Capítulo Trece. Secretos

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Desesperadas empezamos a lanzar hechizos que conocíamos para intentar callar la voz. Pero no teníamos ni idea de que hechizo habían hecho ellas.

Entre risas y burlas fueron diciendo los secretos de cada una de nosotras, omitieron algunos, que supongo se le hicieron aburridos.

Peeves, Filch llegaron al lugar antes que los jefes de casa, Peeves solo venia a reírse y Filch empezó a regañarnos de estar fuera de la cama.

McGonagall venía abriéndose paso entre las alumnas y murmurando para si misma muy molesta.

El profesor Snape venía siguiéndola muy a prisa.

— ¡¿Quiere alguien explicarme qué sucedió aquí?! — dijo la profesora muy molesta mientras Snape entraba a la sala común, haciendo que las risas y los secretos pararan.

— solo teníamos una noche de chicas — empezó una chica de cuarto — las serpientes nos estaban espiando y ahora... Dijeron nuestros secretos a toda la escuela.

— la única responsable de Slytherin recibirá su castigo — dijo Snape saliendo — pero me parece que estas notas se le harán bastante interesante profesora

La bruja tomo el pergamino y leyó rápidamente.

¿La única responsable? ¿Snape decía que solo había una responsable, que sería castigada? Ahí había por lo menos cinco chicas hablando.

— por lo visto el uso de material escolar, robo de comida y el uso de los hechizos sin fines educativos, no me queda más que sugerir 60 puntos menos para Gryffindor

La profesora McGonagall no parecía contenta, pero asintió.

— sesenta puntos menos para Gryffindor — dijo finalmente

— ¿Y Slytherin que? — dijo ferozmente una chica de mi curso

— cincuenta puntos menos para Slytherin — dijo Snape molesto.

McGonagall nos acompañó hasta la sala común. Entro después de nosotras.

Ya habían varias personas ahí, incluyendo al delegado Percy.
McGonagall comenzó diciendo que no había sido nuestra culpa, que no era la gran cosa lo que habíamos utilizado en la pijamada, pero reglas eran reglas. Y termino diciendo que si cualquiera, fueran los chicos o alumnos de otras casas, se atrevía a molestarnos por los secretos, se las verían con ella.


No recuerdo en qué momento me dormí o cuando me desperté, solo se que al siguiente día ya estaba en el comedor, no había mucha gente. La mayoría ya se alistaba para ir a Hogsmeade, a mí se me habían ido las ganas de salir este fin de semana y preferiría quedarme para hacer mis deberes.

Los murmullos provenientes de mesas vecinas me siguieron durante todo el corredor hasta que llegue a mi lugar favorito.

— Hola Ron — dije mientras me servía salchichas y tomate frito

El pareció ahogarse con la comida y tosió durante varios minutos

— ¿Estas bien? — dije al verlo ponerse rojo y tomar mucho jugo

— si, solo. Pensé que las cosas serían raras

— ¿Raras? — dije confundida — ¿por lo de ayer? Prefiero olvidarme de eso

— Atenea... Soy dos años menor

— ¿Y?

— bueno, si tú no tienes problema, yo no tengo problema

Ron no era la persona más normal que conocía, pero ahora se comportaba muy extraño.

Seguí comiendo cuando el dijo: — tú también me gustas

Y entonces fui yo la que se empezó a atragantar con el agua.

— ¿De qué hablas?

— oí lo que dijiste. Que te gusta el menor de los Weasley. O sea yo — dijo poniéndose rojo

— yo no... No me refería a eso...

— ¿No? — el pareció aliviado

Salí corriendo de ahí.

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