidas que me queda cuando los míos pelean, porque no lo hare!–

–¡Legolas! – Grito molesto Aragorn al ver la necedad de su pareja.

–¡Ada! – Ambos pequeños corrieron asustados ante tan estruendosos gritos, parándose en medio de los mayores. – No peleen– Pidieron con ojos brillosos acto que encogeció los corazones de sus padres disipando todo el enojo anterior.

–Lasgalen, Eldarion– Llamo Aragorn a sus hijos – No se preocupen, solo hablaba con su Naneth– Justo cuando Legolas abrió los labios la puerta fue abierta abruptamente revelando la imponente figura del Monarca de Mirkwood seguido del Lord de Lórien y el de Rivendell.

–¿Qué está sucediendo aquí? Los gritos se escuchan hasta nuestras habitaciones – Regaño con enojo Thranduil.

–Mi señor Thranduil, permítame explicárselo– Miro a sus hijos con dulzura. – Vayan a dormir– Estos algos inseguros obedecieron a su Ada. Una vez solos Aragorn se dirigió a su suegro.

–Antes que nada, ¿Cómo pueden resolver sus problemas frente a sus hijos? – Celeborn poso una mano sobre el hombro del monarca.

–Otro día asegúrense de que ellos no estén– Hablo Celeborn con más calma.

–Lamentamos ello–

–Expliquen a que se debe todo esto, Estel– Llamo Elrond a su hijo adoptivo.

–Esto inicio porque le dije a Legolas que no debía ir a la batalla mañana–

–Esto no es necesario, soy un gran guerrero, puedo defenderme en batalla, luche contra las fuerzas de la sombra– Aragorn frunció el ceño.

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