Faramir y Haldir

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Con el pasar de los días, el Rey Elessar se recuperó plenamente retomando sus actividades como Rey de Gondor y Arnor, el invierno se superó sin dificultades ese año y la primavera llego con uno de los más bellos paisajes.

3 meses después de la anunciada y esperada boda del Senescal del Reino de Gondor y Arnor con el Gran Capitán del reino elfo de Lothlorie, el día esperado había llegado.

Lady Galadriel conjuntamente con Lord Celeborn habían ofrecido el reino de Lothlorie como lugar de celebración de la boda, a pesar de que Haldir había pedido una ceremonia pequeña y muy sencilla, fue ignorado olímpicamente por su señor, que cual padre entusiasta había anunciado la boda a cada reino conocido invitando incluso a los amigos de los amigos de sus conocidos. Y ni decir de lo ostentoso que se veía, el reino, cada rincón había sido decorado bajo las órdenes de su señora.

Se hallaba encerrado en su habitación, mirando con desprecio el vestido de seda marfil que Aragorn y Legolas muy amablemente le había obsequiado, no era que lo gustara, era muy hermoso, fina seda con incrustaciones de gemas de luz de estrella en el pecho y brazos, con un escote que mostraba piel de hombro a hombro y demasiado ceñido para su gusto. No podía usar algo así, se sentía ridículo.

El llamado a su puerta lo saco de sus pensamientos, con cuidado se acercó a abrirla topándose con la figura del monarca de Mirkwood y su señor más atrás gritando a los floristas de que unas estaban mal ubicadas y disculpándose con Thranduil corrió dejándolos solos.

─Celeborn quería entregarte esta tiara, es un obsequio de Mirkwood, incrustada con gemas─

Haldir arqueo una ceja algo intrigado, ah, y se dio cuenta de que mentir no era del soberano del Reino de los elfos verdes.

─Muchas gracias por su obsequio─ Estaba por cerrar la puerta cuando fue detenido por la mano del mayor.

─¿Aun no te alistas? La ceremonia iniciara pronto─ Y sin invitación este ya se hallaba paseándose en el cuarto del Haldir, observaba con fingido desinterés hasta que llego a cierto objeto que llamo su atención, era un bello lienzo, con una dedicación y el nombre de Celeborn como autor─ Muy bonita pieza de arte─

─Gracias, fue un obsequio─ Thranduil respiro profundamente alejando esos sentimientos que comenzaban a atacarlo, el no tenía ninguna pintura de Celeborn y sin embargo Haldir poseía varios. Negó levemente regresando su atención al galadhrim que lo miraba extrañado.

─¿Qué esperas para cambiarte? ─

─¿Disculpe? ─

─Vine a ayudarte a colocarte la tiara, si no estás vestido no puedo ponértela─ Realmente las mentiras no se le daban al monarca─ Mira que hermoso vestido, Legolas heredo mi buen gusto─ Levanto el vestido, se lo entrego al galadhrim y lo empujo hasta el baño─ Sales cuando estás listo─

El Rey de Mirkwood no era para nada un ser cotilla, claro que respetaba lo ajeno, pero existían algunas ocasiones en que la curiosidad podía con él, pero era una cosilla tan insignificante. A simple viste se veía como una habitación –amplia vale recalcar- sencilla y parca, a excepción de una esquina, los lienzos estaba apilados pero muy bien preservados, un cofre empolvado, al abrirlo pensó hallar joyas, sin embargo le sorprendió encontrar retazos de papel, pequeñas cartas sin embargo todas estaban rotas, con cuidado lo dejo cual lo encontró, una bolsa crema llamo su atención, era liviana, la abrió y de este saco una túnica de lino en rojo vino con bellos bordados, pero estaba desgarrada, arruinada, saco otra, una capa en verde de seda, igualmente esta estaba hecha un despojo. Todas habían sido destrozadas con intención. Con más cuestiones que antes dejo todo cual lo había encontrado se apresuró a la silla más cercana justo a tiempo, pues Haldir salía notablemente incomodo con el vestido puesto.

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